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La tormenta eléctrica rugía en la noche, desatando su furia con truenos ensordecedores y relámpagos que iluminaban el oscuro cielo. La lluvia repiqueteaba en el tejado de la casa de Ha-yan, un sonido que parecía resonar como disparos en su mente, y los truenos evocaban el eco de granadas explotando en su memoria. Cada destello de los relámpagos reflejaba el brillo de la guerra en sus ojos, y las memorias de su pasado turbulento la perseguían incluso en sus sueños.

Mientras dormía, la tormenta se infiltró en sus sueños, forzándola a revivir momentos de angustia y miedo. Ha-yan se enroscó en sus cobijas como si quisiera esconderse del tormento que acechaba en su mente.

En medio de la noche, mientras dormía, la tormenta se convirtió en el escenario de sus pesadillas. Ha-yan se encontraba hecha un ovillo bajo sus cobijas, temblando de miedo ante los recuerdos que la atormentaban. Las imágenes de su tiempo en el campamento militar se agolpaban en su mente, y los sonidos de la tormenta se entrelazaban con los sonidos de la guerra.

Entonces, en un instante, la electricidad se fue, dejando la habitación sumida en la oscuridad. Fue como si la luz de toda la casa, e incluso de todo el vecindario, se hubiera extinguido de repente. Ha-yan se sobresaltó, empapada de sudor frío, con el corazón latiendo descontroladamente en su garganta. La combinación de la tormenta y la oscuridad la había sacado de su sueño, pero las pesadillas seguían atormentándola.

El pánico la invadió, y sus músculos se tensaron, mientras su corazón latía desenfrenadamente en su pecho, y las lágrimas llenaron sus ojos mientras rogaba en silencio que nada de esto fuera real, que no estuviera atrapada de nuevo en su pasado traumático. Su miedo era abrumador, y se aferró a las sábanas con fuerza como si fueran su único refugio, incapaz de escapar de la oscuridad que amenazaba con ahogarla.

En ese momento, la ansiedad y el terror la invadieron, y comenzó a llorar en la oscuridad. Sentía como si estuviera atrapada de nuevo en aquel campamento, y el miedo la abrumaba. La oscuridad se cernía sobre ella como un manto de desesperación asfixiante que no la deja pensar.

En la negrura de la habitación, de su temor y ansiedad, pensamientos aterradores se apoderaron de su mente, y escuchó pasos acercándose a la puerta de su habitación. En ese momento, su mente estaba nublada por el miedo, y la primera suposición que cruzó por su cabeza fue la más aterradora: que esos pasos pertenecían a su padre, el mismo hombre al que consideraba un monstruo.

Y rogó en silencio que no fuera él, repetía una y otra vez con desespero que no había regresado al "campamento", sin embargo, las pesadillas y el miedo parecían estar invadiendo su realidad, y la angustia la envolvió por completo.

La oscuridad y el silencio de la habitación aumentaron su sensación de vulnerabilidad, y Ha-yan esperó con temor lo que vendría a continuación. Sin ningún plan en mente, sintiéndose vulnerable y dócil ante el terror, ante su padre.

Fue en ese momento de desesperación cuando la puerta de su habitación se abrió lentamente, y la tenue luz de una lámpara la alcanzó. Ha-yan vio a su hermano mayor, Seung-ho, de pie en la entrada, con una expresión de preocupación en su rostro. Seung-ho avanzó con cautela y se sentó a su lado en la cama.

Sin decir una palabra, la abrazó con fuerza, ofreciéndole el consuelo que tanto necesitaba. Seung-ho sabía que su hermana había pasado por momentos traumáticos, y en esta noche de tormenta, estaba allí para protegerla y tranquilizarla.

Permaneció junto a Ha-yan, acunándola en sus brazos mientras ella lloraba y temblaba de miedo, repitiendo lo que soñóy el temor de que fuera su padre el que estaba por entrar. La tormenta arreciaba afuera, pero la presencia de Seung-ho le recordaba que estaba a salvo en su hogar. Con el tiempo, el miedo cedió, y Ha-yan se sintió más tranquila, aún en la oscuridad.

Seung-ho no se apartó de su lado hasta que finalmente logró que Ha-yan se durmiera nuevamente y la tormenta pasó.

En la fría mañana de ese invierno, Ha-yan se fumaba un cigarro intentado mantenerse en calor y despierta luego de la fea noche que pasó. Iba de camino al hospital a visitar a Daniel, quien sigue en coma.

Aun podía sentir claramente la sensación realista de su pesadilla y en ese momento volvió a cuestionarse si aquellos años solo fueron un mal sueño o una mala vida.

***

El primer recuerdo de su vida es una habitación fría poco iluminada, el ruido de la televisión encendida, un cálido abrazo y gotas de agua cayendo en su cara.

Tan solo era una bebé cuando su madre se despidió de ella entre lágrimas por y una promesa vacía, aun siente el calor del último abrazo maternal y del beso de despedida que duró por lo menos cinco segundos en sus regordetas mejillas; lo último que miró fue la espalda de su madre cuando pasó a los brazos de Seung-ho y sabe que la llamó en aquel llanto que solo un bebé puede hacer para que le hagan caso.

El primer recuerdo de Ha-yan es la fuga de su madre.

Su vida no mejoró nada después de que su madre se marchara, su padre, el comandante Seong, al menos ayudó a mantener su mente ocupada con algo más: el arte de la guerra. Desde que aprendió a ponerse de pie no le enseñaron otra cosa que no sea todo tipo de artes marciales y el uso de las armas.

Su vida inició al lado de 125 niños de diferentes edades, desde los 3 hasta los 11 años. Todos esos niños fueron criados en lo más lejos y abandonado de Corea del Sur, en algún complejo de entrenamiento llamado "el campamento" donde se les enseñó a sobrevivir de todas las maneras que pudieran. Ninguno de esos 125 niños tuvo un nombre, a excepción de los mayores de 3 años, pues aseguraban que tener un nombre los hacia una persona y les enseñaron a ser diferentes personas, pues criaron espías y soldados, armas de distintos usos y todo para complacer el deseo del comandante Seong.

Tres años después de la creación del proyecto "División Fantasma" y de la perdida de algunos de los niños que no lograron completar las pruebas de supervivencia, hubo una especia de combate, donde la única regla era vivir.

"Victoria o Muerte" el lema grabado en las puertas del campamento

De los 75 niños que sobrevivieron a todo tipo de pruebas (físicas, psicológicas y químicas) solo sobrevivieron 25 niños, los esperados para que el proyecto sea completado. Cuando se llevó a cabo la graduación, los 25 niños obtuvieron nombres, o más bien, números; el número UNO es el más fuerte, el que puede liderar y proteger a todos. Después está DOS, él reemplazo más fuerte para UNO, el líder que aprendió a ser líder, el débil que se volvió fuerte, quien es capaz de hacer cosas cuestionables para no tener el puesto de UNO, porque lo último que quiere es la responsabilidad de liderar.

Y sí, Ha-yan era y sigue siendo DOS.

Ocean Eyes «LOOKISM»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora