Cacería

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Felipe corría como el diablo llevándose un alma. La oscura noche envolvía en su manto cualquier sendero o camino que los guiara de nuevo al pequeño poblado. Isabel corría tras él, pero le costaba seguir el ritmo y prácticamente sentía que Felipe la llevaba en volandas.

El pelirrojo movía su rostro y agudizaba lo más que podía sus oídos buscando la presencia de aquella criatura casi con desespero. No podía permitirse el lujo de volver a caer ante él.

Felipe salteaba y esquivaba lo mejor que podía los obstáculos del camino, pero Isabel acabó por tropezar y cayó al suelo fuertemente.

Felipe se detuvo y corrió hacia ella agarrándola de los brazos ayudándola a levantarse.

-¿Estás bien?- pregunto agitado sin dejar de mirar a su alrededor.

-Sí... no te preocu...- Isabel estaba poniéndose de pie cuando acabó por caer de nuevo al suelo agarrándose el tobillo- Mierda- susurro con voz aguda.

-¿Qué sucede?- Felipe se agachó a ayudarla intentando mantener su guardia lo más alto posible- Tienes que levantarte, Isabel.

-No puedo...- se quejó agarrando su tobillo fuertemente- Me duele mucho.

-Por Dios... Isabel. Tienes que ponerte de pie, por favor- suplicó tirando suavemente de ella- No podemos quedarnos aquí...

-No puedo... vete- dijo intentando soltarse de él.

-No te voy a dejar aquí. ¿Por qué estás aquí? ¿Cómo me has encontrado?- Felipe tomó el brazo de Isabel más fuerte tirando de ella obligándola a ponerse de pie.

-Un perro... apareció de la nada cubierto de sangre. Temía lo peor

Isabel se apoyó en Felipe con la pierna lastimada levantada. Un fuerte resoplar de dolor, sentía todo su cuerpo arder del dolor de la caída. Felipe la sostenía de la cintura pegándola a su cuerpo.

El sonido de unas ramas en lo más profundo de la oscuridad lo volvieron a poner en alerta.

-Tenemos que irnos...- susurró agachándose y poniendo a Isabel sobre sus hombros-Agárrate fuerte.

Isabel se agarró a la camisa de Felipe sintiendo dolor por la posición en la que se encontraba, pero entendía que no era momento de quejarse. Algo peligroso se retorcía de dolor en la selva y lo último que necesitaban eran que esa criatura pudiese liberarse y perseguirlos.

Felipe volvió a correr con Isabel sobre sus hombros, el peso de la nativa ralentizaba su marcha pero no podían darse el lujo de perder más tiempo.

-¿Dónde cojones está la puta aldea?- gruñe entre dientes aferrándose más a Isabel buscando una luz en la inmensa oscuridad- No debe estar muy lejos...

Las hojas y hierbas crujían bajo su peso y sus pisadas eran más fuertes debido al peso extra. Isabel no podía evitar que algunos gemidos de dolor escapasen de sus labios, aunque esta intentaba apretar sus labios para evitarlo.

-Lo siento...

-No pasa nada, puedo aguantar... Lamento ser una molestia- susurro

-No digas eso... me has salvado la vida. Sin ti ahora mismo estaría siendo destripado como un animal. Gracias

Isabel sonrió débilmente sin soltar el agarre.

-Te lo debía... me has salvado muchas veces...

-También te he puesto en peligro

Isabel río suavemente divertida .

-No te preocupes... yo misma me pongo en peligro. No necesito tu ayuda para eso...

Secretos del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora