21

2.9K 207 35
                                    

Llegamos al clan, temí por mi vida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Llegamos al clan, temí por mi vida. Porque nadie adentro de esos muros la ayudaría o haría algo en contra de Satoru.

Satoru puede hacer lo que quiera con ella dentro de su territorio.

—Trate de ser paciente, Gen, créeme que lo hice. —Me arrastró hasta empujarme al piso.

Lo miré con rencor y enojo.

—¡Y que vas a hacer! ¿Matarme!? ¡Hazlo, te reto!

—Ay no querida, claro que no. Te daré una lección que espero que quede marcada en ti. —Sonrió con maldad en sus ojos.

Se acercó a ella y empezó a tocarla por en cima de su ropa, buscando sacar y rasgar tus ropas. Gritaste nuevamente, como lo permitió tu garganta. Gritaste y luchaste, trataste de patearlo, de golpearlo, morderlo. Pero no pudiste evitar lo inevitable. Al terminar de rasgar tu vestido, dejando solamente tu ropa interior.

Las lágrimas no cesaban de caer. Llorabas con miedo, tenías miedo. Deseabas matarte y desaparecer del mundo. Mientras el otro te observaba, como si no tuviera sentimientos como si no le importara causar daño.

Ese día jamás se borraría de tu mente. Quedaría marcado hasta el día de tu muerte. La persona a la que más confiabas, la persona que te ayudó el día que tú madre fue violada y asesinada por tu padre mientras eras testigo. La persona que te acogió y te dio de comer, te protegió de los altos mandos, te aconsejaba y te hacía sentir segura. Te hizo sentir que la vida merecía una oportunidad era ahora la causa de que esos momentos revivieran en tu mente. Ahora esa persona era el protagonista de tu nueva pesadilla y trauma.

—Por favor, Satoru. Te lo ruego, perdóname. Haré lo que sea, voy a obedecer, te daré lo que quieras. No veré la luz del sol si así lo deseas. Pero por favor no me toques de esa manera, no tú por favor. —Rogaste mientras abrazabas sus piernas.

El se agacho a tu altura, acaricio tu rostro sintiendo como temblabas por su toque. Seco tus lágrimas y te acerco a tu pecho, abrazándote.

Tus lágrimas te nublaban los ojos, se te hacía imposible respirar. De tanto llorar te sentías cansada, tenías sueño.

—No soy tan cruel, es por tu bien, mi amada. 

Fue lo último que escuchaste, al ceder al sueño y cansancio. El te llevó a su cama, dejándote reposar ahí.

—¿No cree que sobrepasó sus límites, mi señor? Es una niña, eso quedará marcado.

—Lo sé, joder. Pero tiene que aprender, de una forma o otra. Tendrá que aprender a perdonarme y a amarme, si funciono con Suguru funcionará con ella. Es cuestión de tiempo y disciplina.

Giana suspiró. Le servía a una bestia, un monstruo. Una maldición sin realmente serla.

Inconscientemente empezaba a sentir pena por ella.










AF

𝐂𝐚𝐫𝐢𝐧̃𝗼𝐬𝐚𝗺𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐚𝗺𝐢𝐠𝗼𝐬. ||𝐆𝗼𝐣𝗼 𝐒𝐚𝐭𝗼𝐫𝐮||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora