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Llegaron al clan, ibas a bajarte

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Llegaron al clan, ibas a bajarte. Su mano te detuvo en el camino.

— Acércate. —Pidió, fue más una orden.

Así obedeciste, pero aún así hostil de que haga cualquier cosa que no quieras.

— Me iré por tres días, tengo una misión en en extranjero. Te llevaría conmigo, no soporto estar lejos de ti pero no estás lo suficiente adiestrada.

Te apareció un tic en el ojo. ¿Eras un perro para el ahora? Guardaste silencio, teniendo todas las de perder si argumentabas.

— Desde que llegaste no has explorado la casa, toma estos días para conocer cada lugar. No has salido de la habitación desde que te traje aquí.

— Así lo haré.

— ¿Oye así me vas a agradecer? Te saqué a pasear un rato y te lleve a comer.

—Dulces, me llevaste a comer dulces Satoru. Eso no es saludable.

— Ayy por favor, quien no ama los dulces.

— Sigue así, te dará diabetes si es que no lo tienes ya. — Sonreíste un poco, esas tontas discusiones eran las que constantemente tenían cuando eran amigos y nada de esto había pasado, cuando todo estaba bien.

— Vamos, ¿como me vas a agradecer?

Te quedaste quieta, sin saber que hacer. Debías abrazarlo, besar su mejilla, agradecerle con palabras. ¿Qué debías hacer? Decidiste que fuera un abrazo. Te acercaste con esa intención, el pareció notarlo pues tomó tu rostro con rapidez y lo desvió a sus labios. Haciendo un pequeño choque entre sus labios, cerraste los ojos nuevamente. Ni diciéndole que te hacía sentir incómoda esas tipo de cosas, paraba de hacerlo. Pero sin poder evitarlo sentiste tu cara caliente, no podía ser que te sonrojarás por algo estabas asqueada.

— Así está mejor, ahora. — Su mano seguía controlando tu rostro, como si con eso lograra tenerte en tu lugar. — No hagas nada estúpido, mis seis ojos están por todo este lugar incluso en todo Japón. No me molestaría desafiar a los altos mandos y volver a casa contigo.

— Siempre desafiando a los peces gordos, no Satoru?

— Me conoces bien, querida.

Fue lo último que dijo para después arrancar el auto y irse. Miraste con resignación la propiedad, debías entrar. Al entrar te recibió Giana, ella hizo una reverencia.

— Giana, quisiera leer algo en el patio trasero. ¿Puedo hacerlo?

— Por supuesto que si, mi señora. Lo prepararé todo. ¿quisiera que la ayude a prepararse para estar más cómoda? — Cuestionó, ella seguía apuntando cosas en esa tableta.

— Prefiero hacerlo sola.

— Entiendo. —Fue lo último que dijo, para retirarse.

Volviste a respirar con resignación, entrando a tu grande habitación. Había tanto silencio, eso te molestaba. Era tan aburrido estar allí, cuando el molesto de Satoru no estaba encima de ti todo el tiempo. No es de malinterpretar, ese clan estaba muerto como si ni un alma respirara allí. Parecía que solo la presencia de Satoru le devolvía la vida.

Saliste de la bañera, fuiste al clóset. Habían miles de cosas y prendas, sin contar que el clóset era del tamaño de una habitación y estaba dividido en dos. Una parte tuya y una de Satoru, aunque la del hombre estaba media vacía. ¿Cuando empaco para irse? Miraste tu lado de clóset, solo habían vestidos largos, cortos, faldas largas, camisas de manga larga, camisas manga corta ajustadas. Miraste todo con una mueca, eras una chica femenina, claro. Te encantaba todo ese estilo, pero tu humor no estaba para vestirte así. Necesitabas algo más cómodo y libre.

Tomaste el teléfono que estaba pegado a la pared, lo tomaste con curiosidad.

— Ordené lo que desee, mi señora. — Reconociste la voz de Giana.

— ¿No habrá una ropa más sencilla y cómoda de mi talla? — Preguntaste, todo tu clóset parecía directo para ir a una red carped o show de moda.

— Bueno, mi señora. Solo hay prendas para su estatus social.

¿Qué se supone que significa eso? Suspiraste, estabas tan cansada de todos en ese clan.

— Puedo mandar a buscar ropa de su comodidad simplemente dígame cómo la quiere, estará en su habitación en 10 minutos.

— Olvídalo no quiero nada. — Colocaste el teléfono de nuevo donde estaba, no mediste tu fuerza pues habías hecho casi un hueco en la pared sin darte cuenta. — Mierda.

Trataste de buscar una solución, querías estar como un vagabundo vestida. Así te sentirías cómoda. Tus ojos se colocaron en la ropa de Satoru, viste ropa elegante de marcas caras, trajes, camisas de botones. Pero también habían camisas y pantalones cortos, tus ojos brillaron en ese instante. Tomaste un pantalón corto negro y una camisa blanca básica. Te quedó demasiado grande la camisa pero eso no importaba, el pantalón se te caía así que tomaste una cordón y lo amarraste a tu cintura. Necesitabas vestir baggy clothes.

Tomaste tus chanclas, ibas a salir del clóset. Tropezaste con una cartera, esta callo al piso. La recogiste, era la cartera que usaste para esa rara cena con esas mujeres locas. Frunciste el ceño cuando notaste que un papel salió de ella, lo tomaste en manos para leer lo que decía.

Contenía una nota, un nombre y un número de teléfono.







AF

𝐂𝐚𝐫𝐢𝐧̃𝗼𝐬𝐚𝗺𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐚𝗺𝐢𝐠𝗼𝐬. ||𝐆𝗼𝐣𝗼 𝐒𝐚𝐭𝗼𝐫𝐮||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora