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º Campos º


El profesor Leyva estaba parado en su escritorio leyendo algo cuando llamé a la puerta de la habitación. Levantó la vista sonrió, haciéndome señas para que entrara.

-Que guapa se ve, señorita Campos -me dijo observando mi peinado recogido y mi vestido ajustado-. ¿Cuál es la ocasión?

-Una cena de reclutamiento -le dije cuando entré al salón-. Lo siento, no estuve en clase hoy, llegue tarde en la noche y mi alarma no sonó.

-No se preocupe -me aseguró y tomó asiento en su escritorio. Se ajustó las gafas y me miró-. ¿Asumo que estas aquí para saber tu calificación?

Asentí-. Así es, y saber que tema vieron.

-Tu tarea es solo un poco de lectura, eso fue todo lo hicimos en clase durante el día. Comenzamos el libro The Sun Also Rises de Ernest Hemingway y confío en que tengas el libro...

Asentí nuevamente, sabiendo que era parte de los requisitos de la materia-. ¿Hasta dónde tengo que leer?

-Capitulo diez -me dijo y tomó una pequeña pila de papeles de la esquina de su escritorio-. También devolví los ensayos sobre los mitos griegos, pero... -se detuvo, mirando los papeles uno por uno de manera cuestionable-. Por alguna razón el tuyo no está aquí.

Lo mire fijamente. ¿Hablaba en serio? Ese ensayo contaba la historia de mis padres, de una parte de mi vida que solo dos personas conocen, sin incluir al profesor Leyva. Tenía que estar ahí, no sabía que haría si llegara a las manos equivocadas...

Debió haber visto el pánico en mis ojos porque su rostro se suavizo-. No hay nada de que preocuparse, señorita Campos. Esta en algún lugar de este salón, se lo aseguro. Tan pronto como lo encuentre se lo hare saber para que pueda guardarlo en algún lugar seguro. No puedo imaginar lo difícil que fue escribirlo.

-No, no, esta bien, de verdad -le aseguré, aunque pensé que estaba lejos de estar bien-. Por favor, hágamelo saber tan pronto como lo encuentre porque ese ensayo es muy personal para mi y no quiero que cualquiera lo lea.

El profesor asintió seriamente-. Entiendo. Te lo hare saber lo antes posible.

-Gracias -dije antes de salir corriendo de la habitacion y regresar al dormitorio para esperar a que Jona me recogiera para la dicha cena.







-Oh, Por Dios -escuché a Jonathan decir mientras abría la puerta del lado del pasajero de su Honda Civic-. ¿A quien intentas impresionar? ¿A un lindo camarero, tal vez?

Era 15 de septiembre, la noche de la cena donde algunos reclutadores vienen y charlan con los jugadores. A principios de esa semana me despedí de mis amigas y de la entrenadora y les prometí que pronto iría a verlas jugar. Fue difícil dejarlas ir, pero sabia que eso me daba algo que esperar en el futuro cercano.

Le sonreí mientras me abrochaba el cinturón-. Bueno, si hubiera un camarero lindo, no diría que no.

-El tampoco -añadió Jonathan con una sonrisa juguetona mientras se alejaba de la acera y comenzaba a salir del campus-. Llegamos tarde, pero las personas importantes normalmente no aparecen hasta media hora más tarde, así que deberíamos estar bien con el tiempo.

-No entiendo por qué tengo que ir -le expliqué mientras miraba por la ventana todas las luces brillantes que veía pasar-. Ya tengo un equipo.

Jonathan cambio de carril sin esfuerzo-. Hace que el entrenador luzca bien si estas allí. Ya sabes, ser la jugadora estrella y todo eso.

Teoría del JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora