º Campos º
-Hola, mi niña -dijo la abuela cuando contesto el teléfono.
No estaba seguro de por qué, pero escuchar la voz de mi abuela me provocó un escalofrío de nostalgia y se me cerró la garganta. Debí haber hecho un ruido porque una chica del vestíbulo de Aspen House me miró cuestionable y rápidamente me escondí en el cuarto de lavado y agradecí a Dios que no había nadie adentro.
-Abuela -mi voz se quebró y un suave sollozo salió de mis labios. Rápidamente me tapé la boca para ahogar cualquier otra cosa que pudiera salir sin permiso-. Extraño tu voz.
-Oh, mi niña. No llores -dijo la abuela, lo que solo me hizo soltar otro llanto-. Yo también te extraño.
Sabía que no era exactamente el hogar lo que extrañaba, sino mas bien lo que es normal, lo que es rutina, la sensación más amplia de espacio social. Esas fueron las cosas que me ayudaron a sobrevivir, era algo a lo que estaba acostumbrada.
Escuchar a la abuela tocó una fibra sensible dentro de mí y me derrumbé. Su voz me recordó a casa y las olas en mi patio trasero bañando la arena dorada, y la sandía que ella siempre compraba durante el verano y la comíamos afuera en el patio, escupiendo las semillas. Todos los días los pasaba andando en bicicleta por El Malecón con Joss a mi lado, las gaviotas y palmeras. El clima húmedo y caluroso durante la mayoría del año y los constantes olores de diferentes flores. Todo burbujeó dentro de mí y estaba explotando en los recuerdos.
Llevaba un mes fuera y todavía no me había derrumbado así. Supongo que era sólo cuestión de tiempo.
Agradecí ser la única en la habitación porque para entonces ya estaba llorando feo. Estaba segura de que cualquiera que pasara por allí podría oírme, pero espero que se metieran en sus propios asuntos y me dejaran en paz.
-Déjalo salir. -me tranquilizaba la abuela-. Es mejor dejar salir estas cosas en lugar de mantenerlas dentro, eso es lo que siempre digo.
-Extraño mi hogar -susurré entre sollozos-. Extraño... extraño todo. Extraño a Andrés, extraño a mis amigos, extraño a la entrenadora, incluso extraño a ese molesto perro de al lado... Extraño a mis padres. Extraño el consuelo que me das cuando estoy enferma. Extraño el olor de la cocina cuando estas cocinando. Extraño caminar afuera y esperar que haga sol. Extraño el océano. Quiero volver a casa.
-Pronto, cariño -dijo la abuela y logre calmar un poco mis lágrimas. Levanté una mano y me la pasé por debajo de los ojos, feliz de haberme salteado el maquillaje del día-. Pronto. Navidad está cerca.
Salté de la lavadora y apoyé la cabeza contra la pared. Respiré profundamente mientras sollozaba.
Faltaban aproximadamente dos meses y medio para Navidad y podría volver a mis amigas, a mi abuela, a mi casa y a todo lo que deje atrás en Cancún.
-Se que es difícil, mi niña -comenzó la abuela y yo escuché atentamente mientras me limpiaba la nariz con el dorso de la mano-. Se que es difícil para ti vivir un sueño y dejar atrás a la gente mientras lo haces, pero recuerda que siempre serás bienvenida con los brazos abiertos. Todos aquí te quieren y te apoyamos. Cuando luchas por tus sueños siempre hay un precio. Algunos dejan a sus seres queridos para siempre. Agradece que eso no es tu caso.
Asentí, aunque ella no podía verme-. Lo sé, lo sé. La gente lo pasa peor que yo y no debería quejarme.
-El hecho de que la gente esté sufriendo mas que tu no significa que no tengas derecho a derrumbarte de vez en cuando. Los problemas son problemas.
ESTÁS LEYENDO
Teoría del Juego
Teen Fiction"No se permiten relaciones o serán expulsados definidamente del equipo" Casandra Campos, una atrevida idealista y feminista que solo quiere entrar al equipo de sus sueños. Por eso cuando se le presenta la oportunidad de salir de su ciudad natal par...