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Campos



Yo estaba temblando.

La violencia no era algo que tomara muy bien. Cada vez que alguien levantaba la voz o empezaba a escupir malas palabras o ponerse violento, mi ansiedad subía muy por encima de mi cabeza. Empiezo a sentir pánico y mi respiración se vuelve superficial y tiemblo como un chihuahua.

No fue hasta que Emilio empezó a perseguir a Brandon que todo empezó. Me quedé congelada en el lugar viendo el horror desarrollarse frente a mí. Recordé a Emilio golpeando a Brandon, y luego a Carolina corriendo para verle la nariz, y luego a Jhoel acercándose a mi y guiándome a través del estacionamiento hacia su auto, con Abby a cuestas.

Ahora sentada en el asiento trasero de su auto, apoyada en el cuero y tratando de controlar mis temblores. Jhoel y Abby intentaron hablar conmigo para ver que diablos estaba pasando, pero no les respondí. No pude responderles.

Mientras estaba sentada, observé. Desde que interrumpí el incidente en el que Jhoel descubrió que Abby y Emilio se habían acostado juntos, los dos compañeros de equipo obviamente se habían pasado factura el uno al otro. Pero no tenía ni idea de cómo era la situación al otro lado del evento con los hermanos y, por lo que parece, no era nada mejor.

Abby estaba mirando fijamente por la ventana y se había presionado contra la puerta del auto, como si esperara que se abriera y tuviera una excusa para abandonar el espeso silencio que se creó entre nosotros tres. No la culpé, yo sentía lo mismo. Los nudillos de Jhoel estaban blancos sobre el volante mientras conducía por el campus, con la mandíbula firme y listo para golpear a cualquiera que decidiera ponerse en su lado malo. Probablemente por eso el coche estaba en un silencio sepulcral: nadie quería probar esa idea.

No sabía mucho sobre Jhoel, solo que era muy protector con su hermana menor y fácilmente podía dejarle un ojo morado a alguien. Era profesional en el campo, pasándole el balón a Emilio a pesar de lo que pudiera sentir hacia él. Era su último año en la universidad, así que eso podría tener algo que ver, pero lo respetaba, incluso si algunas de sus costumbres era una mierda.

Un cosquilleo en el fondo de mi garganta me hizo toser. Abby se volvió para mirarme justo cuando Jhoel el espejo retrovisor.

-¿Puedes...? -hablé finalmente, mi voz extrañamente suave-. ¿Puedes ver si Emilio esta bien?

Abby se tomo su tiempo mientras me miraba de arriba abajo. Todavía llevaba mi uniforme: camiseta azul con negro, shorts blancos, espinilleras, tachones y calcetines largos negros. Normalmente, después de un partido estaría cubierta de sudor y manchas de hierba, pero desafortunadamente ese no fue el caso esta vez.

-Ya le llamé -dijo Abby. Fue sutil, pero vi los ojos de Jhoel dirigirse hacia ella-. No respondió.

-¿Lo llamaste? -presiono Jhoel, claramente queriendo mas información.

Vi a Abby poner los ojos en blanco-. No empieces conmigo, Jhoel -espetó ella-. Ya tuviste tu pelea conmigo, y no necesito mas de tu mierda ahora mismo.

-No deberías haberlo llamado.

-¡Quería ver si estaba bien! -ella gritó-. Demándame por preocuparme.

Mire mi regazo e hice lo mejor que pude para ser invisible. Me sentí fatal. No solo decepcione a mi equipo por haber sido enviada a la banca, sino también por lastimar a Emilio. Emilio ni siquiera fue quien empezó, de hecho, por extraño que parezca; él fue quien me defendió. Lo que no hizo mas que empeorar la situación. Solo esperaba que no se rompiera la nariz. No pensé que alguna vez me perdonaría si así fuera.

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