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Finamente la reunión con los ejecutivos de Playground había finalizado, las rentas semanales de los establecimientos a cargo de la señora Sasha iban bajando en Gangnam por culpa de diferentes pandillas en el área que se dedicaban al robo y asalto, por lo que la nueva misión de la líder era desmantelarlas para que sus ganancias volvieran a subir.

Mientras iba de camino a encontrarse con Nudillo Ardientes, recibió un recordatorio sobre la asamblea general del día siguiente, los cuatro grandes equipos (o lo que queda de ellos) se juntarán con Ha-yan para dar un seguimiento a las actividades legales a las que se dedican, ya que Gun ahora es un guardaespaldas, ella es la que tomó su puesto anterior. Esperaba que esta vez, Johan pudiera presentarse y no tener que seguirle el paso, de esa manera el reporte general sería fácil de escribir.

—Llegas tarde —le dijo Vasco recostado sobre el pasto cerca del río Han

—Había transito ¿Qué sucede? —se acostó a su lado.

El resto de la pandilla los esperaba por detrás, algunos sacando burbujas y otros de pie, pero sin dejarlos solos.

—Nada en especial —respondió con una enrome sonrisa—. Solo quería que pudieras apreciar el cielo estrellado.

—¿En serio? —se retiró sus anteojos cuadrados y los limpió para tener una mejor vista

Ha-yan y Vasco yacían juntos en silencio bajo el cielo estrellado de Seúl. La noche estaba despejada y tranquila, y las estrellas brillaban con una intensidad deslumbrante sobre ellos. El firmamento se extendía infinitamente, un lienzo negro salpicado de puntos de luz que parecían titilar con un brillo especial esa noche.

—¿Qué miras cuando no tienes tus anteojos puestos?

—Borroso —respondió—. Si me quito los anteojos o las lentillas, no podría verte bien la cara.

Al voltear a verlo, notó como Vasco comenzó a lagrimear.

—Debe de ser tan triste —sollozó—, usar lentes toda la vida y sin poder ver con claridad las estrellas.

Las estrellas parpadeaban como diamantes en un terciopelo oscuro, creando un espectáculo celestial que inspiraba asombro y admiración. La Vía Láctea se extendía como un río de luz débil a través del cielo, como un recordatorio de la inmensidad del universo.

—No siempre tuve una mala vista —se rio—, cuando tenía como unos 8 o 9 años tuve un accidente y me arruiné la vista.

—¿Cómo te lastimaste? Nunca me contaste eso.

Ha-yan desvió su mirada del cielo estrellado por un momento mientras pensaba en la mentira que tendría que contarle a Vasco. No podía revelar la dolorosa verdad detrás de su dañada vista.

Mientras reflexionaba sobre cómo abordar este delicado tema, su mirada regresó al cielo, donde las estrellas parecían parpadear en complicidad, como si supieran el peso de su secreto.

La brisa nocturna susurraba suavemente a su alrededor, y el silencio entre Ha-yan y Vasco se llenó con la belleza serena del cielo nocturno. A pesar de las mentiras que tendría que contar, este momento bajo las estrellas era un recordatorio de que, incluso en medio de las dificultades y los secretos, todavía podía encontrar belleza y paz en el mundo que la rodeaba.

Ha-yan miró el cielo estrellado y decidió compartir su historia con Vasco, aunque con una mentira que parecía más sencilla de aceptar que la cruel realidad.

—Hubo un momento que pasé un largo rato mirando el sol. Estaba en un lugar remoto, lejos de todo, recuerdo que el cielo estaba más cerca de nosotros y las estrellas parecían fáciles de alcanzar, y la luz del sol era tan intensa que no pude resistir la tentación de observarla durante mucho tiempo —respiró profundamente y comenzó a hablar, manteniendo su voz tranquila y apacible, como si estuviera compartiendo una anécdota cualquiera.

Ocean Eyes «LOOKISM»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora