A Salvo, Mi Amor

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Los pocos días que Vladimir tenía libres antes de comenzar su más grande movimiento se fueron volando

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Los pocos días que Vladimir tenía libres antes de comenzar su más grande movimiento se fueron volando. Debo admitir que está intentando cambiar por mi, está tratando de abrir eso que llaman corazón a pesar de que algunas veces me demuestre todo lo contrario. Tengo la falsa esperanza de llevar, algún día, una vida ligeramente normal a su lado, aunque esté siendo testigo, ahora mismo, de que esa tonta ilusión jamás podrá cumplirse, al menos no en un porcentaje considerable.

Loren y yo estamos sentadas en uno de los sofás de la sala principal, mirando las noticias que están plagadas de la nueva tendencia de estos momentos; la declaración de guerra que Rusia le acaba de hacer a los Estados Unidos, evitando seguir con la compasión que ya tenían desde la masacre del aeropuerto de Vladimir obviamente hizo. Ahora comprendo el motivo por el cual asesinó a uno de sus hombres aquel día, era un espía americano, una pieza clave en todo el desastre que apenas está comenzando.

—¿Qué era lo que iba a hacer Vladimir exactamente? —le pregunto a Loren, sin apartar mi mirada de la televisión.

—No lo sé, sus planes jamás me los confiesa, solamente viene a mi cuando necesita desahogarse de algún asunto personal. —me responde, sin ella tampoco mirarme.

Suspiro, desesperada por no saber absolutamente nada, ni de Vladimir, ni de sus ideas. Han pasado cuatro días desde que se fue y no ha habido ninguna señal de vida de su parte, ni de ninguno de sus demás hombres. Viktor es ahora uno de los más cercanos a él, pero tampoco se ha dignado en aparecer, ni siquiera un mísero mensaje a Loren le ha dejado. Bueno... debo suponer que siguen ocupados con su gran golpe, y haciendo miles de cosas de las cuales aún no me entero.

—Quiero salir a caminar, vengo al rato. —le informo a Loren, quien me hace un gesto de aprobación antes de volver a mirar la televisión.

Me estoy tomando el arriesgado atrevimiento de hacer cortas o largas caminatas durante estos días sin Vladimir. Siempre sigo los senderos marcados en el bosque que rodea la gran casa me llevan a lugares fantásticos para quedarse un buen tiempo a despejar la mente, como por ejemplo; un pequeño lago, un campo abierto a lo que podría ser un terreno perfecto para sembrar cualquier cosa, un gran mirador a el cual me he subido para admirar el gran bosque en el que me sumerjo ahora con confianza, entre otros muchos destinos agradables. Si Vladimir fuese alguien normal, estaría encantada incluso de formar una familia en un lugar como este, sin embargo, ahora mismo me siento más sola que nunca, más deprimida sin él a mi lado, me hace falta de cierta forma, ¿extraño, no?

Bueno, tampoco pasé los últimos días a su lado de manera desagradable. Fue divertido jugar al póker y quien perdiera cada ronda, debía deshacerse de alguna prenda que el contrario dijera, o también saliendo a cenar en las noches y luego de eso, caminar por los alrededores, riéndonos del resto de personas que, por alguna extraña razón, siempre les pasaba algo malo, como caerse o chocar con algún poste por distraídos. Vladimir parecía una persona completamente normal durante esos momentos, y tal cosa me agradaba, a pesar de que no me dijera tan seguido cosas lindas o demostrara su cariño con algún gesto en público, a pesar de la abismal diferencia de edad, a pesar de que él sea un criminal experimentado fugaces escenarios de una vida cotidiana, lo estuvo intentando, y fue todo perfecto, conociendo de antemano su temperamento por supuesto.

Estuve caminando en círculos todo este maldito tiempo, gracias a mis fuertes pensamientos no me pude concentrar ni mucho menos controlar la dirección de mis pies. Se me hizo tarde y no logré nada más que seguir dándole vueltas al mismo asunto, pero bueno, ya tendré tiempo mañana de nuevo para hacer otro recorrido.

