¡Sorpresa!

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Nadie mas se encontraba por aquellos pasillos que recorrimos para volver a la habitación donde desperté, y sinceramente, fue lo mejor, nadie pudo notar el desastre en nuestra ropa, ni tampoco pudieron ver lo necesitado que seguía Vladimir de mi, a...

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Nadie mas se encontraba por aquellos pasillos que recorrimos para volver a la habitación donde desperté, y sinceramente, fue lo mejor, nadie pudo notar el desastre en nuestra ropa, ni tampoco pudieron ver lo necesitado que seguía Vladimir de mi, a pesar de contenerse una vez que llegamos a nuestro destino.

—Tengo que darte aquello que me pediste a cambio de quedarte, y esa es tu sorpresa. —informa, dejando la chaqueta de su uniforme en la cama, acercándose de nuevo a mi para abrazarme—. Todo está planeado, y así no te hubieras quedado, lo hubiera hecho igualmente. 

No sé de qué habla, y tampoco me importa, la comodidad de sus brazos me hace olvidar incluso del lugar en el que estoy.

—Tú y yo acabaremos con Price la próxima semana, está decidido. 

Sus palabras me helaron por completo, y aún más al incluirme en eso.

—¿Cómo harás eso? —cuestioné, temiendo lo peor de su parte.

Vladimir me suelta, y se deja caer en la cama, invitándome a sentarme a su lado dando palmadas sobre la sábana.

—Muy posiblemente me culpen a mi de la muerte de Laswell, y él vendrá por mí, pero el buscarme será su sentencia de muerte, no pienso ponerte en riesgo saliendo de este refugio nuclear. —comenta al aire, para después mirarme, y darse cuenta de mi expresión de horror—. Linda, haré todo lo posible para que nuestras molestias terminen, y pisar este país será el fin de cualquiera que quiera arruinar de nuevo lo nuestro. —acaricia con ternura mi mejilla, tratando de calmarme, pero es imposible.

—¿De qué hablas? ¿Qué me escondes referente a tus armas? —cuestiono, levantándome de un brinco de la cama, no soy estúpida, algo anda mal con esta maldita casa presidencial, él lo ha dicho.

Vladimir se ríe ligeramente, y me invita a seguirlo al baño, no recordaba que sigo sucia, pero tampoco quiero que me oculte cosas ahora.

—Dime o me voy, hablo en serio. —me cruzo de brazos, esperando a que de media vuelta y me explique cara a cara lo que fue una obvia referencia en su anterior explicación.

—Lo verás cuando nos bañemos, vamos. —me volvió a invitar, y me fue imposible no aceptar con su promesa de revelarme la verdad de mis dudas.

 —me volvió a invitar, y me fue imposible no aceptar con su promesa de revelarme la verdad de mis dudas

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ESTOCOLMO {Vladimir Makarov}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora