Ayuda insospechada

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Isabel miraba la comida extrañada. No entendía de dónde había aparecido. Con cuidado se acercó a ella y la inspeccionó la toco y olió buscando algo de malo pero parecía que estaba bien.

La joven echó otro vistazo al exterior y no vio nada inusual ni siquiera una huella. La extraña aparición de aquellas cosas no podía haber sido por arte de magia y ni ella o Felipe se habían movido de ahí.

La joven permaneció inmóvil mirando los alrededores intentando encontrar al responsables tras algún tronco o maleza pero no haber huellas en el suelo sospechaba que el responsable llegó hasta ellos a través de las ramas. Sus ojos miraron la copa de los árboles principalmente aquellos que tenía sobre sus cabezas pero no había nada. Tras eso busco en los árboles de los alrededores hasta que vio algo curioso, una rama doblada hacia abajo, como si tuviese un peso sobre ella.

La joven fingió no verlo y se giró como si volviese a entrar en lo profundo del refugio pero antes de dar un solo paso se giró y lanzó fuertemente la fruta en dirección a aquella rama. En un segundo algo cayó de la rama en un golpe seco contra el suelo, como un saco de arena, antes de ver tan siquiera lo que era la joven tomó un palo y salió hasta donde se encontraba lo que había caído del árbol y empezó a golpearlo con fuerza. La joven no había visto lo que se había caído por lo que debía golpear fuerte por si era un animal peligroso ahuyentarlo o matarlo antes de que haga daño a uno de los dos.

Los golpes eran tan fuertes que la rama acabó por romperse pero ella no se detenía. Ni siquiera escuchó las quejas y las súplicas de aquel que estaba en el suelo.

-¡Basta ya!- gritó enojado agarrando el palo

Isabel paró y vio al nativo en el suelo herido y enojado.

-¡El demonio!- gritó asustada empezando a darle patadas para que suelte el palo.- ¡Fuera! ¡Fuera!

Olrox tuvo que soltar el palo para protegerse de las patadas de la joven, aunque eran golpes débiles la joven buscaba hacer el máximo de daño posible pateando su cabeza. En cuanto soltó el palo la joven se agachó y agarró el otro extremo, que se había roto y estaba en el suelo, para ponerlo frente al que ya tenía en la mano e hizo una cruz con la madera mientras retrocedía.

Olrox la miraba desde el suelo, estaba enojado y con el jugo de la fruta en su cara escurría hasta su mentón.

-¿Qué crees que estas haciendo?- preguntó enojado levantándose del barro- ¿Te enciendo un fuego y te doy comida y así me tratas?

-Me atacaste- se defendió retrocediendo manteniendo al cruz de palo- Y a Felipe también

Olrox respiró profundamente, no podía seguir actuando por sentimentalismo, era un guerrero y debía comportarse como tal. La confianza con la joven parecía rota, pero puede que aún tuviese una posibilidad si agachaba la cabeza quizás podría recomponer la situación un poco. Si ella era capaz de darlo todo para proteger a un español, pese al daño que recibió de estos, puede que su caso aún no esté perdido.

-Lamento lo de antes- dijo intentando sonar lo más convincente posible- No sé que me pasó. Quizás me frustre ante tu indiferencia ante la gravedad del asunto. Quizás... no puedo ver aquello que tú si puedes. La bondad o las buenas cosas que alguien como ellos pueda tener. En mi cabeza no concibo la imagen de que algunos de esa gente pueda ser salvada. He visto lo que hacen, he escuchado lo que hacen. Su Dios, aquel que usas para alejarme de ti, ha atacado a mi gente. Y esta volviendo a atacarla.

Isabel se mantenía firme ignorando el frío en su cuerpo y las pequeñas gotas de la ligera llovizna que caía. Escuchaba atenta las palabras del hombre aunque no confiaba en él. Había dañado a Felipe, los había arrastrado a lo más profundo de la selva y era la segunda vez que los atacaban.

Secretos del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora