—Ya sabía que Salazar Slytherin era un viejo chiflado y retorcido —dijo Ron a Harry
y Hermione, mientras se abrían camino por los abarrotados corredores al término de
las clases, para dejar las bolsas en la habitación antes de ir a cenar—. Pero lo que no sabía es que hubiera sido él quien empezó todo este asunto de la limpieza de sangre.
No me quedaría en su casa aunque me pagaran. Sinceramente, si el Sombrero
Seleccionador hubiera querido mandarme a Slytherin, yo me habría vuelto derecho a
casa en el tren.—Yo que tú mejor guardo silencio weasley. Imagínate la próxima atacada sea tu amiga, digo... Al fin que es una impura. —dijo Rachel y sus amigos rieron
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Harry Potter
Los laberínticos corredores estaban desiertos. Fueron bajando más y más pisos,
mirando constantemente sus relojes para comprobar el tiempo que les quedaba.
Después de un cuarto de hora, cuando ya estaban empezando a desesperarse, oyeron
un ruido delante.
—¡Eh! —exclamó Ron, emocionado—. ¡Uno de ellos!
La figura salía de una sala lateral. Sin embargo, después de acercarse a toda prisa,
se les cayó el alma a los pies: no se trataba de nadie de Slytherin, era Percy.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Ron, con sorpresa.
Percy lo miró ofendido.
—Eso —contestó fríamente— no es asunto de tu incumbencia. Tú eres Crabbe,
¿no?
—Eh… sí —respondió Ron.
—Bueno, id a vuestros dormitorios —dijo Percy con severidad—. En estos días
no es muy prudente merodear por los corredores.
—Pues tú lo haces —señaló Ron.
—Yo —dijo Percy, dándose importancia— soy un prefecto. Nadie va a atacarme.
Repentinamente, resonó una voz detrás de Harry y Ron. Draco Malfoy caminaba
hacia ellos, y por primera vez en su vida, a Harry le encantó verlo.
—Estáis ahí —dijo él, mirándolos—. ¿Os habéis pasado todo el tiempo en el
Gran Comedor, poniéndoos como cerdos? Os estaba buscando, quería enseñaros algo
realmente divertido.
Malfoy echó una mirada fulminante a Percy.
—¿Y qué haces tú aquí, Weasley? —le preguntó con aire despectivo.
Percy se ofendió aún más.
—¡Tendrías que mostrar un poco más de respeto a un prefecto! —dijo—. ¡No me
gusta ese tono!
Malfoy lo miró despectivamente e indicó a Harry y a Ron que lo siguieran. A
Harry casi se le escapa disculparse ante Percy, pero se dio cuenta justo a tiempo. Él y
Ron salieron a toda prisa detrás de Malfoy, que les decía, mientras tomaban el
siguiente corredor:
—Ese Peter Weasley…
—Percy —le corrigió automáticamente Ron.
—Como sea —dijo Malfoy—. He notado que últimamente entra y sale mucho por
aquí, a hurtadillas. Y apuesto a que sé qué es lo que pasa. Cree que va a pillar al
heredero de Slytherin él solito.
Lanzó una risotada breve y burlona. Harry y Ron se cambiaron miradas de
emoción.
Malfoy se detuvo ante un trecho de muro descubierto y lleno de humedad.
—¿Cuál es la nueva contraseña? —preguntó a Harry.
—Eh… —dijo éste.
—¡Ah, ya! «¡Sangre limpia!» —dijo Malfoy, sin escuchar, y se abrió una puerta
de piedra disimulada en la pared. Malfoy la cruzó y Harry y Ron lo siguieron.
La sala común de Slytherin era una sala larga, semisubterránea, con los muros y
el techo de piedra basta. Varias lámparas de color verdoso colgaban del techo
mediante cadenas. Enfrente de ellos, debajo de la repisa labrada de la chimenea,
crepitaba la hoguera, y contra ella se recortaban las siluetas de algunos miembros de
la casa Slytherin, acomodados en sillas de estilo muy recargado.
—Esperad aquí —dijo Malfoy a Harry y Ron, indicándoles un par de sillas vacías
separadas del fuego—. Voy a traerlo. Mi padre me lo acaba de enviar.
Preguntándose qué era lo que Malfoy iba a enseñarles, Harry y Ron se sentaron,
intentando aparentar que se encontraban en su casa.Rachel llegó a la sala común y se sentó en un sillón frente a ambos chicos.
—Oigan, ¿Han visto a Draco? Me ha pedido que vaya a su habitación más no está.
Malfoy volvió al cabo de un minuto, con lo que parecía un recorte de periódico.
Se lo puso a Ron debajo de la nariz.
—Te vas a reír con esto —dijo viendo a Rachel y luego a quienes se suponían ser Crabe y Goyle.
Harry vio que Ron abría los ojos, asustado. Leyó deprisa el recorte, rió muy
forzadamente y pasó el papel a Harry.
Era de El Profeta, y decía:INVESTIGACIÓN EN EL MINISTERIO DE MAGIA
Arthur Weasley, director del Departamento Contra el Uso Indebido de la
Magia, ha sido multado hoy con cincuenta galeones por embrujar un
automóvil muggle.
El señor Lucius Malfoy, miembro del Consejo Escolar del Colegio
Hogwarts de Magia, en donde el citado coche embrujado se estrelló a
comienzos del presente curso, ha pedido hoy la dimisión del señor Weasley.
«Weasley ha manchado la reputación del Ministerio», declaró el señor
Malfoy a nuestro enviado. «Es evidente que no es la persona adecuada para
redactar nuestras leyes, y su ridícula Ley de defensa de los muggles debería
ser retirada inmediatamente.»
El señor Weasley no ha querido hacer declaraciones, si bien su esposa
amenazó a los periodistas diciéndoles que si no se marchaban, les arrojaría
el fantasma de la familia.—A ver... —Dijo Rachel impaciente estirando su mano hacia Harry. Rachel tomo el periodo y sonrío de forma burlesca.
—¿Y bien? —dijo Malfoy impaciente, cuando Rachel le devolvió el recorte—.
¿No os parece divertido?
—Ja, ja —rió Harry lúgubremente.
—Arthur Weasley tiene tanto cariño a los muggles que debería romper su varita
mágica e irse con ellos —dijo Malfoy desdeñosamente—. Por la manera en que se comportan, nadie diría que los Weasley son de sangre limpia.
A Ron (o, más bien, a Crabbe) se le contorsionaba la cara de la rabia.
—¿Qué te pasa, Crabbe? —dijo Malfoy bruscamente.
—Me duele el estómago —gruñó Ron.
—Bueno, pues id a la enfermería y dadles a todos esos sangre sucia una patada de
mi parte —dijo Malfoy, riéndose—. ¿Sabéis qué? Me sorprende que El Profeta aún
no haya dicho nada de todos esos ataques —continuó diciendo pensativamente—.
Supongo que Dumbledore está tapándolo todo. Si no para la cosa pronto, tendrá que
dimitir. Mi padre dice siempre que la dirección de Dumbledore es lo peor que le ha ocurrido nunca a este colegio. Le gustan los que vienen de familia muggle.