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CAMPOS •


- ¡Eso es todo! -La entrenadora Sosa grito, su voz hizo eco en las paredes del vestuario. Si alguien no estaba prestando atención antes lo hacía ahora. Todavía tenemos una hora antes de que empezara el juego, pero la entrenadora continuamente nos da palabras de animo a lo largo de los calentamientos, no era nada nuevo-. Huracanes, el equipo con el cual perdimos el año pasado. Equipo que nos pateó de la final...

De acuerdo, nunca dije que sus palabras de ánimos fueran del todo felices.

- ¡Y fue una gran mierda! -Marlen grito bruscamente desde unos pocos bancos más. Había mucho ruido a mi alrededor y la entrenadora tuvo que soplar su silbato para tranquilizar a todo el mundo.

-Esta bien, esta bien -la entrenadora hablo cuando todas se calmaron-. Todas sabemos que hubo una lamentable falta y un accidente aún mucho mas lamentable, pero todo eso ha terminado. Es un año nuevo y tenemos que demostrar que somos nosotras de nuevo. Somos invictas, señoritas, ¡y esta vez no romperán esta racha!

Si alguna vez has estado en una habitación llena con diecinueve chicas en búsqueda de sangre y victoria, entonces sabes de lo que estoy hablando cuando digo que la sala estallo en vítores y buen humor. Y si no es así, realmente te estas perdiendo de algo bueno.

No pude evitar sonreír ante la energía en la habitación. Ellas eran mi familia, lo han sido desde que me uní al equipo el año pasado. Habíamos estado esperando todo el año este momento en el cual nos enfrentaríamos a Huracanes de nuevo. No es el ultimo juego que define quien está a la copa universitaria del sur, pero por la vivacidad en la habitación, fácilmente pude ser engañada.

- ¡Ahora salgan y denle una patada en el culo! -La entrenadora grito sobre nosotras y todas corrimos hacia las puertas.

Un mar azul bebé y blanco se formo en el pasillo, como cuando el mar y el cielo se conocieron por primera vez. Tire el envoltorio de golosinas que estaba comiendo en la basura y camine detrás del grupo. La entrenadora Sosa se acerco y paso el brazo por mis hombros.

-Rómpela, niña -Dijo ella, con una sonrisa brillante-. Enorgullece a tu padre.

Mis compañeras de equipo ya habían desaparecido por la puerta y estaban en el campo, dejándome en las sombras, y las palabras de la entrenadora hicieron eco en mi mente.

He vivido gracias a esas cuatro palabras durante los últimos tres años: Enorgullece a tu padre. Si tuviese un eslogan, estaba segura de que seria ese. El fue mi mayor inspiración, después de todo. Sin él, no habría estado en camino a cumplir un objetivo que tenia desde los siete años, sin el hubiera renunciado hace años. Sin él no habría tenido el valor de sentir el aire en el campo después de lo que sucedió el año pasado. Y supe que al hacer eso, ya mi papa estaría orgulloso.

La multitud era grande y creciente cada segundo mientras salía por las puertas hacia el estadio. Las personas estaban caminando con sus bebidas y aperitivos tratando de encontrar sus asientos y charlando con la gente a su alrededor. Huracanes es nuestro mayor rival y todos lo sabían. Nadie quería perderse la función, sobre todo por lo que paso el año pasado. Y no podía culparlos.

- ¡Casandra! – gire para ver a Brandon de pie en el borde de la zona de asientos. Mi corazón se lleno de temor cuando lo vi. Su rostro era amenazador como siempre y sus ojos estaban puestos en los míos-. Ven aquí -ordenó.

Teoría del JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora