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-No sé qué hacer -fue probablemente algo que nunca he dicho en mi vida. Siempre he estado un paso por delante de todo. Todo mi día planeado desde que mies pies tocan el suelo por primera vez en la mañana hasta que mi cabeza descansa sobre la almohada para poder dormir. El calendario de gatitos que colgaba en mi pared estaba lleno de horarios de practica de futbol y los días que tenía partidos, cuando tenía citas y para que exámenes tenía que estudiar. Era simplemente quien era yo.

Entonces tal vez fue por eso por lo que todas mis amigas me miraron confundidas cuando dije lo que pensaba. Había sido el único pensamiento persistente que nunca parecía desaparecer, siempre acechando en el rincón más oscuro de mi cabeza.

Los grandes y vibrantes ojos de Marlen encontraron los míos. Estaba sentada en mi cama frente a mí, con sus largas y bronceadas piernas cruzadas mientras de inclinaba adelante sobre los codos-. ¿Acerca de tu tarea de inglés? Simplemente haz lo que yo, manda todo a la mierda.

-No creo que eso sea lo que ella quiere decir -dijo Joselyn desde el suelo. Mi amiga más pequeña dejo su libro de texto en el suelo y se apoyó contra la pared-. Estas hablando de Monterrey, ¿verdad?

-He estado en Monterrey -dijo Emily desde la silla de la computadora. Ella estaba trazando los tatuajes en su brazo con un lápiz mientras soplaba una burbuja con su chicle-. No es tan fantástico.

Tomando mi refresco de mi mesa de noche, le tome un sorbo-. La escuela parece bastante buena. Hubo muchos comentarios positivos. Y el campus es bonito. Pero Cancún es mi hogar y no puedo simplemente levantarme y dejar todo.

- ¿Por qué diablos no? -Pregunto Marlen-. Quiero decir, las amo muchísimo, pero carajo, las dejaría en un instante si eso significara que pudiera dar un paso a ser profesional.

La madre de Marlen era Elizabeth McGrath, una de las jugadoras de futbol más famosas de Estados Unidos. La mayoría de las veces me preguntaba si ella solo se interesó en el deporte gracias a su madre, o si tenía otra opción al respecto. De cualquier manera, Marlen tenía mucha presión sobre sus hombros siguiendo los pasos de su madre, así que no me sorprendió en lo más mínimo que fuera a cualquier parte sin dudarlo. Cualquier cosa para enorgullecer a su madre.

Pero yo no tenía una madre que pudiera hacer cincuenta y cinco trucos diferentes con un balón de futbol.

- ¿Hablaste con la entrenadora Sosa sobre esto? -pregunto Emily.

-No... bueno, más o menos -admití. Saque la tapa del refresco y juegue con ella con mis dedos, como si fuera una moneda y no supiera en que cara debía caer-. Parecía realmente, bueno, desanimada.

Marlen se rio, pero no era un sonido de humor-. No jodas -dijo, mirándome a través de sus largas pestañas-. Está perdiendo a una de sus mejores jugadoras porque no puede ofrecerte un trato como ese. Excepto que para ella no eres solo una jugadora... eres familia. Y perder a la familia puede ser una mierda.

Familia. Se que esa palabra se usa de manera vaga y todos tienes diferentes definiciones del término, pero para mí... la familia lo era todo. Tenía que ser de otra manera no pensé que podría seguir adelante. Como bien lo expreso Marlen, perder a la familia realmente apesta y después de perder a mis padres, la familia significo aún mucho más para mí que antes.

La entrenadora Sosa había sido parte de mi familia desde que tengo uso de razón. Solo la conozco desde hace siete años, pero me informaron que mis padres y ella fueron juntos a la universidad, los tres inseparables durante su juventud y más allá. ¿Entonces era ella también mi familia? Definitivamente sí. No la clasificaría como otra cosa.

Teoría del JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora