Tiempos De Guerra

367 52 4
                                    

Obviamente, por orden mía, Vladimir se fue a disculpar con los demás por su incontrolable ataque de ira, y luego, decidimos aclarar nuestras dudas, mientras ambos nos sumergimos en la tina para tomar un baño relajante

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Obviamente, por orden mía, Vladimir se fue a disculpar con los demás por su incontrolable ataque de ira, y luego, decidimos aclarar nuestras dudas, mientras ambos nos sumergimos en la tina para tomar un baño relajante.

—¿Por qué no te fuiste? Te estás tomando la libertad de salir a caminar por los alrededores, fácilmente podrías escapar. —ataca él primero, a la vez que planta un largo camino de besos desde mi hombro hasta mi nuca.

—¿Por qué tirar a la basura todo este tiempo que he pasado a tu lado? Estoy logrando que hagas grandes cambios en ti, y deseo estar presente para cuando seas otro Vladimir, uno que sé muy bien que tienes oculto bajo esa capa de frialdad y disciplina. —contesto, provocando que una mordida se clave en mi cuello en medio de sus besos. He perdido la costumbre después de mucho tiempo sin sentir este dolor ocasionado por sus dientes, así que me quejo sin tratar de ocultarlo—. ¡¿Qué diablos te pasa?! —exclamo, dándome la vuelta dentro de la tina para quedar cara a cara con él.

Le tiro agua en la cara, y así comenzamos una guerra que hizo del piso un desastre. No sé en cual momento terminé sobre él, sentada en su abdomen, pero ahora me doy cuenta que, gracias a esto, Vladimir parece realmente vulnerable ante mi, completamente sumiso al sentir mi cuerpo sobre el suyo. Me aprovecho de la situación y lo provoco con pequeños movimientos circulares cuando me acomodo un poco más abajo de su duro abdomen. Sus dedos se clavan en mis caderas, y al confiarme en que esto le está gustando, los papeles se cambian y ahora soy yo quien está debajo de él luego de un rápido y fugaz movimiento. El agua alcanza mi rostro a medio sumergir, estoy asombrada por tal agilidad y fuerza para tomarme y colocarme donde se le de la gana. Mis labios tiemblan peligrosamente cuando su pulgar los roza con suavidad, luciendo hambriento por probar mi boca, pero resistiéndose de tal manera, que solo gruñe de forma tenebrosa cuando se aleja de mi.

—¿Qué hacías antes de meterte en este mundo ilegal? —ahora soy yo quien pregunta, tratando de aligerar el tenso ambiente generado por la abrupta separación de nuestros cuerpos.

—Era un capitán del Ejército Ruso. —responde con cierta amargura oculta en sus palabras, sus ojos se vuelven más sombríos y los aparta de mi. Claramente hay una historia difícil detrás de toda su anterior vida normal.

Decido no indagar en eso, es mejor que esperar el momento en el que Vladimir se abra por completo a mi que forzarlo ahora, podría salir mal mi intento de conocerlo un poco más si pregunto demás.

—¿Qué sientes por mi exactamente? —cuestiona Vladimir, sin mirarme aún. Sus iris están clavados en la única ventana de este baño, la cual deja notar la lluvia que empapa el espeso bosque que rodea la casa.

Trato de idear la respuesta correcta en mi cabeza antes de hablar sin pensar, pero mi cuerpo siempre predomina mucho antes que mis pensamientos, llegando a actuar sin lógica o tan siquiera, medir las consecuencias de mis actos:

—Vladimir... a ti te amo, te adoro, lo eres todo para mi... —me acerco a él y me recuesto sobre su pecho al abrazarlo, el agua ya es lo suficientemente baja para no seguir saliendo e inundar el suelo, así que me doy el lujo de moverme sin medir la velocidad de mis acciones con Vladimir.

Esto parece dejarlo sin palabras, y a mi también. Ya no sé si está mal todo esto, pero he aceptado que lo necesito, muy a pesar de que en un principio, yo fui secuestrada y en parte, utilizada para su propio bien, ahora dependo de Vladimir para tener paz mental y sentirme plena en este lugar.

No pasó mucho tiempo para que ambos saliéramos del baño. Yo ya estoy acostumbrada a que él presencie mi desnudez, así que no me hizo falta usar toalla para cubrirme en la habitación mientras buscaba algo de ropa para vestirme. Esto pone nervioso a Vladimir, quien no tarda en unir su cuerpo al mío, en un firme abrazo que nace desde mi espalda pegada a su húmedo pecho, para luego terminar en sus brazos rodeando mi cintura.

—¿Por qué me quieres como tu esposa? —cuestiono, mientras trato de vestirme con Vladimir pegado a mi.

—Mis hombres me quieren como el Zar de Rusia, debo tener una esposa para tener una buena imagen, y contigo lo tengo todo. —responde con sus labios pegados a mi hombro, suspirando por tener que alejarse en determinado momento para yo poder colocarme una camisa—, también voy a querer un hijo, en algún momento de nuestro matrimonio tendremos que tener un heredero. —añade, recordándome que yo no tomé ninguna pastilla luego de nuestro desliz en aquel restaurante.

Los nervios se comienzan a apoderar de mi, él parece notarlo y trata de acercarse, pero yo me alejo instintivamente, corriendo hacia la puerta y bajando a la primera planta, en busca de Loren.

Vladimir me llama desde el segundo piso pero lo ignoro, estoy desesperada por encontrar a la única persona que me puede ayudar en estos momentos, a quien le podría confiar esta difícil situación en la que estoy ahora metida por mi propio descuido. Sin embargo, Loren no está, ni mucho menos la casa está organizada.

—¿Qué sucede? —me pregunta Vladimir, a mis espaldas.

No quiero girar, no quiero verlo a los ojos y que note mi preocupación, querrá saber a muerte lo que me pasa y estos no son momentos para añadir una carga como esa a la situación, no un hijo.

—¿Dónde está ella? Necesito a Loren ahora.

—Salió a comprar unas cosas, dijo que vendría en treinta minutos. —responde, acercándose y acariciando mi brazo con ternura.

Me giro, y por supuesto que trago en seco al verlo tan tranquilo, tan inocente de todo lo que me atraviesa la mente en estos momentos.

No puedo decirle que seguramente será padre por mi olvido de la pastilla, no en estos difíciles tiempos de guerra.

No puedo decirle que seguramente será padre por mi olvido de la pastilla, no en estos difíciles tiempos de guerra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Continuará...

ESTOCOLMO {Vladimir Makarov}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora