Luis ayudaba a Felipe andar hacia el río, a diferencia de la noche, el paisaje frente a él se mostraba hermoso y tranquilo, la hierba crecía y se mecia con el viento, el cielo brillaba de color azul y sin ninguna nube que lo tapara. A medida que caminaban, Felipe recuperaba fuerza y movilidad en mitad del camino ya podía andar solo aunque Isabel estaba cerca por si se cansaba o tambaleaba. Luis caminaba en silencio a su lado con su mente reflexionando sobre las palabras que Felipe le dijo con anterioridad. Todo sonaba tan extraño, tan fantasioso y a la vez espeluznantemente conveniente.
Felipe caminaba junto a Luis sin decir nada, no sabía cómo poder explicárselo, como hacerle entrar en razón. Aquello que vio era real, aquello que lo atacó ese hombre, ese nativo de ojos verdes. Cuanto más lo pensaba más extraño se volvía todo. Era un demonio, era algo inhumano... Pero hablaba como un hombre. Cómo si pudiera entender el dolor y la molestia de los hombres, hablaba como si él hubiese sido creado por esos dioses. Felipe sabía que más allá de su religión existían otras, sabía de las herejías y del paganismo. Está tierra estaba manchada de falsos dioses y esa criatura no era, ni podía ser una excepción. Ese hombre... Olrox, era un demonio, fue creado por su Dios es por ello que se retorció de dolor al sentir la sagrada cruz en su cuerpo. El era un demonio y aquellos que nombró eran falsos dioses. Tenía que ser así, no había otra explicación. Nada más que su padre, su Dios, podría hacer algo así. Solo Dios podía crear a esas criaturas, solo él podía hacerlas retroceder. Esa era la prueba que necesitaba. Esa era su gran verdad.
Isabel, en cambio, miraba a ambos preocupada. No entendía del todo su religión, pero sabía que aquel hombre suponía una enorme amenaza. Ese hombre no era humano, incluso ella con o sin Dios cristiano que mientras esos ojos verdes brillasen no estaría segura.
Los tres llegaron al río, Felipe estaba cansado de ese pequeño esfuerzo y se sentó en la orilla sobre una piedra. Isabel se quedó cerca de él y se atrevió a sentarse en la orilla y remojar sus pies en las frescas aguas. Luis en cambio se sentó frente a Felipe bajo la sombra de un árbol.
-Háblame más de ese demonio, Felipe- dijo mirándolo seriamente.
-Ya te lo he dicho, prácticamente todo, Luis- dijo con voz casi derrotada.
-Eso significa que prácticamente te faltan cosas por decirme.
Felipe dio un suspiro y miró a su amigo.
-Estaba haciendo la guardia, tal y como me ordenaron. Caminaba cerca de aquellos árboles, asegurándome de que no hubiese ningún nativo acechando- dijo señalando la zona cercana a unos árboles- de repente algo salió de entre los matorrales...
-¿El demonio?
Felipe negó suavemente con la cabeza.
-No, no era el demonio. Era un perro.
-¿Un perro?- preguntó extrañado.
-Un perro- repitió mirando a Luis a los ojos- era un perro, cubierto de sangre, era grande así que probablemente era un perro de alguna expedición.
-¿Un perro ensangrentado?- Luis se encontraba bastante confundido- ¿Cómo llegó allí? ¿Podría ser un perro de la expedición de Grijalva?
-No lo sé, solo sé que poco después de que el perro apareciera se puso como loco a ladrar. Cuando de repente un viento me cegó y al abrirlos el perro no estaba. Solo estaba él, estaba allí, sentado sobre una rama observándome fijamente, una niebla de humo y ceniza revoloteaba cerca de él.
Luis se mostraba atento ante sus palabras, desde que Felipe dijo la palabra azteca el interés de Luis cambió drásticamente, parecía más interesado que jocoso ante el tema. Aún no creía del todo que fuese un demonio quien atacó a Felipe, pero sin duda le interesaba saber más de ese guardián azteca.
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Secretos del pasado
FanfictionHace muchos siglos atrás... un continente, que como por arte de magia, había aparecido entre las olas del viejo mundo. Nuevas plantas y animales se presentaban ante millones de personas y con ellos, nuevos humanos. Los españoles habían conquistado...