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Ya habían pasado dos días, contabas cada segundo, minuto y hora

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Ya habían pasado dos días, contabas cada segundo, minuto y hora. Solo faltaba un día para que Satoru regresara, así que andando con el plan. Esos dos días nunca te despegaste de Giana, ella te acompañó a cada rincón del clan. Explicándote bastantes cosas sobre el clan y de cómo comportarte y tus deberes. Mientras tú solo fingías escucharla, solo planeabas como Irene podría ayudarte, analizando todas las probabilidades.

— Giana. — Llamaste, para tener su atención. Dejaste las telas de ropa que estabas analizando. Giana igualmente tenía unas en sus brazos.

— Ordene lo que sea.

— Quiero hablar con Satoru.

Giana tragó saliva, no teniendo una respuesta clara.

— El señor volverá mañana en la mañana, señora.

— No me has entendido. Quiero hablar con él ahora, quiero llamarlo. — Exigiste, la miraste seriamente. — ¿O acaso no puedo hacer ni eso?

Ella desvió su mirada, cortando su contacto visual.

— Iré a ver si el señor está desocupado y puede hablar en estos momentos. — Informó, saliendo de la habitación. Dejándote sola.

Sacaste ese papelito de nuevo, leyéndolo nuevamente. Suspiraste con pesar, sentías que extrañabas a Satoru. Empezaste a pensar en los muchachos, como debían estar. Como debían estar sus misiones, si Yuta estaba bien, Panda y inumaki seguían molestando a Maki. Como debía estar Megumi, no sabías si estaba solo pues lo último que supiste es que dos estudiantes más de primer año iban a unirse.

— Señora, el señor está en la línea.

Asentiste, parándote de la cama. Caminaste hacia la oficina, suponías que era la oficina de Satoru. Tomaste el teléfono en tus manos, suspiraste y trataste de no temblar.

— Giana, sal de aquí. Quiero tener privacidad.

Está asintió con la cabeza y abandonó la oficina.

Que comience la actuación.

— Nenaaa, te he extrañado muchooo — El alegre cantar de Satoru se oyó, cerraste los ojos y despegaste el teléfono de tu oreja un poco. Definitivamente no extrañabas esa voz chillona.

— Toru' te extraño...— Fingiste tristeza, rogando que cayera en tu trampa.

— Ohh nenaa, si me hablas así me hago muchas ideas y no buenas. — Su voz parecía alegre, pero juguetona y coqueta.

Hiciste una mueca, con disgusto. Todo lo que tenía que ver con Satoru ahora para ti era puro disgusto. No estabas para esos juego.

— Giana me dijo que regresaras mañana...

— Así es nena, te extraño.

— Te necesito, el clan se siente solo y aburrido sin ti. Me haces mucha falta.

Escuchaste una carcajada del otro lado de la línea.

— Aww estás más cariñosa y amorosa que antes. Unos días atrás parecías odiarme y quererme lejos, rechazando mis afectos. ¿Debería creerte, nena?

Te tensaste, no pensaste en eso. Satoru no era estúpido. Era más inteligente y astuto que tú pero debías buscar una debilidad, algo.

— Yo...

Mordiste tu labio. ¿Carajo que debías hacer? No podías dudar ahora, tenías que seguir, no podías desaprovechar.

— He visto que te estás portando bien, así me gusta.

— ¿Acaso Giana me está delatando contigo?

El volvió a carcajearse.

— No nena, ¿no recuerdas que dije que mis ojos están por todos lados?

— ¿A qué te refieres, Toru'?

— Hay cámaras por todo el clan, amor. Veo desde aquí tu despertar, tus pasos, tu comer hasta tu dormir.

Abriste tus ojos con pánico, mirando al instante a todos lados. Tratando de buscar alguna cámara, no viste ninguna. Quizá solo te estaba asustando y metiéndote miedo.

— Pero con lo buena que haz sido, quizás puedas convencerme del porqué de momento sientes tanto amor hacia mi. ¿Dime que extrañas de mi?

Carajo, carajo, carajo.

— Yo...extraño tu cuerpo contra el mío, extraño tus grandes manos en mi cintura, como me haces sentir la única mujer ante tus ojos...

En ese momento esperaste con todo tu ser, ser sorda o que te fallara el oído o que fuera una falla en la línea telefónica. Escuchaste un jadeo de su parte, al decir esas palabras.

— Carajo, nena. Me haces sentir tan bien con esos halagos. Yo también extraño tu cuerpo.

— Entonces. ¿Me crees? — Preguntaste, mientras cerrabas tus ojos.

— Si, te creo nena. Eres tan buena para mi, cuando regrese mañana espero que me recibas en la puerta y como se debe.

Te quedaste en silencio, sentiste asco contigo misma. Por seguir un juego de palabras tan asquerosas.

— Así será, Toru'.

Y se enganchó el teléfono, quisiste vomitar. ¿Qué estaba mal con el? ¿Porque era un enfermó?

Aprovechaste el poco tiempo y marcaste el número del papelito. Empezó a sonar y a sonar. Oraste para que el teléfono fuera contestado, mirabas con ansiedad la puerta, rogando para que Giana no entrara y te pillara.

— ¿Buenas, con quién hablo?

— Irene...

— ¿Es usted, señorita Gojo?

— Por favor, ven. Ayúdame.





AF

𝐂𝐚𝐫𝐢𝐧̃𝗼𝐬𝐚𝗺𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐚𝗺𝐢𝐠𝗼𝐬. ||𝐆𝗼𝐣𝗼 𝐒𝐚𝐭𝗼𝐫𝐮||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora