Traidor

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Mis ojos se abren con dificultad

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Mis ojos se abren con dificultad. El cansancio es realmente impresionante. Mi cuerpo se siente débil, aún más débil que ayer. Mis fosas nasales son inundadas por el provocativo olor de un rico desayuno recién hecho, el cual tengo disponible a unos cuántos pasos de la cama, en el mismo tocador de antes. Cada centímetro de mi existencia duele, pero el hambre me impulsa a caminar hasta la bandeja. Cuando por fin logro llegar, me encuentro con una nota que me indica que debo tomarme la pastilla que está al lado del vaso de jugo de naranja, la letra es de Makarov, al igual que su firma junto a su mensaje. Si no quiero morir, debo hacerlo.

Me llevo la bandeja hasta la cama y ahí me tomo la pastilla, que por obvias razones, debe ser la que evitará que quede embarazada de él. Fueron largas horas difíciles para mi junto a Makarov. Fue violento, me dejó marcada por todas partes, fueron varias rondas donde yo suplicaba que ya me dejara en paz, mi cuerpo temblaba al final por tantos orgasmos alcanzados continuamente, ni siquiera la herida de mi brazo llegó a doler tanto como cada una de sus salvajes embestidas. Por mis piernas aún hay evidencias de todo lo que me hizo, incluso sangre, cosa que debo arreglar ahora que termine mi desayuno con un baño. Mi cuello duele, mi piel está aún sensible por todas sus mordidas, me paso la mano por estas, para después ver el rastro de sangre en mis dedos, sangre seca. Necesitaré un buen tiempo para acostumbrarme a su violencia, y también, para que mi cuerpo comience a hacerse resistente ante su desenfrenado salvajismo en la cama.

¿En serio alguien como yo puede gustarle a un terrorista como él? Me imagino las múltiples opciones que debe tener de mujeres, y ahora me escoge a mi, alguien quien luce cada día más lamentable, alguien cuyo cuerpo ahora está casi deshecho, alguien con tan poca resistencia que llega al forcejeo para detenerlo o a llorar, alguien quien no soporta ni una bofetada porque sus labios sangran al instante, aunque no debería ilusionarme tan pronto, eso apenas fue una noche, tal vez se deshaga de mi cuando tenga tiempo, no debo ser nada para alguien como él.

Me termino la comida rápidamente para después ir a darme una ducha. Disfruto del agua fría recorrer mis heridas y mis músculos maltratados, es relajante y reparador, sin embargo, tanta perfección no puede ser real, me falta algo, o más bien, alguien... Makarov no estaba en la cama cuando desperté, supongo que también tendré que acostumbrarme a su ausencia luego de cada noche desenfrenada de sexo con él.

Cuando salgo del baño, me encuentro con Makarov, invocado esta vez por mi telequinesis, está sentado al borde de la cama, justo de frente a mi. Me observa de pies a cabeza, sin mediar palabra alguna, solo disfruta de analizarme sin ningún tipo de discreción.

—¿Cómo sigue esa herida? —cuestiona, con los ojos clavados en mi brazo vendado por Yuri.

—Oh... supongo que bien, no he sentido dolor por fortuna. —respondo con total confianza al tratarse de un tema cualquiera.

Suspira, cansado, frotando su entrecejo con una de sus manos cubiertas por sus característicos guantes de cuero negro. Luego, me entrega una caja de regalo, la cual analizo confundida y asustada, como si se tratase de alguna bomba a punto de estallar.

—Póntelo, necesito enseñarte algo hoy. —me avisa, esperando a que yo abra el paquete entre mis manos.

Me muerdo el labio inferior, nerviosa, y al quitar la tapa, todas aquellas preocupaciones se esfuman para que el asombro se apodere de mi cabeza. Dentro de la caja, hay dos lindos vestidos negros, con distintos diseños y telas, pero igual de hermosos y lujosos, cada uno viene con sus zapatos, unos no tan altos como los de antes, supongo para que camine más rápido esta vez. Mis ojos ahora se posan sobre Makarov, quien debe estar esperando que me cambie en frente de él. Resoplo con fuerza y elijo el más cubierto, para evitar ser una distracción para él o sus hombres el día de hoy, no quiero repetir una noche así se salvaje con él.

