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Abriste poco a poco tus ojos

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Abriste poco a poco tus ojos. Ante tus ojos estaba un gran jardín, lleno de colores, muchas flores y árboles de todo tipo. Oías los sonidos de los pajaritos cantar. El atardecer decoraba el cielo. Decidiste levantarte del suave césped. Caminaste unos pasos escuchando una voz familiar.

—Gen...oh mi preciosa niña.

Volteaste tu cabeza, ahí estaba. La mujer más bella a tus ojos, la luz de cual un día fue tu camino. Tu madre, ella tenía un vestido blanco y su rostro estaba intacto.

Ella...

No tenía rastro de heridas, de tristeza, ni de sufrimiento. Estaba feliz, una sonrisa gentil adornaba su maternal rostro. Sentiste tanta nostalgia al verla, unas lágrimas salieron lentamente de tus ojos.

Oh...como la extrañabas.

Corriste a abrazarla, sus brazos se abrieron permitiendo que sintieras sus brazos a tu alrededor. No querías soltarla, ella tenía un olor tan hogareño. Te sentías en casa, ya nada importaba. Si era una fantasía no importaba se sentía tan real.

—¿Estoy muerta acaso?

Le preguntaste con la voz un poco quebrada, esa sonrisa gentil todavía estaba en el rostro de tú madre.

—Oh nena, por supuesto que no. Eres muy joven aún te queda mucho por vivir.

—Madre, no sabes cuánto te amo. — Cerraste tus ojos al sentir la suave caricia que te brindó en tu mejilla.

—Yo también cariño, mamá te extraña.

Oíste un estruendo, te asustaste separándote de ella. El cielo el cual decoraba un hermoso atardecer no estaba, una grieta estaba en el cielo, este se volvió oscuro. Las flores se marchitaron, los animales y pajaritos huían.

-¿Qué está pasando madre?

—Tienes ya que despertar.

—No, no quiero.

—Tienes que Gen.

Temblaron las dos al ver una nueva grieta en el suelo.

—Genie, escúchame.

La miraste atentamente, no querías que acabara. No querías dejarla, ya la habías perdido una vez.

—Tienes que olvidarlo.

—¿Cómo?

—El pasado. Lo que pasó, lo que me hicieron, mi muerte. Gen, lo tienes que perdonar y dejarlo ir.

Enfurecí, como me pedía tal cosa.

—¡Jamás, lo haré! Encontraré a ese bastardo y lo mataré!

—No, no. Gen el ya debe estar muerto y sus acciones serán pasadas por facturas. Pero tú debes sanar para volverte fuerte. Esta situación y ese recuerdo te está anclando y la están utilizando para hacerte daño, para manipularte.

Los estruendos se hacían más fuertes, todo estaba oscuro. La grieta en el suelo más a nosotros se acercaba. Sin esperarlo, mi madre me empujó a la grieta.

Y empecé a caer.




AF

𝐂𝐚𝐫𝐢𝐧̃𝗼𝐬𝐚𝗺𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐚𝗺𝐢𝐠𝗼𝐬. ||𝐆𝗼𝐣𝗼 𝐒𝐚𝐭𝗼𝐫𝐮||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora