El sonido de las olas rompían el silencio, el viento soplaba en las velas impulsando en lento movimiento el navío que rompía las aguas del océano con suma tranquilidad.
Felipe paseaba por la cubierta, tranquilo y sin prisas, miraba a su alrededor como si buscase a alguien, pero la oscuridad de la noche no le permitía ver mucho, tampoco es que hubiese nadie a esas horas de la noche. Tras dar una vuelta para asegurar su soledad caminó hasta un barril que estaba casi oculto con el resto. Se aproximó a pasos lentos y colocó sobre este un poco de queso y pan, tras eso tocó suavemente la tapa con sus nudillos con un ritmo casi musical. A los pocos segundos la tapa se levantó y Felipe la sostuvo para que no cayera la comida. Los tímidos ojos de Isabel se asomaban intrigada a la par que desconfiada.
-No hay nadie, tranquila- susurro suavemente Felipe ayudándole a quitar la tapa sobre su cabeza.
-¿De verdad?
-Sí, puedes salir.
Isabel sonrió y agarrándose a los laterales del barril dio un fuerte salto saliendo de este.
-Me hago pis, me hago pis, me hago pis....- decía en un susurro corriendo a buscar un cubo para poder aliviarse. Felipe solo la miró y sonrió suavemente viendo como salía corriendo. Con suave gesto, puso la tapadera con la comida sobre otro barril esperando a que Isabel volviera. El pelirrojo se quedó en silencio unos momentos contemplando la oscura noche y sintiendo el viento en su cara. Con la mirada perdida, su mente viajó a lo que sucedió hace apenas dos días.
Los hombres siguieron a Isabel hacia la salida, andaban en completo silencio solo escuchando los gritos del exterior, una fuerte pelea se estaba produciendo, pero ellos caminaban despacio y sin prisas. Quizás, porque su mente aún estaba procesando aquello que había ocurrido allí abajo la imagen de ver como unas personas destripaban a un hombre con sus propias manos era algo que sin duda no iban a olvidar.
Para Felipe esa experiencia fue una clara y enorme advertencia del mundo en el que ahora se encontraba. Y es que desde luego no era Europa, sus reglas eran completamente diferentes, su vida era muy diferente, más sencilla, más humilde pero también más fiera. Las personas a las cuales veía no se andaron con rodeos, no dudarían en matarlos si así fuese necesario. Un error podría ser bastante peligroso, aunque no tuviesen las armas europeas estaba claro que eso no les impedía a enfrentar el peligro, su inocente ignorancia también era muy peligroso. Después de todo ellos estaban en sus casas, sabían el terreno, las plantas y animales la ventaja era suya.
Los tres subieron del sótano, nada más salir pudieron ver cómo soldados caían al suelo dentro de la casa y como los nativos le quitaban las armas para luego acuchillarles con estas. Felipe caminó hacia el frente y vio la entrada a la habitación de donde había salido aquel soldado. Se detuvo en seco al ver a la mujer que había salido corriendo estar dentro de la habitación abrazando y llorando fuertemente a un pequeño niño que se encontraba lastimado. Felipe lo contempló detenidamente, desnudo sobre la cama, con sábanas sucias de sangre y heces. Un cuerpo completamente magullado y arañado con la mirada perdida y sin dejar de llorar. No había que ser un genio para saber lo que había ocurrido en esa habitación. El pelirrojo los contemplo unos segundos antes de reanudar su marcha.
Cuando salieron al exterior, la pelea pareció agravarse, cuerpos de nativos y españoles en el suelo, sangre y entrañas ensuciando el patio. La gente gritaba de furia e ira. Los españoles agitaban sus espadas y los nativos se defendían con lo que podían, ya sean piedras, palos o armas que habían sustraído de los cuerpos de los soldados caídos. Aunque los españoles estaban más preparados con sus armas, la fiereza de los nativos podía enfrentarlos sin problema, a diferencia de los españoles, a ellos ya no les quedaba nada, solo odio y venganza, solo deseo de justicia. Si iban a morir, morirán llevando a cuanto pudiesen.
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Secretos del pasado
FanfictionHace muchos siglos atrás... un continente, que como por arte de magia, había aparecido entre las olas del viejo mundo. Nuevas plantas y animales se presentaban ante millones de personas y con ellos, nuevos humanos. Los españoles habían conquistado...