Tu corazón latía como loco, una presión en la garganta fuerte se causaba. Latía y latía.
Pum pum.
La tenías de frente, Irene y su esposo allí estaban. Cara a cara cada uno, tuviste ganas de gritar de felicidad y salir corriendo. Guardando tu compostura sonreíste grandemente.
— Sean bienvenidos a nuestro humilde hogar, señores Suzuki. — Hablo Satoru, con una sonrisa en su rostro.
Ellos hicieron una reverencia. Tú mirabas a Irene muy firmemente y fijo, no le quitabas los ojos de encima. Ella te sonreía con nerviosismo.
— ¿Algo que quieras añadir, querida? — Esta vez Satoru se dirigió a ti, saliste de tu trance. Luciendo bastante despistada.
— O-oh por supuesto, que sean bienvenidos y siéntense como en su casa.
Dios, querías gritar de emoción. Emoción al no sentirte sola, de sentir confianza en ti misma nuevamente, al sentirte fuerte. Como si pudieras derivar murallas con una sola patada.
— Es un placer Señores Gojo, nos place que hayan aceptado que estemos aquí personas humildes como nosotros. — Hablo el Esposo de Irene, el la codeo sacándole un jadeo.
— Como ha dicho mi esposo, es un placer y un honor volvernos a encontrar.
Satoru aclaró su garganta, sacándome nuevamente del trance.
— La cena está lista, acompáñenos a la mesa.
Ellos asintieron, tratabas de no voltear tu cabeza para mirar a Irene. Pues ellos estaban detrás de ti siguiéndolos. Al entrar a la cocina un gran banquete yacía en la mesa, comidas extravagantes y postres deliciosos a la vista y quizá al paladar también.
Al sentarse la cena empezó, comenzaron las conversaciones entre ese hombre y Satoru. Satoru solo contestaba lo suficiente no hablaba de más pero el hombre parecía lleno de preguntas. Irene y tú solo compartían miradas nerviosas. Miraste a Satoru de reojo, el noto el gesto. Con una sonrisa posó su brazo alrededor de tus hombros poniéndote más cerca de él. Trataste de disimular, pensabas rápidamente en una excusa para salir de allí y estar con Irene a solas pero no se te ocurría nada. Toda la habitación estaba rodeados de sirvientes y guardias, Giana estando a la derecha de Satoru.
— ¿Señor Gojo, no le molestaría si le hago una pregunta? — Cuestionó el hombre, Satoru lo miró con ironía y burla. El hombre desde que se sentó no había cerrado la boca ya le provocaba enojo a Satoru.
— Adelante Señor Suzuki.
— Espero no suene muy personal señor, ¿pero cuando será su boda? Planean hacerla privada o pública?
Todos en la habitación se tensaron, el ambiente empezó a oscurecerse, el oxígeno ya no daba suficiente. Todos empezaban a sudar. Abriste tus ojos asombro, si tus ojos pudieran compararse con platos creo que si sería posible. Frunciste tu ceño con fuerza, enojo desprendía de ti. Satoru te observo de reojo pues por el enojo habías cometido la acción de alejar el brazo que estaba alrededor de tus hombros con brusquedad. Mientras Irene se mantenía quieta, rígida. Como si rezara para que no los terminaran matando.
— Señor Suzuki, quiero que sepa que Señor Gojo y yo no estamos...
— ¡Oh querida! - Te interrumpió y volvió a colocar su brazo en tus hombros pero esta vez el brazo cayó pesado obligándote a mantenerte en lo bajo. Volteó su rostro para verte, una vena se notaba en su frente pero aún sonreía "dulcemente" — Hablando de "boda" ¿por qué no vas con la señora Suzuki, querida, para hablar cosas...de damas?
Perpleja asentiste eufórica, te levantaste de la mesa. Irene te siguió, tú le ofreciste tu brazo ella rápidamente lo aceptó. Saliendo de esa habitación casi corriendo.
— ¡Oh señor Suzuki, casi arruina mi sorpresa! — Vociferó con alta voz el hombre de cabellos blancos, sus blancos dientes que enseñaban una sonrisa se desvanecieron, dejando ver un semblante serio y con ira. — Que sea la última vez que pregunte algo sobre mi relación con mi mujer. Nada de lo que hago con ella o como lo voy a hacer lo tiene que saber un simple humano.
Oh Satoru, parece que has perdido la cabeza.
¿Y por qué?
Por una chica que no es culpable de tu sufrimiento ¿ella debe pagar las consecuencias de tu ira?
AF
ESTÁS LEYENDO
𝐂𝐚𝐫𝐢𝐧̃𝗼𝐬𝐚𝗺𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐚𝗺𝐢𝐠𝗼𝐬. ||𝐆𝗼𝐣𝗼 𝐒𝐚𝐭𝗼𝐫𝐮||
FanficNo es normal que un hombre de 28 años trate de manera cariñosa a su estudiante fémina, menos cuando esa "amistad" quitara tu libertad. Nombre del oc/Gen