A pesar de que el vestido que ahora cubre mi cuerpo no posee ningún tipo de abertura muy vulgar, deja bien al descubierto mis piernas, los zapatos para este salen a la perfección y son un buen adorno que combina su color con mi piel expuesta. Mientras me analizo, Makarov parece hacer lo mismo, disfrutando de verme cómoda esta vez, y al mismo tiempo, observando con hambre mis piernas.

—¿Lista? —cuestiona, ofreciéndome su brazo para engancharlo junto al mío, como un caballero.

Asiento, y hago lo que me pide con su... ¿amable gesto?

Caminamos hasta la puerta, y cuando salimos, no me encuentro con el escenario que mi mente había creado con mucho esfuerzo para esta ocasión, solamente, vacío, toda la casa a nuestro alrededor está vacía en su totalidad, sin ningún alma perdida por ahí rondando.

Makarov hoy luce informal, pero sin dejar esa típica clase que siempre lo rodea. Unos jeans y una camisa negra que expone sus brazos tatuados es lo que no combina conmigo, quien usa algo formal para lo que hoy haré.

Nos dirigimos al sótano de la casa, y ahí, me encuentro con una escena aterradora; un hombre, del cual desconozco su identidad gracias a la bolsa negra en su cabeza, estaba siendo torturado por los trabajadores de Makarov, atado a una miserable silla que a leguas se nota que tampoco durará mucho más si sigue recibiendo golpes. Miro confundida al hombre a mi lado, no sé de qué me asombro, sabiendo ya de antemano que este tipo es un sádico hasta en la cama. Alguien que es capaz de ocasionar una masacre a gran escala y volar en pedazos el aeropuerto principal de una ciudad, ¿por qué no podría tomarse la fácil tarea de torturar a alguien de esta manera tan atroz?

Makarov, con un simple movimiento de cabeza, les ordena que le quiten el saco de la cabeza a la pobre víctima, y me aterro aún más cuando me doy cuenta que se trata de Yuri, el mejor amigo de él.

—¿Qué es todo esto? —pregunto con la voz entrecortada, comienzo a temblar del pánico que me ocasiona ver a un hombre tan gentil como Yuri en una situación así, provocada por el que se hace llamar su mejor amigo.

—Es un maldito traidor, y ese tipo de personas no merecen más castigo que este, querida. —me suelta para ir a posicionarse detrás de su "amigo", quien apenas si puede respirar, quien apenas puede mover los ojos para mirarme. Sus iris reflejan una sola palabra en mayúsculas para mi...

Huye.

Mi cuerpo se queda inmóvil, presencio en primera plana como Makarov le corta la lengua a Yuri, quien luego de esto vomita mares de sangre fresca por su nueva herida. Seguido de eso, un destornillador es clavado en uno de sus ojos, él ni siquiera grita, solamente se queda como un simple muñeco de trapo dispuesto a cualquier otro tipo de ataque físico. Makarov sigue jugando con su piel, contándola o golpeándola, una de sus armas de fuego amenaza con dispararse en la frente de Yuri por el descuido que tiene el monstruo quien la sostiene para causar terror, aunque sus planes se ven frustrados por el frío gesto de su amigo en colocar, rendido, su entrecejo en la boca de aquella Glock, queriendo terminar con aquel sufrimiento de una manera fácil y sencilla.

—Ni lo creas... mi amigo, mi aliado, y mi traidor, tu final no será ni de lejos tan rápido e indoloro. —explica Makarov, en una nueva faceta aún más siniestra.

Mis piernas flaquean y mi vista se torna borrosa. Estoy a punto de desmayarme.

 Estoy a punto de desmayarme

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Continuará...

ESTOCOLMO {Vladimir Makarov}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora