Raúl Menéndez

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Vladimir Makarov

—Rusia tomará toda Europa, incluso si debe estar sobre un montón de cenizas

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—Rusia tomará toda Europa, incluso si debe estar sobre un montón de cenizas. Señor Presidente, necesito los códigos de lanzamiento.

—Jamás los tendrás, maldito loco. 

Mi sonrisa ladina no tarda en aparecer cuando niego sutilmente con la cabeza. Analizando la situación, solo hay una última opción, un plan bajo la manga que no quería llegar a utilizar, pero ahora viendo que este idiota no cederá tan fácilmente, no me queda otro camino más que manipularlo con su punto débil.

—Todo hombre tiene su debilidad... —le recalco, acercándome con total cautela—. Encuentren a la chica. —le ordeno a mis hombres, y de paso, logrando causarle terror a Borís.

El hombre palidece ante mis palabras y se vuelve completamente manipulable al momento de dirigirlo al helicóptero. No opone resistencia y eso me llena de orgullo por facilitar mi trabajo, por demostrar que le he dado justo en el clavo. Si bien esto aún no termina, ya es un gran paso tenerlo cual cordero manso desde un principio.

Cuando tomamos altura, emprendemos el viaje a nuestra base. Llevo un buen tiempo sin ir a ese lugar, todo por ella. Nunca me imaginé que una mujer lograría tenerme a sus pies como ella logró hacerlo con sólo una mirada, aquella que me dedicó la primera vez que la vi, ese día donde, en su intento de huir y protegerse del peligro inminente, se chocó directamente conmigo. ¿Eso fue bueno o malo? Tal vez para ella fue la mejor suerte que pudo correr en medio de una masacre de tal magnitud; encontrarse de buenas a primeras a el jefe, quien... no dudó ni un segundo en protegerla, sin embargo, para mi fue toda una tragedia toparme con tal ángel que ahora podría manipularme a su total antojo. 

—Si todo hombre tiene su debilidad, puedo suponer cual es la tuya, Makarov. 

Las palabras de Borís llaman mi completa atención, y por desgracia, tal acción imprudente le confirma que lo dicho es cierto. Podrá ser un porfiado, pero es astuto cuando se decide en usar su desestimado cerebro.

—Puede suponer todo lo que quiera, porque de igual forma, siempre va a errar en cualquier cosa que piense de mi, señor Presidente. —contesto, en un vago e inútil intento por parecer indiferente ante sus sospechas.

Borís se carcajea con sutileza, pero no sin querer ocultar la gracia que le causa esta situación—. Todos sabemos que, para ser el nuevo Zar de Rusia, deberás tener una mujer, y ahora, al verte tan decidido en tus planes, puedo pensar y afirmar que... ya tienes a alguien para ocupar ese lugar, que de paso, podría tal vez mejorar un poco tu imagen, y ser aceptado con más de facilidad por el pueblo ruso. —explica, llegando a tocar mi límite.

ESTOCOLMO {Vladimir Makarov}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora