Azul y Verde

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¿En serio mi día no puede estar peor?

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¿En serio mi día no puede estar peor?

Salí, esta vez a solas por mis planes, perfectos solamente en mi cabeza. Quería darle una sorpresa a Vladimir por nuestro aniversario de dos meses, deseaba comprarme nueva ropa para lucirle en una cena que tenía planeada, pero claro, mi vida no puede estar tranquila por mucho tiempo.

Militares llegaron a rodear y cerrar el centro, revisando y barriendo por las calles comerciales y otros sitios cercanos como cafeterías o salones de belleza. No entendí en un principio si se trataban de hostiles o tal vez un show por parte de Vladimir, buscándome...

Claro que me estaban buscando a mi, pero no la persona que yo deseaba ver entre la multitud, portando un fusil de asalto entre sus manos , con traje negro formal y demás adornos tácticos.

Unos ojos azules, muy familiares, fueron los primero que me hicieron entrar en pánico cuando se conectaron con los míos. Price ahora me sigue, en una carrera por atraparme, cazarme, y volver a hacerme daño.

Mi único refugio fue el hotel Carlton, con sus grandes puertas totalmente abiertas para comenzar el diabólico juego del escondite, donde no debo ser atrapada por ningún Inglés que esté bajo las órdenes de Price.

Pronto, los hostiles tomaron el lugar, incluso apagando todas sus luces, una desventaja para mi y una ventaja para ellos, portadores de gafas nocturnas bien cargadas para comenzar el juego.

Como pude, me oculté en el lugar menos esperado; un cuarto exclusivo para trabajadores del aseo. No fue lo más lógico, puesto que hay muchos objetos que fácilmente podrían delatar mi ubicación con cualquier mínimo mal movimiento que los haga caer, pero era lo único más cercano y poco probable para ocultarse alguien tan torpe como yo.

Claro, pero hablamos de mi inteligencia y razonamiento contra la de un militar profesional. Tarde o temprano se darán cuenta que es mejor comenzar con los lugares imposibles en los que posiblemente yo esté oculta. 

Y mi fea acción de sobre pensar cada mínima cosa que haga me llevó a hacer el escándalo más monumental de toda mi vida, al tropezar con una escoba que cayó sobre otras herramientas de aseo metálicas, como baldes y traperos aún en sus respectivas cubetas para escurrir. Algunas botellas con jabón líquido para el suelo cayeron de sus lugares por el choque de la escoba contra la repisa en la que estaban, y el contenido de estas derramado por mi camino me hizo resbalar y caer inmediatamente afuera del cuarto.

Para mi fortuna, nadie estaba por los alrededores, y para cuando me levanté, pude huir a otro lugar lejano a ese, con dificultades por mis zapatos mojados y resbaladizos, pero pude llegar a otra zona segura.

Bueno, supuestamente segura...

A la vuelta de la esquina del restaurante ya vacío del hotel, alguien se abalanzó sobre mi, sin dejarme oportunidad alguna de escapar al tumbarme en el suelo boca abajo y tomar mis dos muñecas presas tras mi espalda. Traté de liberarme, pero al aumentar la fuerza en mis inútiles movimientos, la consecuencia letal de aquello se hizo notar rápidamente, en la parte occipital de mi cabeza.

ESTOCOLMO {Vladimir Makarov}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora