Recuperación

304 44 8
                                    

Cuando abro de nuevo mis ojos, me encuentro con la inesperada sorpresa de estar en una habitación de hospital, acompañada por

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando abro de nuevo mis ojos, me encuentro con la inesperada sorpresa de estar en una habitación de hospital, acompañada por... aquel hombre de la noche anterior, quien tiene sus ojos cerrados para poder descansar. Al no divisar por ningún lado a Kate, me comienzo a desesperar, por el mero hecho de estar aquí encerrada, a solas con un caballero que no conozco, y que, además, tiene un gran y jodido parecido con aquella persona que me destruyó hace un año.

Su cabello, tan negro como la noche, sigue despeinado, su traje ahora está desarreglado; su corbata ha desaparecido y su camisa está entre abierta en los últimos botones. Su rostro, aunque es fiel a su joven edad, tiene cierta y extraña similitud con el de Vladimir; varonil, fuerte, firme, y serio. Sus ojos, aunque estén cerrados, los recuerdo claramente; grises, un color sumamente frío, y expresivos.

Tal vez la única diferencia que no me hace perder por completo la cordura; Vladimir no solía ser tan expresivo con su mirada.

Cuando el caballero frente a mi se despierta, lo primero que hace es buscarme, mirándome con total alegría.

—Que bueno que ya despertó, ¿cómo se siente, señorita? —cuestiona, aún demostrando su honesta y tierna preocupación,

Es imposible que esos ojos me recuerden al invierno y a la primavera misma reflejados en los iris de Vladimir.

Tan sólo son grises, no deberían recordarme ni parecerse a nada más.

—¿Qué sucedió? —pregunto con total dificultad, mientras él me ayuda a sentarme en la cama.

—Tuvo un ataque de pánico... según me dijo su amiga. 

Hace bastante tiempo no me sucedía tal cosa, solamente ocurrió cuando recién salía de la depresión que tuve gracias al abandono de Vladimir, y también, cuando apenas estaba iniciando mi tratamiento contra mi síndrome de Estocolmo. Que horrible debió verse tal cosa en público, puesto que siempre que tuve un ataque de pánico, estaba en la cómoda privacidad de un consultorio médico junto a mi psiquiatra o en mi casa junto a Kate.

—Perdón... perdón por las molestias. —me disculpo, totalmente apenada por requerir de su ayuda, siendo él aún un extraño.

—No es ninguna molestia ayudarla, al contrario, es un placer poder estar cerca de alguien tan bella como usted. 

Evito mirarlo, evito encontrarle algún parecido con Vladimir, aunque se demuestre que son completamente distintos, incluso en lo expresivos verbalmente.

—Mi nombre es Zev Foster, un gusto. —me extiende su mano, y la acepto gustosa, presentándome también de paso—. Bonito nombre... supongo que no es de por aquí, ¿cierto?

—No, en lo absoluto, ¿cómo lo supo? —cuestiono, intrigada ahora por la charla que se va formando entre nosotros.

—Su acento, su nombre, y su aspecto, es alguien exótica en un lugar tan frío como este, eso la hace resaltar aún más. —se explica, tan elegante y suave que es imposible no admirarlo.

—Y usted... es el típico caballero que describe a una mujer como diosa o la tilda de especial para obtener algo a cambio, ¿o me equivoco?

Inmediatamente, su rostro se oscurece, sus ojos expresivos se vuelven afilados y fríos, recordándome de nuevo, a aquel personaje tormentoso de mi pasado.

—No precisamente... deseo conocerla primero, señorita. —me guiña un ojo, volviendo a su natural actitud cálida—. ¿Es acaso un delito buscar a alguien con quien hablar en mis tiempos libres?

No, y supongo que tampoco debe ser alguien de muchos amigos... a juzgar por su ropa de trabajo, apenas si debe tener tiempo para almorzar algunas veces. Inglaterra es un país que se ha envuelto en grandes ocupaciones, unas que no te dejan tiempo ni para descansar adecuadamente, así que es correcto suponer de buenas a primeras que un ejecutivo, sin importar su cargo, nunca tendrá una vida social muy amplia.

—Bueno, en ese caso, me gustaría ser... tu amiga, entonces... —respondo, con cierta punzada en mi pecho, que lastima aquel caparazón que cree para evitar a los hombres cuyos propósitos a futuro es tener una relación conmigo.

En ese momento, Kate se apresura a ingresar en la habitación, cargando consigo bebidas y pasabocas variados.

—Perdón la demora, y perdón por interrumpir en su charla... —se disculpa, no con el afán de ser perdonada, sino de fomentar a que sigamos hablando como ya lo estábamos haciendo—. Que bueno que ya tengas la oportunidad de conocer al señor Foster, fue muy amable en traernos en su auto hasta acá.

Kate me guiña un ojo, y para evitar la vergüenza, mis iris vuelven a caer de nuevo sobre el caballero que nos campaña, quien me dedica una leve sonrisa. Todo me resulta tan incómodo, tan familiar...

No, no de nuevo.

—Para mi, un placer haber ayudado, y por supuesto, agradezco que me estén dando una oportunidad de conocerlas, chicas.

—El placer será aún mejor si te enfocas en mi amiga. —responde Kate, divertida, y acercándose a él para susurrarle algo—, ella necesita de un buen hombre que le haga olvidar de todos sus problemas. —dice, con la obvia intensión de ser escuchada por mi.

¡Kate Laswell! ¡No necesito y tampoco quiero a nadie que cubra mis heridas en lugar de sanarlas! —escupo, completamente enojada.

¿Tan difícil es empezar de nuevo de una manera adecuada?

No necesito la ayuda de nadie, ni mucho menos, que solamente quiera dejar atrás todo por lo que pasé, como si fuera poco o nada, en lugar de ayudarme a superarlo de una forma correcta.

—Puedo comprender a su amiga, señora Laswell, no es adecuado que usted quiera meterme en la vida de ella cuando necesita tiempo. —mi mirada vuelve a caer sobre él, analizando cada palabra que ha dicho, y esto parece incomodarlo—. De seguro ha pasado por muchos momentos difíciles, según como puedo entender...

Esto es raro.

Demasiado.

Habla como si ya supiera de mi vida, y tal parece que Kate tampoco le ha dicho algo con todo lo que ha durado por fuera, porque está tan asombrada como yo. O más bien, también parece estar aterrada y enojada. Algo traman estos dos, algo no me huele bien ahora.

—Mi vida parece un libro abierto, ¿por qué me pareció que el señor Foster ya sabe algo de mi? —pregunto, mientras ambos comparten una mirada rápida de angustia.

 Una enfermera, que entra con afán a la habitación, parece ser la salvación de estos dos.

—Señora Laswell, un hombre la busca con suma urgencia, su nombre es John...

—¡Lo sé! Voy de inmediato. —interrumpe Kate, pareciendo aún más asustada ahora que antes.

¿John? Que yo sepa, en su vida no hay ningún amigo o familiar llamado así, ¿y el apellido del hombre que la busca? ¿Por qué interrumpió a la enfermera cuando lo iba a decir?

Esto parece una pesadilla.

Esto parece una pesadilla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Continuará...

ESTOCOLMO {Vladimir Makarov}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora