Relatos diarios

De Calíope a Apolo

De Calíope a Apolo : 

Querido Apolo,

Nunca supe porque me querías tanto. Tu, que siempre has querido más, tus amantes favoritos son mortales de un solo uso. Su juventud es la tuya, tu se la diste y te la devuelven lentamente. Es por eso que yo, como Musa que conoce y narra lo que haces no entiende el delirio que tuviste para quererme. 

Me haces enloquecer, al igual que hizo Hermes contigo al robarte todo el ganado para hacer las cuerdas de su lira. No entiendo tus actos, como a veces puedes ser blanco pero actuar negro. No hablo de decir y hacer, sino ser. Eres vengativo, renconroso e infantil. Pero cuando eres amante, amas. Cantas y nos haces escribir poemas de tus fallidos romances, mientras te guardas los perennes para el mortal, diciendome entre besos que no lo relate. Esos, que son una vida para ellos, para ti no son más que unas pocas décadas. 

Al inicio, cuando suspiraba por ti, la diosa de los ojos grises me dijo que nunca me querrías ya que la inmortalidad recorre las venas de ambos y no solo las tuyas. Entonces, cuando me dijiste que podrías pasar más de una eternidad a mi lado no me lo podía creer. Quería escribirlo, dejar claro a la historia de la humanidad que yo, Calíope, musa de la historia y la poesía ha podido conquista a un Olímpico. Y que ademas, ese Olímpico fuese Apolo. Hera me tendría envidia delante de la situación. Afrodita reconocería que no soy una simple Musa, una deidad según ella inferior a las demás. 

Pero después lo pensé friamente, ya que esa declaración tu definición me confundió más. ¿No buscabas a mortales? ¿Lo nuestro no era algo informal? Tengo tantas y tantas dudas sobre todo esto. Deberíamos de hacer tantas cosas, hablar de tanto. No creo que fuese en serio lo que me dijiste, pero a la vez estoy aquí, escribiendo una carta para implorarte explicaciones. Buscando más migajas de tu amor, ya que parece que te sobre, buscando tantos amores. ¿Me lo podrías conceder?

Con amor, 

Calíope