Inspiración (15/08/24)

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El viento fluye por la sala. La ventana está abierta e impide que las cosas estén estáticas, que sean estatuas. Todo se mueve alrededor menos quien escribe esto, que pone música de vidas que no ha vivido y está podrido, muerto en su interior. Le da un temblor al imaginarse las posibles que puede redactar o puede que sea el viento, que recuerda a lluvia y a la huida del verano y a su vez, a lo efímeros que somos. 

El timbre suena una, y dos, y tres veces. Pero quien escribe esto no le importa, está inspirado y no quiere que las ideas se vayan con el aire que corre en la habitación. Es por ello que, la Muerte esperando a que le den la bienvenida en la casa, un vecino le deja pasar. Lo que no sabe es que detrás va la Vida, que toca el timbre, el momento justo para que su contraria, desde el otro lado de la puerta, pueda agarrar el telefonillo. 

Pero todo eso parece ser inadvertido por el escritor, que está tan focalizado que ya no sabe cuál canción de Mecano suena en sus cascos mientras escribe fantasías con dragones y mujeres libres. 

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