Dos Lados

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Loren y yo cenamos sin la compañía de Makarov, también dormí sin él a mi lado

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Loren y yo cenamos sin la compañía de Makarov, también dormí sin él a mi lado. Una vida como su esposa será difícil si cree que voy a aparentar en público que tengo una feliz convivencia con él cuando en privado solamente me sigue utilizando para descargar su ira o estrés en la cama y para nada más. No debería exigirle a alguien como Vladimir, pero no quiero sentirme tan miserable si tengo que pasar el resto de mi vida atada a alguien así, prefiero morir y no sufrir por un corazón tan blando y débil como el mío.

Mientras aún bostezo, alguien a quien deseaba ayer a mi lado en la cama entra a la habitación, bañado en su propia sangre, una que escurría con desenfreno de la indiscreta y nueva herida de su frente. De inmediato me levanto de la cama y voy hacia él, asustada por no saber qué hacer, el miedo me impide actuar o tan siquiera hablar correctamente cuando estoy cerca, cara a cara.

—No es nada, mejor ve a desayunar, en unos minutos las acompaño. —me frena antes de que mis manos pudiesen tocar su rostro, gira la cabeza a un lado, evitándome completamente, al mismo tiempo que me guía con cuidado hacia el baño, dejándome a solas para que me preparare con la nueva ropa que me espera en un tocador cercano al lavado.

Siento un extraño hormigueo fastidioso en el estómago, estoy realmente preocupada por Vladimir y todo lo que le haya pasado en una maldita noche, sé muy bien que al ser un terrorista, mucha gente lo querrá muerto, así como tendrá sus poderosos aliados, deberá tener por igual muchos enemigos, eso es lo obvio, sin embargo, el verlo en ese estado, por primera vez, luego de que siempre se mostrara como alguien de hierro, intocable, calculador y frío, nunca me esperé esto, jamás pensé que llegaría a verlo lastimado, al menos no ante mis ojos, pero si en su total privacidad, esa que siempre ha tenido lejos del alcance de mis manos.

No tardo mucho dentro del baño, tampoco quería perder de vista a Vladimir, sin embargo, cuando salgo, ya es demasiado tarde, ha desaparecido sin dejar rastro. No tengo ninguna manera de buscarlo, si me pongo en el papel de exploradora tal vez salga lastimada de alguna u otra manera o termine obteniendo un castigo fuerte por parte de Vladimir, esta casa es muy grande, muchos de sus hombres la rondan, mi única vía nueva es de la habitación a la cocina o sala comedor y viceversa.

Llego hasta el comedor, donde me encuentro con Loren, quien ya se encuentra tomando el desayuno con total tranquilidad, sin prisas o preocupaciones aparentes. Me siento en frente de ella, al lado del lugar de Vladimir, y la tensión se hace presente cuando Loren deja de comer para observarme en silencio, con una fría mirada que logra darme un feo escalofrío directo en la columna. Ella nunca suele tener ese tipo de expresiones, siempre es cálida y amable, capaz de dar completo terror si es todo lo contrario a eso.

—Vladimir al fin se está abriendo... ¿te enseñó su rostro hoy? —pregunta, regalándome su absoluta atención.

Asiento con lentitud, esto le genera a Loren su típica sonrisa agradable. Su rostro angelical ha vuelto.

—Estaba preocupada porque fuera lo contrario, es hora que él acuda a ti en lugar de mi, no se sentiría adecuado que yo aún sea su consejera en lugar de su prometida. —me guiña un ojo, con aire cómplice—. Hoy ustedes dos saldrán de nuevo, te pedirá la mano formalmente en frente de sus hombres para que todo se vuelva concreto y oficial, te deseo suerte. —añade antes de levantarse y desaparecer por la puerta que conduce a la cocina.

ESTOCOLMO {Vladimir Makarov}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora