Cerca De La Muerte

599 74 5
                                    

Makarov me obliga a entrar a una oscura bodega, por supuesto, yo siguiéndole el paso, o tratando de hacerlo, camina muy rápido y mis posibilidades de hacer lo mismo en tacón son pocas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Makarov me obliga a entrar a una oscura bodega, por supuesto, yo siguiéndole el paso, o tratando de hacerlo, camina muy rápido y mis posibilidades de hacer lo mismo en tacón son pocas. Unos hombres aguardan por nosotros, sentados sobre cajas de maderas, llenas de municiones para armas. Miro de reojo a Makarov, quien luce completamente despreocupado, obviamente estos son sus negocios más comunes, pero yo, estoy aterrada, estar cerca de todo lo que haga referencia a la muerte me pone a temblar. Él se desenvuelve con tal naturalidad mientras negocia varios cargamentos de munición y armas ilegales que trato de odiarlo, intento con todas mis fuerzas sentir repudio, pero logro todo lo contrario... la manera en la que es tan imponente sin hacer ningún mínimo esfuerzo es increíble y logra hacerme sentir atraída, es dominante, es enigmático y todo aquello se multiplica cuando habla en ruso de esa forma tan pacífica cuando se trata de crímenes. 

¿Quién es la chica? —pregunta uno de los hombres con los que habla Makarov en ruso. Todos se devuelven hacia mi, para analizarme, me siento expuesta de nuevo, insegura, y esto parece notarlo él, quien contesta recalcando que no soy nadie importante para seguir luego con su charla.

Es asombroso cómo mantiene las cosas bajo control sin siquiera alzar la voz o hacer amenazas, llama la atención de todos a su alrededor con el don de la palabra, su capacidad de manipulación es increíble.

Me alejo poco a poco para analizar el resto de mi entorno. La bodega está llena de contenedores repletos de un paraíso de cosas ilegales, como marihuana, cocaína, todo tipo de drogas, incluso algunos recipientes refrigerados donde supongo lo que deben contener en su interior. Sigo explorando sin llamar la atención de nadie, para escabullirme hasta la zona más alejada, donde logro escuchar unos llantos que poco a poco se van acrecentando mientras más me acerco a una de las salidas de esta enorme bodega. Varias jovencitas y mujeres son obligadas a subir a furgonetas camufladas de ambulancias, comprendo de inmediato; trata de blancas. Desde niñas de cinco años hasta chicas de mi edad y otras mucho más mayores que yo. Una presión se apodera de mi pecho, mis ojos empiezan a arder, y por supuesto que me alejo de ese lugar, la impresión me puede más como para seguir observando tales horrores. Me escondo en uno de los grandes contenedores que albergan armamento de todo tipo, sintiéndome más a salvo entre armas de fuego que cerca de una salida donde fácilmente me pueden confundir por otra de esas mujeres.

Abrazo mis piernas con fuerza y empiezo a llorar, de nuevo, por toda la maldad que me rodea, por todo el peligro y riesgos a los que estoy expuesta, pero sobre todo, al conocer más facetas de este hombre que asegura que yo soy suya. Makarov, ¿está metido en todos estos otros negocios turbios? ¿O solamente se concentra en conseguir el armamento ilegal para su organización?

Tiemblo, pero esta vez por una fuerte ráfaga de frío que choca contra mi cuerpo aún expuesto a este duro clima. La puerta del contenedor se abre lentamente, primero, mostrando un fusil de asalto, el cual se asoma con absoluto cuidado, al igual que su dueño, es Yuri, el hombre más cercano a Makarov, o eso noté durante nuestro trayecto hasta este lugar.

—¿Qué haces acá? ¿Sabes lo que te hará Vladimir? —cuestiona, no sonando tan fuerte o violento como Makarov. Yuri se asegura de que esté bien para luego ayudarme a ponerme de pie, como un caballero.

—¿Ya nos iremos? —pregunto de vuelta, esperanzada en escuchar que es hora de volver... a casa.

—No, pero no puedes perderte de la vista de nosotros, realmente nos has sido de mucha ayuda, muchacha. —me contesta, luciendo agradecido de verdad.

—Yo no he hecho nada...

—Eso crees, pero la presencia de una mujer importante para Vladimir ayudó a que esos tipos no se pusieran violentos. —me responde, sonriendo con honestidad, animándome cual padre con su hija tras haber hecho algo bien.

Sonrío por igual, yendo a su lado, sintiéndome totalmente bien por su educación hacia mi, pero sobre todo, por lo que dijo, ¿soy alguien importante para Makarov? Lo dudo en demasiado, hace unos momentos acababa de decir que no era nadie de relevancia, sólo me queda suponer que me presentó así ante los demás para que su plan de hoy saliera sin ningún problema.

Nos detenemos a unos veinte pasos de Makarov, quien vigila que todo el proceso de su compra y tráfico de armas y municiones se cumpla como es debido. Algo empieza a oler mal cuando los tipos con los que negociaba antes salen por la puerta de la que supongo, es la oficina principal, armados hasta los dientes. Uno de ellos se da cuenta de mi regreso junto con Yuri, y me señala, provocando que se abra un fuego rápido en mi contra. El hombre a mi lado me empuja tras unas cajas de madera para después unirse al tiroteo, cubriendo y ayudando a Makarov. Observo todo desde mi escondite improvisado, preocupada tanto por Yuri como por su jefe, quien con una M4A1 hace un trabajo impecable en exterminar a la mayoría de los hostiles.

El fuego se detiene de un momento a otro, y es Yuri quien me indica que me levante para ir con ellos. Los enemigos ahora tienen sus cuerpos desechos por el calibre de las balas que los atravesó. El que parecía ser su líder terminó con la cabeza colgándole únicamente sus vértebras cervicales, y para añadir una cereza al pastel, Makarov se acerca para terminar de desprender su cráneo a patadas, para luego lucirlo cual trofeo ante sus hombres. Tal imagen me causa náuseas, esto parece ser tan obvio para todos que de inmediato centran su atención en mi, en mi lamentable aspecto de mujer borracha por los repentinos y fuertes impulsos de vomitar.

—¿Te encuentras bien? —es Yuri el primero en preguntar, colocando con suavidad una de sus manos sobre mi hombro.

Makarov se muerde la lengua ante la repentina cercanía de su amigo conmigo, y sus aparentes celos no tardan en estallar al escuchar mi desesperado grito de dolor, un dolor que se hace presente cuando rozo mi mano por mi brazo izquierdo, una bala logró herirme, y por supuesto, Yuri es el primero en ayudarme, dejando de lado a su jefe por llevarme hasta adentro de nuestro vehículo para poder atenderme. Esto parece ser una declaración de guerra para Makarov, quien lo observa con intenciones asesinas antes de que él se suba conmigo para poder curar mi herida.

Estuve cerca de la muerte, sin embargo, esto no parece preocuparle a él, quien sigue en lo suyo, ignorando por completo la camioneta donde Yuri y yo ahora nos encontramos. Vuelvo a sentir que no significo absolutamente para Makarov, de nuevo, o eso creo, hasta cuando analizo las miles de posibilidades de cosas turbias en las que le podría servir, solamente en una situación así podría empezar a importarle en algo a él, a aquel azabache de ojos fríos como su sangre.

 Vuelvo a sentir que no significo absolutamente para Makarov, de nuevo, o eso creo, hasta cuando analizo las miles de posibilidades de cosas turbias en las que le podría servir, solamente en una situación así podría empezar a importarle en algo a ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Continuará...

ESTOCOLMO {Vladimir Makarov}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora