Aunque Me Duela

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Un Año Después 

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Un Año Después 



Mi espalda duele por estar parada todo el día, todos los malditos días de mi asquerosa existencia.

Ahora trabajo en una pequeña cafetería que yo misma abrí hace dos meses, sirviéndole a las personas sus pedidos junto a mi única amiga, Kate. 

Ella fue la única persona en toda Londres que me brindó la mano cuando llegué, y a pesar de que me lleva varios años, me puedo divertir a su lado como si fuera una joven de mi edad. Es dulce y amable, nunca me ha respondido mal, jamás hemos peleado por algo, y me apoya en cada decisión que tome.

¿Cómo terminé en esta situación? Claramente, Vladimir fue el responsable, incluso tuvo el descaro de mandarme a Australia, el país más lejano posible de Rusia, aquella noche donde pensaba que había muerto a manos de Price. Y eso es lo único que podría decir para tratar de explicar el porqué estoy ahora en Londres, comenzando un negocio propio, con el apoyo incondicional de mi mejor amiga Kate.

Jamás podré saber el verdadero motivo por el cual me sacó completamente de su vida, y tampoco deseo saber ni una sola cosa mas de él.

Los periódicos están plagados de noticias sobre el Zar de Rusia y sus constantes amenazas nucleares y biológicas, con las cuales mantiene al resto de la población mundial en total control y a su favor, ahora nada se interpone en su camino.

¿Y su esposa?

Pues se suponía que iba a ser yo quien estuviera a su lado, una feliz mujer casada que llevaría su apellido con orgullo, pero no, no fui yo, ni tampoco hay alguien que ocupe ese lugar actualmente, o eso se cree... Vladimir siempre ha sido alguien muy reservado, si tiene o no a una amante, eso jamás saldrá a la luz a no ser de que quiera hacer algo oficial que involucre y afecte su imagen pública.

Eso me duele.

Me duele no ser yo, y me dolería aún mas el hecho de enterarme de que tiene a alguien más. Por esa sencilla razón, no deseo saber absolutamente nada de noticias internacionales ligadas a él, meramente... me entero de los asuntos nacionales. Kate lo sabe muy bien, hasta el punto de ayudarme con total recelo en ese asunto, evitando que me tope con alguna noticia de Makarov al ella revisar primero lo que estoy por leer o ver en la televisión. 

Mi salud, tanto mental como física, ha ido de mal en peor. Obvio, no es fácil salir de un síndrome de Estocolmo severo, fue un largo trabajo en el que Kate me estuvo apoyando y ayudando, para por fin aceptar que soy "libre" de aquel monstruo que solamente me utilizó para su satisfacción.

ESTOCOLMO {Vladimir Makarov}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora