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º Lara º


Había sido angustiosamente difícil mantenerme alejado de Casandra.

Siempre parecía haber esa atracción invisible entre nosotros; como un enlace molecular. Y cuando aprendí sobre los enlaces químicos en la secundaria, supe que una vez que dos átomos enlazados covalentemente se unen, no hay esperanza de romper las moléculas. Por eso me las arreglé durante toda la semana para mantenerme alejado de ella.

Cuando la vi caer en el campo por el jugador del equipo contrario que era dos veces su tamaño, tuve que hacer todo lo posible para mantenerme alejado y dejar que alguien mas fuera hacia ella. Y luego, cuando ese mismo jugador estaba tratando de imponer el castigo a Casandra en lugar de a él mismo, lo único que quería era defenderla, pero sabía que no debía hacerlo.

Además, no era como si no lo tuviera bajo control.

-¡Tarjeta amarilla para el jugador número veintitrés de la UANL! -el arbitro grito y mostro una tarjeta amarilla al jugador-. ¡Y tarjeta amarilla para la jugadora número trece del Tec!

-¡¿Qué?! -grite, acercándome al arbitro-. ¡Eso no es justo! ¡ese idiota se lo merecía!

-Escucha, chico -dijo mientras comenzaba a escribir la advertencia en su cuaderno-. Estoy de acuerdo contigo, pero ella es tan culpable de mala conducta como el. Tengo que jugar limpio.

Mire hacia el banco para ver la reacción de Casandra, pero ella no estaba prestando atención. Estaba mirando al suelo con su botella de agua en las manos. Su ceño fruncido, sin embargo, era suficiente indicador de que estaba enojada.

-Lara -dijo el entrenador, llamando mi atención-. Vete antes de que te infraccionen también.

Allí estaba yo defendiendo a Casandra cuando hace no solo tres minutos me dije que no lo haría.

Cruzando los brazos sobre el pecho, seguí al entrenador mientras conducía al equipo de regreso al campo para continuar el juego.

El equipo contrario logro anotar un gol cuando Casandra regreso al campo con nosotros, poniendo el marcador 5-4. Sabía perder que lo teníamos en la bolsa. Por mucho que odiara perder mi protagonismo ante ella, Casandra era buena y juntos éramos imparables.

Quedaba un minuto cuando logre sacar el balón de debajo de los pies del rival. Me di la vuelta para regresar en la otra dirección hacia la portería contraria cundo rápidamente fui invadido por los colores naranjas. Pateé el balón hacia arriba y la golpeé en el aire justo en frente de Casandra, quien no dudo en alcanzarla. Intente encontrar una apertura nuevamente mientras observaba a Casandra girar alrededor de un jugador y esquivar un defensor.

El reloj mental en mi cabeza estaba corriendo, y aunque todavía íbamos un gol adelante, aprendí que cualquier cosa puede suceder en un lapso de sesenta segundos. Me encontré conteniendo la respiración mientras miraba a Casandra. Detuvo el balón y volvió a girar, mirando a su alrededor para ver si alguien estaba disponible para realizar un mejor tiro. Cuando vio que no había nadie, aprovecho la oportunidad y pateo, el balón se deslizo más allá de las yemas de los dedos del portero y entro en la res justo cuando el cronometro llegaba a cero.

La multitud estallo en vítores y no pude evitar sonreír ante el sonido.

Las manos de Casandra se elevaron en el aire y gritó de victoria. Jonathan fue el primero en alcanzarla y levantarla, arrojando su cuerpo sobre su hombro y haciéndola girar mientras el resto del equipo se unía a ella.

Era su primer partido con nosotros y ella hizo el gol final.

-Ese fue un muy buen partido -nos dijo el entrenador una vez que la emoción se calmó y el equipo se reunió a su alrededor en el banco.

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