Capítulo 13: If the world was ending

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                Le dije a Chiara que se preparara con ropa algo formal pero también que pudiéramos pasar desapercibidas. Nadie podía vernos fuera de aquella habitación juntas o si no, la reunión que acabamos de tener no serviría de nada. Probablemente, éramos las personas más buscadas para sacar esa famosa foto y así confirmar si teníamos o no algo, pero tenía ganas también de poder disfrutar de Kiki tranquilamente sin tener que estar pendiente de nada ni de nadie y a poder ser fuera de esas paredes. Parecer dos personas normales compartiendo experiencias de vida.

Por eso, recordé un club privado muy exclusivo en Barcelona que muy poca gente conocía. En casi todas las ciudades más importantes del mundo tenían uno del estilo precisamente para gente famosa que quiere pasar desapercibida. Yo lo conocí en uno de mis rodajes por España, gracias a compañeros que nos llevaron allí a una cena privada con fiesta después. Era una manera de poder desmadrarse sin miedo a las fotos del día siguiente. Yo tenía otra idea en mente, obviamente, así que llamé para reservar una de las salas y pedir exactamente que quería en ella. Con dinero, podías conseguir lo que quisieras en tiempo récord.

Me preparé con un vaquero y chaleco blanco arriba. Sencillo, pero impactante sin duda. Luego cogí una chaqueta larga para que se viera lo mínimo posible, gorra y gafas de sol. Esperaba pasar desapercibida así. Escuché el timbre de la entrada y di por hecho que era Kiki. Fui a abrirle y entró. Me hizo mucha gracia ver que íbamos iguales, pero ella con un chaleco negro.

-Lo de ponernos de acuerdo con la misma ropa veo que no lo hemos perdido-dije riendo.

-Ya sabes-empezó a decir mientras me miraba de arriba abajo y con poco disimulo. Noté cómo mis mejillas se sonrojaban ligeramente-nacidas del mismo diente de león.

-Sin duda. ¿Lista? - Ella asintió, así que nos escabullimos de aquel hotel.

Un taxi privado con cristales tintados nos esperaba en la salida trasera del hotel. Había pedido poder salir de manera disimulada y el hotel me lo preparó sin problema. Lo único que no sabían es que éramos dos. Una vez en el taxi, le di la dirección y pusimos rumbo. Kiki tenía una cara de ilusión por hacer algo diferente a su día a día, era como una niña pequeña a punto de cometer una travesura. Me encantaba verla así y, además, si es conmigo al lado muchísimo mejor. Como en los viejos tiempos. Llegamos a la dirección media hora después, era una calle poco concurrida con edificios que parecían abandonados. La verdad es que la primera vez que me metieron allí, tengo que reconocer que hubo un momento que pasé algo de miedo. Aquello no era aleatorio, la calle estaba totalmente vacía de gente a propósito. Realmente, estaba todo vigilado y no terminabas allí de casualidad.

Nos bajamos del taxi en medio de la calle, frente a un callejón algo oscuro que se metía entre dos edificios. El club ocupaba toda la manzana, y nosotras teníamos que ir al bloque A. Según la actividad que quisieras hacer, tenías que ir a un bloque u otro. Miré a Kiki que tenía la cara un poco tensa y estaba algo desconfiada.

-Tranquila-le dije para intentar relajarla- Es ahí delante y todo está controlado- ella asintió con la cabeza, pero no terminaba de fiarse del todo. Yo levanté mi mano hacia ella, haciéndole ver que podía cogérmela y le dije- ¿Confías en mí? -me miró y finalmente sonrió mientras cogía mi mano.

-Sí-susurró mirándome con un brillo especial en los ojos. Empezamos a avanzar hacia aquel callejón.

Tras recorrer unos 50 metros, a la izquierda había una puerta de madera vieja y parecía que estaba podrida. Yo me acerqué segura y toqué cinco veces de una manera particular que me habían enseñado la primera vez que me llevaron. Alguien abrió en la puerta una rendija y pidió una contraseña, la cual contesté al momento. Veía que Kiki estaba flipando con la situación, la verdad es que parecía un poco de película todo. Su cara era la misma que debía tener yo la primera vez que fui a ese sitio. Nos abrieron la puerta y entramos a un pequeño hall mal iluminado, pero ya se podía ver la estética que tendría aquel edificio por dentro. Parecía sacado de los años 60 y el chico que nos atendió iba vestido con un traje de aquella época negro y unos guantes blancos en las manos. Aproveché para sacarme la gorra y guardar las gafas en la chaqueta. El chico se ofreció a sostenernos las chaquetas, las gorras y llevarlas él.

Mala costumbre  || KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora