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º Lara º


La mañana del domingo fue un infierno, pero logré levantarme de la cama y dirigirme al edificio de Literatura. Anoche estaba muy borracho, pero todo seguía dando vueltas en mi cabeza una y otra vez. Ninguna cantidad de alcohol pareció borrarlo.

Yo tampoco dormí. La tormenta no termino hasta las seis de la mañana, y la luz llego un poco antes, pero el sueño todavía no parecía querer llegar.

Cuando doble la esquina, me sorprendió encontrar la puerta de la sala del maestro Leyva abierta de par en par y con las luces encendidas. Siendo que era un fin de semana, era una posibilidad muy remota para mi siquiera esperar que el estuviera allí, pero por lo que parece, lo estaba. Sin embargo, el no estaba dentro del salón.

Cruzando la puerta, camine lentamente hacia el escritorio de enfrente que daba a los asientos elevados de la clase. El pizarrón blanco era claro a excepción de algunas notas para que el profesor recordara lo que había en el horario de la semana.

Dándole la espalda al pizarrón, mire al escritorio del profesor y note una pila de papeles en el borde de su escritorio. Lo que llamó la atención fue el nombre que Casandra Campos en uno de los papeles que sobresalían. Mire por encima del hombro hacia la puerta abierta para ver si alguien me estaba mirando y sigilosamente agarre el papel de la pila.

Prometeo y Pandora. La historia de como la humanidad mató a mis padres y un regalo terrible que me mantuvo adelante.

-Que sorpresa verlo aquí, señor Lara -dijo alguien detrás de mí, haciéndome saltar. Rápidamente me di la vuelta y coloqué en ensayo de Casandra nuevamente encima de la pila con un movimiento rápido, rezando para que el profesor no me descubriera leyendo el trabajo de otra persona-. Pense que estarías en cama durmiendo después de esa victoria de ayer. ¿A que debo el placer?

-Umm -dije estúpidamente, mi corazón todavía latía un poco más rápido por la repentina aparición del profesor-. Estoy aquí para hablar contigo sobre mi calificación en el ensayo sobre el mito -escupí finalmente.

Comenzó a reír mientras caminaba hacia su escritorio-. ¿Estás aquí para hablar conmigo porque obtuviste un noventa por ciento en un ensayo?

Sonó jodidamente ridículo cuando lo dijo en voz alta, pero esa era exactamente la razón por la que estaba allí.

-Si -confirmo.

-Realmente deberías tener mas fe en ti mismo, Emilio -me dijo mientras sacaba su silla giratoria y tomaba asiento-. Estuvo muy bien escrito, de verdad, y la única razón por la que no obtuviste el cien por ciento fue porque hubo algunos errores gramaticales y un par de oraciones descuidadas que me dijeron que lo escribiste unas horas antes de la clase.

-Solo pensé que había un error en mi calificación o algo así -confese, empezando a sentirme realmente estúpido por siquiera haber entrado a hablar con el profesor-. No se una mierda sobre esta basura griega. Honestamente, no tenia idea de que carajo estaba escribiendo para ese ensayo. Solo estaba mintiendo.

-Bueno, eso dice mucho, señor Lara -dijo el profesor Leyva-. Ya sea que estuvieras improvisando o no, había verdad en tus palabras. Venias de un estilo de vida elevado que termino dándote la espalda. ¿La señorita Campos te ayudo en algo?

Me apoye en le escritorio y me cruce de brazos, ofendido de que el siquiera pensara eso a pesar de tener razón-. Ella me ayudo a pensar en un mito, pero eso es todo. Yo escribí todo.

El profesor Leyva asintió con aprobación-. Sabía que esa chica seria buena para ti.

-¿Qué?

-Me recuerda a mi mismo cuando tenia su edad, señor Lara -explico apoyándose en los codos y juntando las manos sobre el escritorio-. Sin embargo, tal vez solo haya una diferencia de diez años entre nosotros, mas o menos... pueden pasar muchas cosas en diez años.

Teoría del JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora