Picaron a la puerta de casa. Yo, ya vestida y con el té casi preparado recibo a mi amiga, Chara. Vestía con una sonrisa y un vestido amarillo tan bonito, que hasta opacaba al mío.
- Hola Livia, cuanto tiempo. Estas preciosa.
Yo la miro con una falsa sonrisa. ¿Porque la invité a tomar el té en mi casa? Ella es modesta, mucho más que yo. Con un rubio platino, ojos azules y clara piel siempre ruborizada es mucho más bella que cualquier otra persona. Todos estos atributos están en un cuerpo delgado, pero sano. Bendita genética. Nada en comparación a mí. Con un negro oscuro, al igual que los ojos y una piel pálida casi gricásea, con ojeras en un cuerpo esquelético.
- Pasa mujer, ¿qué tal estás? Te ves radiante, creo que no hace falta decirlo porque lo escucharas cada día.
- No te creas -dice mientras pasa-. Algunas veces, pero muy pocas y por amigas como tú. Por cierto, tu casa es preciosa.
"Mentirosa" pienso mientras asiento. La llevo a la sala de estar, habitación que he ordenado y mejorado especialmente por las visitas. Con un piano de cola y muebles de madera acogedores les impacta normalmente el sol de los ventanares. Se sienta en una silla del juego de 6 que compré.
- Ahora traigo el té, si quieres puedes comerte alguna galleta de la mesa.
"Pero no lo hará, será tan educada como siempre y me esperará para empezar." Pienso mientras voy hacia la cocina a poner el té en las dos mejores tazas que tengo. Son iguales, y con un estampado de dulces flores azules. También cojo la tetera, que son del mismo juego que las tazas. Lo pongo todo en una bandeja de plata junto a un azucarero. Cuando regreso, como preveo no se ha movido. Sonrío y pongo la bandeja al lado de las galletas y le doy una taza a ella.
- Y cuentame, ¿Cómo te han favorecido los años?
Esa pregunta hizo que hablase, hablase y siguiese hablando. Las aventuras y su entusiasmo, los cotilleos y los chismorreos la tardan más de una hora. Sobre parejas y viajes a estados unidos, o las aventuras de Grecia. Y de mientras se bebía el té. Taza tras taza, poniendose más y más azúcar. Azúcar con colorante para parecer que sea del Himalaya.
- ¿Tu no te pones azúcar? -me dice amablemente.
- No tranquila, a mi me gusta el té puro.
Asiente y continua hablando y hablando. Tomando té con mucho azúcar y galletas. Yo también cojo galletas, pero más pocas. Quería que acabase ya. Después de más de 3 horas ella ya empieza a tener síntomas.
- Una cosa, no me encuentro bien. ¿Tienes una pastilla?
Le doy un analgésico mientras sonrío con pena fingida. Ya estaba a punto. A unos pocos minutos, todo acabaría. Y así es, cae rendida, muerta. Por un azúcar, con un colorante que no solo era colorante. Me tomo el té que me queda. Tranquila y paciente. Llama a emergencias cuando se lo acaba.
- Perdona, mi amiga se acaba de morir. ¿Podeis venir porfavor?
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Relatos diarios
Short StoryEsto no es más que relatos, cada parte no tiene más que eso, una parte. Cada parte es un mundo diferente, de temática diferente. Está iniciado el septiembre de 2023 y acabado ese mismo mes de un año más tarde, el 2024. Son relatos de los 17 años, de...