+18 | La Realidad

665 58 0
                                    

Mierda, mierda y mierda

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mierda, mierda y mierda. ¿Cómo es capaz este hombre de ser tan sádico y al mismo tiempo tan suave?

Ahora, en lugar de mordidas, son besos húmedos, la única marca que deja en mi piel es su tibia saliva. Sus labios van bajando a medida que me voy recostando en el asiento. Su cara llega hasta el interior de mis muslos y es allí donde las cosquillas se apoderan de mi y comienzo a reír. El llanto ha desaparecido y ahora me río a carcajadas mientras Vladimir intenta seguir con sus besos sensuales, este se detiene mientras me calmo y puedo llegar a afirmar que le he podido contagiar mi risa, que no lo acepte y trate de ocultarlo no es cosa mía, pero lo ha hecho, se le han escapado un par de carcajadas.

—Quédate quieta si no quieres un castigo. —tan pronto como escucho esa advertencia, me calmo, y me aguanto la risa y los gemidos mientras él va subiendo de nuevo su boca, pero esta vez, se detiene, en una zona que preferiría evitar que el tocase con sus labios expertos.

Entro en pánico, esta es la primera vez que alguien me hará algo como esto, y pensar que será Vladimir el primero y único me llena de nervios, hasta el punto de temblar, y estallar por completo cuando su lengua se abre paso entre mis apretadas cavidades.

—¡Espera! —pido con dificultad, aunque soy completamente ignorada, Makarov está totalmente concentrado en darme placer oral, uno que me eleva hasta el séptimo cielo en un par de segundos.

Puedo percibir, por el movimiento de su barba y labios, que está sonriendo, satisfecho por escuchar como exclamo su nombre con desesperación. Estoy temblando, mis piernas se mueven sin ningún sentido a los costados de la cabeza de Vladimir, los dedos de él se clavan en mis caderas para no dejarme ir y con una pequeña mordida en mi clítoris me hace explotar en cascadas de fluidos que ahora corren por su rostro. Mis suspiros son temblorosos mientras lo observo levantar sus iris para conectar con los míos, debo tener un rostro de horror por haber causado este desastre en tan poco tiempo, el miedo se apodera aún más de mi cuando Vladimir arrastra mis caderas hacia él, conectado mi húmeda entrepierna con la suya, aún cubierta por sus pantalones. Quedo completamente debajo de él, indefensa, deshecha por mi reciente clímax, soy ahora una muñeca de trapo, totalmente manipulable.

—¿Eras virgen hasta cuando yo decidí follarte por primera vez? —me pregunta, en un susurro ronco, mientras desabrocha su cinturón y pantalones.

Asiento, con lentitud, mordiendo mi labio inferior mientras observo cómo se va deshaciendo de sus prendas con total agilidad.

—Estás llena de sorpresas... —acerca su boca a mi oído y planta un corto beso en la comisura derecha de mis labios.

—¿Cómo supiste...? —cuestiono, con la voz temblorosa, puesto que volvió a hundir su rostro en mi entrepierna para torturarme de nuevo con su lengua y pequeñas mordidas.

—Siempre te corres con facilidad, preciosa. —responde, entre gruñidos, enojado por obligarlo a detener su trabajo por un segundo para contestarme—. Apenas te toco y estallas en alaridos y orgasmos, me encanta eso. —agrega, susurrando en mi oído para luego morder el lóbulo de mi oreja y bajar de nuevo a mi entrepierna.

Mis manos se enredan entre su pelo para controlar el ritmo con el que me embiste con su lengua y dedos. Entiende en varias ocasiones, a regañadientes, que deseo algo suave, porque mi zona íntima está lo suficientemente sensible como para soportar su típica rudeza. De igual forma, logra que grite con desesperación para que se detenga, suave o violento, exclamo su nombre a la vez que varias arcadas se apoderan de mi columna. Otro orgasmo empapa su rostro en cuestión de segundos, y aún así, sigue luciendo insatisfecho.

—No soportas ni un simple roce hoy, ¿así de feliz te pusiste por esta salida? —me pregunta, colocando mi tobillo derecho en su hombro, mi otra pierna rodea con desesperación su cadera, atrayendo su duro miembro a mi sensible entrada, y sin siquiera sentir una penetración real y completa, ya estoy rogando para que no siga. Esto lo divierte, lo sé, pero a mi me enloquece, tanto su violencia como delicadeza.

Toda la tarde estuvimos encerrados en ese auto, follando hasta el cansancio; Vladimir haciendo algo que jamás llegué a imaginar, dándome placer sin siquiera recibir algo a cambio, y yo controlando aquella situación, él por primera vez dejándome tomar el control total.

Toda la tarde estuvimos encerrados en ese auto, follando hasta el cansancio; Vladimir haciendo algo que jamás llegué a imaginar, dándome placer sin siquiera recibir algo a cambio, y yo controlando aquella situación, él por primera vez dejándome to...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando regresamos a casa, me deja en la cocina, en la grata compañía de Loren, quien se encuentra preparando la cena para ambos. Vladimir dijo que saldría un momento a resolver un problema, algo nuevo en él, nunca antes me da una excusa para marcharse, solamente solía irse sin mediar ninguna palabra al terminar satisfecho con mi cuerpo.

—Muy pronto serás la señora de Makarov, ¿cómo te sientes? —me pregunta Loren, dándome la espalda mientras corta algunas verduras.

Me siento confundida, ella no suele hablar de temas tan personales o privados, ni mucho menos preguntarme cosas, siempre soy yo quien inicia pequeñas charlas que finalizan rápido al ella acordarse que no debe soltar mucho la lengua conmigo.

—¿Él te lo dijo? —cuestiono, sin saber qué responderle a su anterior pregunta.

—No debería decírtelo, pero Vladimir siempre suele acudir a mi si se tratan de sus problemas personales y... realmente estaba nervioso con la sola idea de que tú lo rechazaras. —contesta, con absoluta timidez y cuidando el volumen de su voz—, él odia admitir que su corazón puede traicionarlo en algunas ocasiones, y esta no fue la excepción, eres su debilidad aunque no lo demuestre. —añade, bajando aún más la voz.

No puedo responder ante esas palabras, no puedo creer lo que ella dice a pesar de ser una mujer muy seria, esto debe ser una estrategia de Vladimir para que le entregue mi entera confianza.

—Esa es la realidad, señorita. —vuelve a hablar Loren, esta vez entregándome un plato con la cena lista—, Vladimir se ha enamorado de usted, y quiere demostrarlo muy por aparte de sus noches íntimas, pero no sabe cómo, así que te pido paciencia para que yo también pueda apreciar este nuevo lado de él, uno completamente distinto a su violencia y frialdad habitual. —agrega, sentándose a un lado de mi en la barra para ella también comer a gusto.

 —agrega, sentándose a un lado de mi en la barra para ella también comer a gusto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Continuará...

ESTOCOLMO {Vladimir Makarov}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora