No es normal que un hombre de 28 años trate de manera cariñosa a su estudiante fémina, menos cuando esa "amistad" quitara tu libertad.
Nombre del oc/Gen
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La cargué en mis brazos, sacándola de la escuela. Ella se aferraba a mí, sus lágrimas eran como ríos, manchaban mi uniforme. No peleaba, pataleaba o golpeaba. Simplemente lloraba en silencio, resignada.
— ¿Por qué eres tan malo conmigo? — Susurró, aún llorando. Con una voz rota, desgastada.
— Yo...
No tenía palabras, era cierto. Era malo, un monstruo. Me convertí en algo horrible, una maldición en persona. Llegué al punto que ya no sabía cómo justificar mis acciones, ya no sabía cómo expresarme. Cuál era el camino que quería tomar o cuál era la meta. Yo, Gojo Satoru me preguntaba si había valido la pena hacer sufrir a la persona que se supone que amaba, que prometió cuidar.
Pero ya no había marcha atrás, lo que estaba hecho, estaba hecho. Ya la había roto, ya la había corrompido. No podían haber arrepentimientos.
— Te llevaré a casa, dormirás y descansarás.
— Satoru, ¿amaste a alguien por primera vez? — Ella ya no lloraba, estaba ahora más calmada. Pero sus mejillas seguían mojadas por sus recientes lágrimas.
Yo suspiré, con desgano. Por el amargo recuerdo.
— Si, lo hice. — Contesté fríamente, la brisa fría de la noche chocaba nuestros rostros.
— ¿Satoru, tú crees que si esa persona no se hubiera ido, todo sería diferente?
Me quedé en silencio, me lo pregunté. ¿Hubiera sido diferente si Suguru no se hubiera ido? Simplemente me dirigí al auto, la dejé allí, puse su cinturón. Ella no dijo nada, estaba callada. Me monté al auto, poniendo el auto en marcha. Ambos observábamos la ciudad, las luces en la noche. Lo bonito que se veía.
— ¿Me podrías perdonar algún día? — pregunté, sin mirarla. Mirando la carretera, mordí mi labio con desesperación, inquietud.
— Si, te perdonaría en esta y en otra vida. Pero los recuerdos me harían odiarte en esta y en otra vida. — Contestó ella tranquilamente, observado afuera. — Porque te convertiste en mi padre y yo nunca podría amar y perdonar a una persona así. No puedes borrar mis recuerdos, si puedes te perdonaría.
— Te rogaría que me perdonarás, pero creo que aún así no cambiaré jamás. — Sentí mis ojos picar, no iba a llorar. Era el hombre de los seis ojos, era invencible. Era bendecido, El Fuerte. No debía llorar menos aún no lo merecía.
— Eres un buen hombre Satoru, mira cada uno de los estudiantes que has salvado. Mira como te has convertido en la esperanza de Yuji, para el eres un héroe, tu salvaste su vida, como lo hiciste con la mía.
— Pero no soy un buen hombre para ti.
Ella encogió sus hombros.
— Solo quería que fueras mi amigo.
Volví a quedarme en silencio, suspiré con fuerza. Apreté el volante.
— Te amo, Gen. — pronuncie esas dos palabras, no mentía. Era cierto que la amaba pero no la amaba de un forma correcta, si no de una forma enferma.
— Yo también te amo, Satoru. — Respondió ella, pero yo sabía que ella no se lo decía al hombre que tenía al lado si no al hombre que yo era antes de todo este desastre. A su mejor amigo, ese era al que Gen amaba.