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Lara



-Es muy amable de tu parte unirte a nosotros, Casandra -dijo el entrenador mientras levantaba la vista de su portapapeles.

Casandra se acercó al entrenador con su botella de agua en la mano y su uniforme. Su cabello estaba recogido en una cola de caballo y tenia una diadema deportiva. Parecía agotada.

No pude evitar preguntarme que tan bien había dormido una vez que salí de su habitacion la noche anterior. Me resistía a salir de su cuarto sabiendo que ella no estaba exactamente en su sano juicio, pero sabía que era necesario. Entendí su cansancio porque yo tampoco dormí mucho.

-Lamento haberme perdido el entrenamiento de ayer -se defendió rápidamente Casandra. Su mirada se posó en mi brevemente antes de volver a mirar al entrenador-. No me sentía bien.

-Bueno, eso es desafortunado -dijo el entrenador con indiferencia-. Considerando ahora que no jugaras el partido de hoy.

La boca de Casandra se abrió en un ligero shock, obviamente olvidando una de las reglas mas importantes (y mas tontas) del entrenador: te saltas un entrenamiento antes de un partido; no juegas el partido. Sabia lo que ella estaba pensando, era lo que todos esperaban, que la regla no se aplicaba, solo por esta vez. Porque por mucho que odiará admitirlo, necesitábamos que jugará.

-No, no, no, no -me encontré diciendo, acercándome al entrenador-. Ella tiene que jugar. Ella es la razón por la que llegamos hasta aquí. Sin mencionar a toda la gente que vino a verla jugar.

El entrenador suspiró y colocó el portapapeles bajo su brazo y nos miró a Casandra y a mí por turnos-. Ambos conocen las reglas y no puedo dejarlo pasar por los populares que podemos ser. Ella no estuvo en la práctica, así que recibe las consecuencias. Por mucho que me duela, Casandra no puede jugar.

Casandra nos mostró ninguna emoción mientras se alejaba y se sentaba en el banco a unos metros de distancia. Me acerqué al resto del equipo y les expliqué la situación. Intentamos descubrir que carajo íbamos a hacer ya que ella no podía jugar, tratando de recordar lo que hacíamos bien antes de Casandra.

-Así que Casandra esta fuera -afirmó Jonathan.

-Y Emilio recibió tarjeta roja -añadió William.

-Así que estamos jodidos -concluyo David.

-¡Ey! -gritó Tomas, ofendido-. Lo hicimos perfectamente antes de que Casandra se uniera al equipo. Quiero decir, perdimos mas juegos de los que ganamos, y siempre tuvimos a Emilio, pero me niego a escuchar tus comentarios negativos, Dorantes.

-Ustedes estarán bien -les aseguré-. Están mejor que nunca, simplemente sigan lo acordado. Si hacen lo que practicamos, ganaremos.

Se acercaba la hora del partido y el estadio se estaba llenando de gente. Iba a haber otro partido lleno, toda esta gente aquí para ver jugar a Casandra. Se sentirían bastante decepcionados. Mi mirada se dirigió hacia donde ella estaba sentada sola al final de la banca. Sus largas piernas bronceadas estaban estiradas frente a ella y cruzadas por los tobillos. Estaba inclinada hacia adelante y agarrada al borde del banco mientras miraba a las personas que tomaban asiento para ver el partido. Su cabello ya no estaba recogido en una cola de caballo y la diadema estaba enrollada alrededor de su muñeca.

No podía leer su expresión y eso era lo que mas me preocupada.

Faltaba poco menos del descanso y el partido estaba empatada 1-1. Apliqué mis teorías sobre los posibles resultados del equipo contrario y compartí la información con el entrenador. Después de idear un plan de juego, se lo dijimos a los demás y las cosas parecieron mejorar. Pero todo lo que necesitábamos era un error antes de quedarnos atrás otra vez.

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