Me devuelvo en un par de segundos, notando unos familiares autos estacionados a la entrada de la casa. Las alertas de peligro se encienden en mi cabeza, unas que me indican que probablemente esté ahora en problemas por salir. Trato de mantener la calma hasta cuando entro de nuevo, ahí me encuentro a un histérico Vladimir haciendo añicos todo aquello que estuviera a su paso, desde cosas, hasta a sus mismos trabajadores.

—¡¿Dónde дерьмо está ella?! ¡Loren por dios! ¡¿Por qué la dejaste ir?! ¡ебать! —exclama, completamente furioso.

Estaba a tan sólo centímetros de golpearla, y en mi rápido impulso por empujarla para evitar tal cosa, quedé en su lugar, recibiendo en una de mis mejillas el salvaje puño de Vladimir. Todos los presentes ahogan un pequeño grito de asombro entre sus manos, incluso Viktor, quien parece ser el más indiferente ante cualquier cosa que haga su jefe, luce completamente aterrado por lo sucedido. La zona de mi piel que recibió tal golpe arde, duele incluso al mover la mandíbula, aunque ya estoy acostumbrada al dolor, esto es nuevo.

Vladimir me llama en un débil susurro, queriendo que gire mi rostro para conectar sus ojos con los míos, pero prefiero dejar mi cabeza en la dirección en la que iba su puño. Al ignorarlo, se enoja de tal manera que agarra mi mentón sin ningún tipo de cuidado para poder analizarme, claramente mi expresión debe ser de terror total, ya que su entrecejo fruncido se suaviza, para pasar a demostrar arrepentimiento absoluto. 

—Yo... perdóname, por favor. —me pide con un sutil aire de súplica, con una honestidad que no es, ni de lejos, suya.

Sin pensarlo mucho, y tampoco haciendo el mayor de los esfuerzos, me carga en su hombro como si fuese una simple almohada liviana hacia la que debería empezar a considerar de ahora en adelante, nuestra habitación. Estando allí, a solas, me asiste el fuerte golpe que me propinó con hielo, el cual quema mi piel al instante de hacer contacto directo. Trato de alejarme, pero aún así, termino aceptando la ayuda de él, quien luce completamente arrepentido y culpable de mi dolor.

—Perdóname, en serio, красивая кукла, nunca más volveré a lastimarte. —se vuele a disculpar, ahora acomodando mi cabello desordenado, culpa total de la brisa del exterior.

Ahora quiere a toda costa ser suave conmigo, como si yo fuese una figura delicada de cristal. No entiendo cómo es capaz de lidiar con esa eterna lucha de sus dos lados, uno queriendo predominar más que el otro, y él luciendo exasperado por no saber cual dejar salir.

—¿Qué fue lo que pasó? —cuestiono, refiriéndome a la inevitable guerra que ahora estallará entre Rusia y otras potencias, para tratar de distraerlo de su batalla interna de emociones.

Él niega con la cabeza, para luego reír entre dientes, con obvia amargura—. La caída de Rusia se aproxima, es necesario para que renazca aún más fuerte y firme contra aquellos que siempre han ignorado su potencial. Todo el mundo temblará en unos próximos días y necesito que estés a salvo, mi amor. —me explica, logrando bajar de inmediato la asfixiante atmósfera tensa que se había creado a raíz del nuevo significado profundo de la palabra guerra.

Debería temer más por mi propio bienestar, pero aquello va ligado con el de Vladimir, o eso me digo para no aceptar que me muero de la preocupación, una preocupación provocada por la misma idea de que sea él quien esté participando en todo esto. Vladimir me importa, y solamente deseo que vuelva completo y a salvo a casa, de nuevo, a nuestro hogar.

 Vladimir me importa, y solamente deseo que vuelva completo y a salvo a casa, de nuevo, a nuestro hogar

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Continuará...

ESTOCOLMO {Vladimir Makarov}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora