Malfoy empezó a sacar fotos con una cámara imaginaria, imitando a Colin, cruel
pero acertadamente.
—Potter, ¿puedo sacarte una foto, Potter? ¿Me concedes un autógrafo? ¿Puedo
lamerte los zapatos, Potter, por favor?
Bajó las manos y se quedó mirando a Harry y a Ron.
—¿Qué os pasa a vosotros dos?
Demasiado tarde, Harry y Ron se rieron a la fuerza; sin embargo, Malfoy pareció
satisfecho. Quizá Crabbe y Goyle fueran siempre lentos para comprender las gracias.
—San Potter, el amigo de los sangre sucia —dijo Malfoy lentamente—. Ése es
otro de los que no tienen verdadero sentimiento de mago, de lo contrario no iría por
ahí con esa sangre sucia presuntuosa que es Granger. ¡Y se creen que él es el
heredero de Slytherin!
Harry y Ron estaban con el corazón en un puño; quizás a Malfoy le faltaban unos
segundos para decirles que el heredero era él. Pero en aquel momento…
—Me gustaría saber quién es —dijo Malfoy, petulante—. Podría ayudarle.
A Ron se le quedó la boca abierta, de manera que la cara de Crabbe parecía aún
más idiota de lo usual. Afortunadamente, Malfoy no se dio cuenta, y Harry, pensando
rápido, dijo:
—Tienes que tener una idea de quién hay detrás de todo esto.
—Ya sabes que no, Goyle, ¿cuántas veces tengo que decírtelo? —dijo Malfoy
bruscamente—. Y mi padre tampoco quiere contarme nada sobre la última vez que se
abrió la Cámara de los Secretos. Aunque sucedió hace cincuenta años, y por tanto
antes de su época, él lo sabe todo sobre aquello, pero dice que la cosa se mantuvo en secreto y asegura que resultaría sospechoso si yo supiera demasiado. Pero sé algo: la
última vez que se abrió la Cámara de los Secretos, murió un sangre sucia. Así que
supongo que sólo es cuestión de tiempo que muera otro esta vez… Espero que sea
Granger —dijo con deleite.
Ron apretaba los grandes puños de Crabbe. Dándose cuenta de que todo se
echaría a perder si pegaba a Malfoy, Harry le dirigió una mirada de aviso y dijo:
—¿Sabes si cogieron al que abrió la cámara la última vez?
—Sí… Quienquiera que fuera, lo expulsaron —dijo Malfoy—. Aún debe de estar
en Azkaban.
—¿En Azkaban? —preguntó Harry, sin entender.
—Claro, en Azkaban, la prisión mágica, Goyle —dijo Malfoy, mirándole, sin dar
crédito a su torpeza—. La verdad es que si fueras más lento irías para atrás.
Se movió nervioso en su silla y dijo:
—Mi padre dice que tengo que mantenerme al margen y dejar que el heredero de
Slytherin haga su trabajo.Rachel noto algo extraño en Crabe y Goyle, y dijo:
—Draco... Creo que es mejor que no hables mucho... Digo, Crabe y Goyle han de ir a la enfermería. Por su dolor de estómago. —Dijo Rachel.
—Espera... Ya casi termino... Dice que el colegio tiene que librarse de toda esa infectasangre sucia, pero que yo no debo mezclarme. Naturalmente, él ya tiene bastantes problemas por el momento. ¿Sabéis que el Ministerio de Magia registró nuestra casa la semana pasada? —Harry intentó que la inexpresiva cara de Goyle expresara algo de preocupación—. Sí… —dijo Malfoy—. Por suerte, no encontraron gran cosa. Mi padre posee algunos objetos de Artes Oscuras muy valiosos. Pero afortunadamente nosotros también tenemos nuestra propia cámara secreta debajo del suelo del salón.
—¡Ah! —exclamó Ron.
Malfoy lo miró. Harry hizo lo mismo. Ron se puso rojo, incluso el pelo se le
volvió un poco rojo. También se le alargó la nariz. La hora de que disponían llegaba a
su fin, de forma que Ron estaba empezando a convertirse en sí mismo, y a juzgar por
la mirada de horror que dirigía a Harry, a éste le estaba sucediendo lo mismo.
Se pusieron de pie de un salto.
—Necesito algo para el estómago —gruñó Ron, y sin más preámbulos echaron a
correr a lo largo de la sala común de Slytherin.Cuando estos salieron Rachel giró de forma furiosa a Draco
—¿Cómo se te ocurre decir tremenda tontería? ¡O sea, se que es verdad pero no tienes que contárselo a medio mundo!
[•••]
Día del cariño
Los enanos se pasaron el día interrumpiendo las clases para repartir tarjetas, ante
la irritación de los profesores, y al final de la tarde, cuando los de Gryffindor subían
hacia el aula de Encantamientos, uno de ellos alcanzó a Harry—¡Eh, tú! ¡Harry Potter! —gritó un enano de aspecto particularmente
malhumorado, abriéndose camino a codazos para llegar a donde estaba Harry.
Ruborizándose al pensar que le iba a ofrecer una felicitación de San Valentín
delante de una fila de alumnos de primero, entre los cuales estaba Ginny Weasley,
Harry intentó escabullirse. El enano, sin embargo, se abrió camino a base de patadas
en las espinillas y lo alcanzó antes de que diera dos pasos.
—Tengo un mensaje musical para entregar a Harry Potter en persona —dijo,
rasgando el arpa de manera pavorosa.
—¡Aquí no! —dijo Harry enfadado, tratando de escapar.
—¡Párate! —gruñó el enano, aferrando a Harry por la bolsa para detenerlo.
—¡Suéltame! —gritó Harry, tirando fuerte.
Tanto tiraron que la bolsa se partió en dos. Los libros, la varita mágica, el
pergamino y la pluma se desparramaron por el suelo, y la botellita de tinta se rompió
encima de todas las demás cosas.
Harry intentó recogerlo todo antes de que el enano comenzara a cantar
ocasionando un atasco en el corredor.
—¿Qué pasa ahí? —Era la voz fría de Draco Malfoy, que hablaba arrastrando las
palabras. Harry intentó febrilmente meterlo todo en la bolsa rota, desesperado por
alejarse antes de que Malfoy pudiera oír su felicitación musical de San Valentín.
—¿Por qué toda esta conmoción? —dijo otra voz familiar, la de Percy Weasley,
que se acercaba.
A la desesperada, Harry intentó escapar corriendo, pero el enano se le echó a las
rodillas y lo derribó.
—Bien —dijo, sentándose sobre los tobillos de Harry—, ésta es tu canción de San
Valentín:Tiene los ojos verdes como un sapo en escabeche
y el pelo negro como una pizarra cuando anochece.
Quisiera que fuera mío, porque es glorioso,
el héroe que venció al Señor TenebrosoHarry habría dado todo el oro de Gringotts por desvanecerse en aquel momento.
Intentando reírse con todos los demás, se levantó, con los pies entumecidos por el
peso del enano, mientras Percy Weasley hacía lo que podía para dispersar al montón
de chavales, algunos de los cuales estaban llorando de risa.