Ocean Eyes «LOOKISM»

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Fueron diez años de tormento puro.

En su pasado, en su vida como militar, se había convertido en una sombra de sí misma, las duras exigencias y entrenamientos la habían llevado a un estado de anestesia emocional, que convirtió su lucha por la supervivencia en lo que todos los que trabajan en algo similar temen: acostumbrarse a matar o ver morir a los demás. Se familiarizan con cada forma de estrés conocida para ir más allá de lo que son capaces los humanos. Criados desde el nacimiento a hacer lo que no todos son capaces de hacer.

Despojados de sentimientos y libre albedrío, personas entrenadas en conjunto a la élite militar extranjera.

Sus habilidades físicas son extraordinarias, y sus regímenes de entrenamiento son infames por lo extremos que son. No importa cuál sea la situación, no dudan, no tienen piedad.

La guerra y el entrenamiento implacable la habían convertido en una máquina, una máquina diseñada para matar y sobrevivir. Por eso los llaman "armas humanas"

Era una cuestión de supervivencia, y ella lo entendía.

Sin embargo, detrás de su fachada de indiferencia y fortaleza, había un deseo ardiente de ser libre. Anhelaba escapar del tormento constante, de ser una marioneta en manos de su padre, un hombre cruel que la había sometido a abuso físico y psicológico. Cada día en "el campamento" era una lucha por mantener su humanidad y su cordura.

De hecho, estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para sobrevivir y proteger a sus seres queridos. La ansiedad recorría sus venas constantemente, exigiéndole ser lo suficientemente útil para seguir con vida y mantener a salvo a sus hermanos. Había llegado a un punto en el que la moralidad y la empatía se habían desvanecido, sustituidas por la determinación fría y pragmática de cumplir con su deber.

Estaba exhausta de soportar el abuso en "el campamento", de obedecer sin cuestionar.

¿Por qué si responde la golpean? ¿Por qué le gritan si no responde? Estaba cansada de no saber si estaba bien ser curiosa o si solo se trata de una lección más.

Fueron diez años de constante maltrato, de no saber quién es en realidad, viviendo con el miedo constante de ser reemplazada por su inutilidad.

Y en esos diez años, queriendo escapar de esa constante agonía, decidió dar el paso necesario para alcanzar esa libertad.

Casi al mismo tiempo que la División Fantasma entró en funcionamiento, un hombre misterioso comenzó a solicitar de su trabajo. Bajo el anonimato la envió a asesinar a sus enemigos por todo el este de Asia, la convirtió en cobradora y como agradecimiento por su eficacia le daba más dinero a escondidas de los jefes de la niña. Por su puesto que le gustaba trabajar para aquel señor, la mayor parte del tiempo no era necesario tener que ofrecer su cuerpo y hacer cosas que cuestionaban su moral hasta ese momento, y lo que le pareció mejor, es que sintió que ese hombre sería la llave que le faltaba a su puerta para escapar.

Pasó cinco meses creando su plan maestro para escapar, repasó la ruta cientos de veces, contactó a las personas adecuadas, llevó todo lo necesario al punto de encuentro, se memorizó el rostro de quienes estarían montando guardia esa noche y accedió al sistema militar para robar toda la información posible y así usarla a su favor. Tenía todo planeado perfectamente, sin embargo, su único inconveniente fue una sola cosa: ella era una niña.

Lo que la hizo decidirse fue una peculiar misión en México, en el país de origen de su madre. En algún lugar del país, ella se encontraba siguiendo a un narcotraficante que le quedó mal a su contratista, el contrato le exigía matarlo junto a su familia, transferirle el dinero y llevarle la mercancía. Pasó tres meses viviendo en México, se hizo pasar por una estudiante normal de primaria y se hizo amiga del hijo menor de su presa.