En la noche

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Isabel caminaba diciendo frases y oraciones entre dientes mientras llevaba las riendas de los caballos en sus manos. Estaba muy enojada y se le notaba a kilómetros.

Felipe y Olrox caminaban tras ella riéndose casi en silencio 

-Isa... Vamos no te enfades- dijo Felipe suavemente tras ella.

Isabel no contestó y siguió maldiciendo entre dientes.

-Creo que nos hemos pasado un poco.- susurró Olrox con una sonrisa.

-Sí... Yo también lo creo- susurró Felipe 

Isabel se había bajado rápidamente del caballo nada más llegar y de la tensión y miedo la joven cayó de rodillas la suelo. Cuando Felipe se bajó a ayudarla ella se puso de pie y mirándolo enfadada le quitó las riendas de las manos, acto seguido hizo lo mismo con Olrox y empezó a caminar maldiciendo a los dos hombres.

-¿Le dura mucho los enfados?- preguntó Olrox caminando al lado del español.

-No mucho... Pero es mejor darle su espacio por unos momentos si no queremos que nos haga alguna travesura.

-¿Travesura?- preguntó curioso

- Bueno... Una vez cuando estaba trabajando de enfermera en la expedición un soldado empezó a insultar y tirarle las herramientas de las manos. Según él no quería que una india lo curase, ella lo soportó tres días incluso cuando ella no estaba a su cargo si él la veía la la insultaba, así pues una noche sacó una serpiente de no se donde y lo metió en la cama de ese hombre mientras dormía. El hombre se despertó lo vio se cagó literalmente encima del miedo y no volvió a pisar más la enfermería.

Olrox rio tras la anécdota no se esperaba eso de la frágil nativa a él le parecía una niña bastante tranquila aunque sabía que también podía tener algo de carácter.

-¿De verdad?

-Sí, ahora entiendo porque no me dejaba enfrentarlo. No le gusta estar con otros hombres a su alrededor, se pone nerviosa. Esa fue la primera vez que la vi actuar para defenderse. Aunque enseguida se arrepintió y se pasó una semana temerosa de que alguien le hubiese visto y le dieran un castigo.

-¿Y no la vieron?- preguntó curioso.

-No, milagrosamente. La intentó acusar pero mentí y dije que ella estaba toda la noche conmigo cuando eso pasó.

-Pensaba que a vuestro dios no le gustaban las mentiras- dijo con una sonrisa ladina mirando al español.

-Ya... Bueno...- dijo algo nervioso- Le castigue yo... Le hice prometer que nunca más haría algo así y que tendría que rezar dos veces un rosario pidiendo perdón por su acción y por hacerme mentir para protegerla. Yo también hice lo mismo y que haríamos ayuno dos días para darle nuestra comida a algún soldado herido.

-¿La castigaste por defenderse?- preguntó extrañado. Felipe era protector con ella no se esperaba que la castigase porque ella se defendió.

-La castigue por vengarse- dijo Felipe deteniéndose  mirando a Olrox- Si ella necesitaba ayuda y quería defenderse podría haber ido conmigo o podría haberse defendido en su momento. Ella solo esperó el momento adecuado para golpear y esconder la mano, eso no trae honor y gloria. No es lo que un guerrero hace.

-Ella no es un guerrero, Felipe- dijo suavemente Olrox aunque en su tono de voz se notaba la firmeza de sus palabras.- Dudo mucho que haya podido hacer algo en el momento que le tocaba. Es pequeña y delgada, puedo sostenerla sin problemas con una mano. Dudo que hubiese ganado una pelea contra un soldado experimentado.

-Aun así tenía otras herramientas a su disposición, podía haberme dejado a mi que lo hiciera, ella sabe que puedo protegerla.- Se defendió 

-No siempre podrás protegerla- dijo simplemente.

Secretos del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora