Cuadro (26/12/23)

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¿Y si el esfuerzo no siempre tiene recompensa? ¿Y si, por alguna razón, nada tiene recompensa? Los segundos pasan, al igual que los minutos y las horas. Al igual que los años y las décadas. No sabes que pasan hasta que ya han pasado. Solo se anhelan nuevas aspiraciones. 

Pero cuando ya lo tienes, ¿qué haces? Si ya tienes tus anhelos, ¿buscas otros? ¿Robas los de otros? ¿Qué se hace en esa situación? Un anciano, deja de trabajar y espera a su muerte. Un niño, busca otras aspiraciones. ¿Pero que hacemos tú y yo? ¿Qué hacemos si tenemos el lienzo a medio pintar? ¿Qué hacemos si no lo hemos acabado de pintar y lo queremos cambiar? No lo podemos tapar. Sería demasiado vergonzoso. Pero el mío no me gusta. No me gusta la línea que sigue mi lienzo. Tiene manchas negras y moradas en un paisaje nocturno. Las pocas luces que hay, ya de por sí ténues, quedan tapadas. El silencio del cuadro, la inquietud que se marca. 

Lo peor es que a veces me gusta esta pintura. Y entonces la perpétuo. Pero no siempre pasa. Y allí, fingiendo elegancia, me encuentro sola. Muchas veces lo estoy, otras, lo siento. Y este cuadro no me llega a gustar. Sin ser de ninguna parte y a la vez, sintiendo que todos lados podrían serlo. Pero nunca lo son. Entonces no hay ningún fondo, solo negrura. Con un par de estrellas sin querer mostrarme el norte. 

Este cuadro tiene carencias. Sus colores más vivo son el rojo vino y el verde bosque. Son moradas las estrellas y ya brillan por encima de todo. Miro los cuadros de los demás, llenos de gracia y plenitud. Y después al mío. Triste, despojado y aunque orgulloso, diferente. Y aunque las diferencias se premien, está es deprimente.

Pero odio no poder hacer otro cuadro, odio no tener más cuadros a mi poder. Odio no tener dos cuadros totalmente diferentes. Odio no poder fomentar la creación de varios cuadros porque no soy solo una. Soy más, pero me tengo que conformar con ser eso. Porque el negro tapa todos los colores de debajo. Porque al final no hay ninguna muchacha y el negro es el color predominante. El negro lo engulle todo.

Y a mi muerte, mi cuadro nadie lo recordará. Porque será el mismo negro que la nada, y nadie recuerda la nada. 

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