¿Una Oportunidad Más?

407 55 3
                                    

Después de nuestro reencuentro en aquel estacionamiento, hemos tratado de llevar una vida normal, como antes, pero las constantes salidas de Vladimir, las llamadas, su trabajo, todo lo que ha hecho hasta ahora nos atormenta y no nos deja tiempo al...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de nuestro reencuentro en aquel estacionamiento, hemos tratado de llevar una vida normal, como antes, pero las constantes salidas de Vladimir, las llamadas, su trabajo, todo lo que ha hecho hasta ahora nos atormenta y no nos deja tiempo alguno para tan siquiera hablar o vernos. Siempre que él vuelve a casa, yo ya estoy durmiendo, y cuando me levanto, Vladimir ya se ha vuelto a ir.

Loren me ha explicado que está trabajando en un nuevo plan, mano a mano con un viejo amigo de él que muy posiblemente conoceré pronto. Todo esto lo hace para obtener la cabeza de John Price y también, para hallar una paz para nosotros, algo que jamás tendremos si toda esta jodida guerra que él mismo empezó no hace mucho sigue en pie. Todos estarían de acuerdo en que, para que nosotros seamos felices y llevemos una vida plena y pacífica, Vladimir tendría que desistir de su idea de apoderarse de Occidente y Rusia, cosa que muy difícilmente sucederá, por no decir que es imposible, todo para no apagar mi pequeña y bien escondida llama de esperanza sobre ello.

—¿Te sucede algo? —pregunta Loren, mientras se lleva un bocado de pasta a la boca.

—No, o eso creo...

Nuestras comidas juntas se han visto envueltas en total desánimo, vacías, incluso algunas veces incomodas. Ella es la única que siempre sabe todo lo que le sucede a Vladimir, y él solamente se comunica directamente con Loren, hasta el punto de darme envidia y decepción de la relación que llevo ahora con Vlad.

—Yo mejor iré a dormir... —antes de poder seguir mi plan, Loren me toma de mi muñeca derecha, evitando que me levante o tan siquiera, que tome mi plato.

—Quédate, tengo esperanzas.

—¿Esperanzas de qué? —cuestiono, ahora confundida.

Me quedo inmóvil en el asiento, y Loren es quien retira sus platos y cubiertos sucios a la cocina, para luego colocar unos completamente limpios, organizándolos con tal perfección que pareciera esperar a alguien especial.

—No te entiendo, y ya tengo sueño, quiero descansar.

Mi otro intento por abandonar la mesa fue un rotundo fracaso, puesto que Loren me sentó de nuevo a la fuerza por mis hombros cuando se posicionó a mis espaldas.

—No debes, no puedes.

En medio de sus palabras autoritarias, se escucha el característico sonido de la puerta principal abriéndose. Ella corre hacia la entrada y yo aprovecho de levantar mis platos vacíos para llevarlos a la cocina. Cuando vuelvo a cruzar por el comedor para llegar a las escaleras, me topo con una extraña sorpresa, caminando por un costado de la mesa.

—Veo que me esperabas con ansias, mi amor. —resalta con sarcasmo puro, acercándose ahora a mi, tomándome entre sus brazos para darme vueltas mientras me carga.

Tal acción me toma por sorpresa, incluso su cálido beso, uno largo, casi perpetuo para mi que llevaba mucho tiempo sin sentir sus labios.

—Tenía sueño, Vlad... —trato de excusar mi rápida partida del comedor con un falso cansancio.

Vladimir obviamente no me cree, su rostro lo dice todo. Se disculpa con Loren y me lleva a nuestra habitación, tan rápido como puede. Él se quita su pesado abrigo y lo tira en la cama, a un costado de dónde me senté cunado por fin me bajó de su hombro. Parece cansado, no obstante, debe tener algún plan que lo obliga a seguir caminando por toda la habitación, de aquí a allá, esperando con impaciencia algo.

—¿Como estás...? —pregunto, para tratar de sacarlo de su móvil.

—Loren debió decírtelo esta mañana, ¿no? —me contesta, sin ánimos de crear una conversación conmigo.

Aquí vamos de nuevo; Loren esto, Loren lo otro...

—¡Estoy cansada de que nuestra comunicación sea por ella! ¡Toda mínima conversación que puedo tener contigo ahora es por ella! —estallo en gritos en su contra. Golpeo su firme pecho en repetidas ocasiones mientras aún le reclamo y le hago saber todo lo que me molesta.

Vladimir no parece importarle ni un poco mis quejas o reclamos, sigue buscando algo en su móvil con insistencia, hasta que da con ello y entra en llamada, aún mientras sigo gritándole y golpeándolo. Él discute con suma rapidez algo en ruso, y después cuelga, mirándome con total ironía.

—Confiesa tus pecados y pide perdón por tu alma, preciosa. —me desafía, sonriente, tomando mi mandíbula con una de sus manos cubiertas en tibios guantes para que lo mire directo a sus ojos—. Dentro de seis días nos cansaremos, ya está decidido. —añade, haciéndome reaccionar con total sorpresa y horror, ahora al ver cómo uno de sus hombres entraba a la habitación, cargado de cajas de regalo y bolsas con contenido que puedo ir suponiendo con exactitud.

—¡Estos no son tiempos para una boda! ¡Ni me casaré con alguien a quien apenas si veo una vez al mes! —exclamo, tirando con furia todas las cajas y bolsas, revelando mi nuevo vestido de novia, uno que queda completamente arruinado al caer contra el suelo de madera.

Una bella capa transparente negra, adornada por encaje y piedras negras, hecho trizas ahora por los cristales rotos del mismo vestido que rasgaron todo sin piedad. Los zapatos apenas si sobrevivieron de milagro al no ser tocados por ninguna superficie cortante, que bien ahora si hay demasiadas, al yo haber roto jarrones incluso por lanzar todo en cualquier dirección.

—Querida, haré todo lo posible para que seas una reina a mi lado, y al mismo tiempo para llevar una vida plena. —me responde, acercándose a mi y acorralándome contra la pared más cercana—, pronto seré un Zar, y es ahí donde tú también gobernarás junto a mi. Eres mía y yo tuyo, nadie ni nada nos detendrá.

Sus palabras me asustan, más que nada por ser una afirmación, una que revela un dato inesperado; sus planes van bien y pronto se cumplirán, para hablar con tal seguridad. Vladimir acerca su cuerpo al mío. Se deshace de su chaqueta y yo comienzo a abrir su camisa, desesperada por sentir de nuevo su contacto.

—Solamente déjame quitar las piedras de nuestro camino, y nuestras vidas serán distintas. —me susurra cerca del oído, luego deposita un beso en mi mejilla, antes de alejarse de mi y empezar a acomodar su camisa negra—, hoy comeremos afuera, prepárate.

Me deja a solas, confundida, asustada, por todo lo que podría pasarle a él en busca de una vida normal conmigo y a la vez, hacer realidad sus objetivos. Es todo un riesgo, y a pesar de que nuestra relación ya no es la misma de antes, me seguiré preocupando por Vladimir, por mi hombre.

Pero ahora, tengo una duda rondando por mi cabeza.

¿Le daré una oportunidad más a pesar de la distancia y frialdad?

Todo es tan confuso.

Todo es tan confuso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Continuará...

ESTOCOLMO {Vladimir Makarov}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora