Lo Anhelo A Él

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Realmente me desmayé, todo lo que vi fue real, el haber sido testigo de la crueldad que corre por las venas del hombre con quien me estoy obsesionando también fue real

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Realmente me desmayé, todo lo que vi fue real, el haber sido testigo de la crueldad que corre por las venas del hombre con quien me estoy obsesionando también fue real. Todo es completamente confuso, tantas cosas suceden al mismo tiempo y tan rápido que no me permiten procesar nada en lo absoluto. Esto es una mentira, una ilusión... de seguro ese día en el aeropuerto, Makarov debió asesinarme, y todo esto es un simple infierno a el que vine a parar por la condena de todos mis pecados en vida. Nada de lo que he vivido en estas cortas tres semanas debe ser real, nunca, jamás, no puede ser real...

Abrazo mis piernas, aún bajo las sábanas, oculta de todo mi alrededor, incluso de aquellos pasos que conozco perfectamente, los cuales se van acercando cada vez más a donde estoy. No me muevo, solamente suspiro, cansada.

—Quería ver hasta dónde era capaz de engañarme... mi mejor amigo me dio la espalda por el movimiento más grande que he hecho para obtener lo que quiero... y de paso, tuvo el atrevimiento de poner sus sucias manos sobre lo que es mío, en mi cara. También habían otros miles de motivos para acabar con él, pero no soporté que tomara tal confianza contigo... —me explica, con tal lentitud que logra causarme un gran escalofrío, ahora es miedo, ahora le temo.

—¡Basta! ¡Eres un monstruo! —exclamo cuando tiene el descaro de poner su mano en mi espalda, salgo furiosa de debajo de las sábanas, con pequeñas lágrimas en las comisuras de mis ojos, el miedo me carcome y no me deja actuar ni hablar con claridad.

Makarov se queda inmóvil, analizándome, como siempre suele hacer, y yo, nada más estoy en medio de la cama, con la respiración agitada, a punto de llorar, aún enredada entre la tela que cubría mi vulnerable cuerpo. Cuando él por fin hace el intento de tocarme, lo alejo, golpeando sin ningún sentido al aire, tratando de retroceder, sin embargo, no demoro en caer de espaldas en la cama por culpa de las sábanas que aún seguían en mi camino, que aún seguían sujetas a mis piernas. La posición en la que quedo no es la más favorable para mi en estos momentos, y esto lo toma Makarov como una oportunidad para acercarse y tomarme por la fuerza, logrando inmovilizar por completo mi débil cuerpo, mis acciones se vuelven torpes cada vez que él está así de cerca, me vuelvo aún más vulnerable y sumisa, mi mente dice a gritos que esto, por supuesto, está muy mal, pero mi cuerpo exclama por su cercanía, porque vuelva a hacerme suya de esa forma violenta y desesperada en la que tuvimos sexo unas largas horas ayer en la noche.

—Mírate... eres un desastre, me das pena. —me señala, tomando mi mandíbula entre su mano, como ya es su costumbre cuando quiere que toda mi atención sea suya—, pero que te quede claro, a pesar de todo, siempre seguirás siendo mía... hasta que alguno de los dos muera, solo yo podré tocarte. —añade, rozando sus ásperos labios con los míos, su perfume y aliento me hacen sentir en la gloria por un par de cortos segundos, hasta que se aleja, acomodando el cinturón que adorna sus jeans.

—¿Eso será todo? —mi fugaz pensamiento sale en voz alta. Mi primera reacción es cubrir mi boca con ambas manos, mirando fijamente el techo de madera que tengo de frente al seguir tumbada, presa entre las sábanas enredadas en mis piernas.

—¿Qué quería entonces, señorita? —cuestiona con su típico aire sarcástico, sofocando mis alrededores mientras se acomoda entre mis piernas para aprisionar mi cuerpo entre el suyo y la cama cuando se recuesta sobre mi, sus dientes hacen su trabajo de dejar mordidas y marcas nuevas por la piel de mi cuello, clavícula y ahora, mis hombros y brazos—. Espero que con esto les quede a todos aún mas claro que sólo eres para mi, eres y siempre serás mi propiedad mientras yo viva. —gruñe entre dientes, suspirando y apoyando sus labios contra mi piel lastimada mientras habla.

Yo respondo también con suspiros y pequeños quejidos de dolor que obviamente ignora y castiga incrementando su fuerza. No debo hacer esto, no debí hablar, no debo dejarme, pero aquí estoy, deseando que este hombre me haga suya de nuevo con la misma apasionada violencia de ayer. Makarov es alguien cruel, de sangre fría, que no debe ni tenerse aprecio propio, capaz de hacer daño masivo a cualquier, tanto físico como emocional, ¿quién no lo puede traicionar siendo así? Torturó y asesinó a el que consideraba como su mejor amigo, hizo una masacre a gran escala, acabando con cientos de vidas, sientas de personas de todas las edades, y como cereza del pastel, voló el lugar, también es alguien de intercambiar una vida inocente por dinero, hacer negocios con vidas como si fuesen mercancía sobrante. Conmigo... ¿por qué es distinto? Puede que solamente me use para sus planes y en la cama, sin embargo, acepto que soy lo suficientemente inútil como para esperar día y noche que Makarov termine con mi vida, o simplemente me entregue a alguien más para fines igual de turbios a sus tratos.

—¿Acaso piensas en otro hombre para soportarme? —pregunta Makarov, quien sostiene mi mentón con cierta delicadeza para que lo viese a los ojos—, que niña mala, eso amerita otro castigo. —añade al no obtener ninguna respuesta de mi parte.

Sus dientes se clavan en mis labios, luego, su lengua comienza un excelente baile con la mía, a la vez que sus dedos pellizcan uno de mis pezones y los otros están abajo, en mi húmeda entrepierna, jugando con mi punto sensible de tal manera, que no me dejaba organizar mis otros pensamientos por retorcerme al querer llegar al orgasmo.

Si supiera que él ha sido el primer hombre en mi vida, y que mi cuerpo, desde aquel encuentro salvaje de ayer, solo anhela volver a sentirlo, solamente a él, a Makarov, solamente lo anhelo a él.

Continuará

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Continuará...

ESTOCOLMO {Vladimir Makarov}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora