Ghost

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¿Es normal no poder sentarse por tres días seguidos?

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¿Es normal no poder sentarse por tres días seguidos?

Mis caderas duelen ante cualquier movimiento y mis músculos están tensos. Por cada noche de lujuria que él y yo pasamos, empeora todo. En el sensual juego previo al acto, Vladimir siempre es suave, gentil, cariñoso incluso, pero cuando nuestros cuerpos por fin se encuentran sin barrera alguna o prohibición, es despiadado, es tosco, cambia por completo al liberar su bestia interna, una que siempre vive hambrienta y que ataca con total salvajismo a aquello que más desea poseer, devorar.

—Voy a salir, muñeca. —me informa Vladimir, apurado; como es habitual en él luego de recibir alguna llamada de sus hombres—. Volveré temprano en la noche, te amo. —ahora, parte de su largo ritual de despedida, siempre me deposita un beso; si es largo y profundo, es porque posiblemente vuelva cuando yo ya esté durmiendo, por el contrario; si es corto, significa que el asunto que irá a tratar es algo mínimo, que apenas si requiere de su atención, pero bueno, se trata de Vladimir, ¿acaso le puedo pedir que esté en calma durante un maldito día? Eso es imposible siendo él, actualmente, el terrorista más grande en todo el mundo.

Me río en silencio, negando con mi cabeza, todo por el hecho de haberme enamorado de esta manera tan enfermiza... de alguien como Vladimir...

Me paso los dedos por mis labios, aún bañados en su ligera saliva, en su aroma, en la suavidad de su piel. Hace poco estábamos acostados en la cama, abrazados, hablando de varios temas a profundidad, luego de ello, él se levantó para darse un baño y arreglarse para salir, luego de una extraña charla en código. Odio el misterio que siempre trae consigo cuando se trata de temas de su pasado o trabajo. Debería tenerme confianza, pronto seré su esposa, y si tanto desea que esta relación funcione, podría al menos intentar hablar conmigo respecto a cosas que él mismo prometió darme una explicación lógica, pero bueno, no lo voy a presionar hasta el punto de discutir por ello.

Todo a su tiempo...

Las horas se pasan volando una vez que duermo por un rato

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Las horas se pasan volando una vez que duermo por un rato. Vladimir no ha llegado, todo está en en completo silencio, uno demasiado extraño. Las luces de afuera están apagadas, cuando generalmente deberían estar encendidas. Son las ocho de la noche y es el momento perfecto para recibir algún llamado de Loren para cenar, no obstante, se siente como si no hubiera nadie más en la casa; solamente soy yo y mi poco valor para salir de la habitación.

ESTOCOLMO {Vladimir Makarov}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora