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• Lara •

Imaginen esto: un lugar lleno de estudiantes universitarios, apestando a cerveza y sudor. Una pareja comiéndose en una esquina y chicos que apenas parecen tener la edad suficiente para haber terminado la secundaria hablando con chicas fuera de su alcance. Los últimos éxitos suenan en un rincón del patio y la música hace vibrar el cuerpo a todo volumen en el otro, mezclándose para producir un sonido terrible.

Bienvenidos a la hoguera.

-¡Lara! -alguien grito y me gire para ver a Ricardo viniendo hacia mí. Llevaba una camisa blanca que se extendía sobre su pecho con jeans descoloridos-. Este lugar esta llenísimo, mucho mejor que el año pasado. ¿Acabas de llegar aquí?

-Si -dije simplemente, mirando a mi alrededor.

Vi muchas chicas en trajes de baño y el sonido del agua chapoteando flotaba a través de la música estridente. El enorme fuego aún no se ha encendido, pero era solo cuestión de tiempo que lo hiciera.

Ricardo me agarro por el hombro y me empujo hacia adelante-. Tienes que venir conmigo y con los demás a la piscina. Toma, toma esto, lo necesitas para el día que tuviste en la práctica.

Le quite la lata y la mire mientras seguía a Ricardo hasta donde estaban los demás. Me debatí si quería beber esta noche, pero tan pronto como una rubia camino frente a mí con el bikini más diminuto que jamás había visto, abrí la cerveza y comencé a beber.

William, Jhoel, Tomas y Mateo habían traído sillas de jardín para sentarse mientras contemplaban la vista de la piscina. Los demás miembros del equipo probablemente estaban socializando en lugar de sentarse y babear sobre la piel húmeda de la mujer.

La piscina era el patio trasero de una casa a las afueras de la ciudad, lo que automáticamente la convierte en un lugar de moda para fiestas al aire libre. Lo que significa que cada año alguien recibe un baño sorpresa.

-¿Dónde esta Jonathan? -pregunte.

Jhoel me miro desde su asiento-. No lo se. No lo he visto todavía. ¿Viene siquiera?

Antes de poder comentar, sentí un suave toque en mi hombro y otro en mi cintura. Por un segundo pensé que seria Abby, pero no fue así. En realidad, no tenía idea de quien era la chica, pero estaba en muy buena forma y eso era todo lo que importaba. Tenía el pelo largo y negro y llevaba un bikini dos tallas mas pequeño.

-Hola, Emilio -tarareo en mi oído mientras su mano bajaba a mi muñeca y tiraba de ella, indicándome que la siguiera.

Deje caer mi lata de cerveza vacía al suelo y obedecí de buena gana su petición, siguiéndola hasta donde la gente bailaba.

Los brazos de la chica rodearon mi cuello sin apretar y mis manos cayeron hasta su cintura. Su piel estaba caliente bajo mi tacto mientras nos balanceábamos al ritmo de la canción pop que sonaba a todo volumen por los altavoces. Se acerco mas y nuestros cuerpos se presionaron, su respiración recorriendo mi pecho que estaba expuesto debajo de mi chamarra.

Cuando la canción cambio a la siguiente, apareció un destello rojo entre los descansos de los cuerpos bailando, que llamo mi atención.

Seguí el color con mis ojos para poder ver mejor quien era y vi que no era otro que la misma Casandra Campos.

Estaba solo a unos metros de distancia, pero podía verla perfectamente en la tenue iluminación de la noche. Estaba vestida de manera muy modesta en comparación con la chica en mis brazos, pero al mismo tiempo increíblemente llamativa. Era simplemente una simple camisa color burdeos con botones que le llegaba al ombligo. Se ajustaba perfectamente a su cuerpo, dejando al descubierto su cintura perfectamente curvada y su estomago tonificado. Llevaba unos jeans que se ajustaba a los lugares correctos. Su cabello castaño estaba recogido en una media cola que terminaba en una trenza.

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