Capítulo 9: Desconocido (I)

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15 años atrás

En la frontera de Corea del Sur con Corea del Norte, el cielo se hallaba lleno de nubes, a pesar de que el sol brillaba en lo alto, llenando de luz sólo pequeñas zonas del lugar sobre las montañas y lagos formándose al pie de un par de cataratas que se vislumbraban en el lugar.

Un pequeño Kibum de 8 años se hallaba a la orilla del lago ayudando a su padre a cazar algunos peces para la comida del día, pues en la aldea dónde vivían a pesar de ser una aldea pobre, tenían todo tipo de tubérculos, plantas, frutos y demás gracias a la naturaleza misma. Tal vez sí, eran una aldea pobre por no tener riquezas monetarias, pero para Kibum ellos eran una aldea rica y basta en cuanto a comida, un techo dónde vivir, el amor de su familia y la unión entre todos los habitantes del lugar.

Para su buena suerte había logrado cazar 3 peces grandes los cuales fue corriendo hacia su padre a mostrarle muy emocionado.

- Mira papá lo logré, por fin pude cazar peces grandes - dijo emocionado.

- Muy bien hijo, ves que si podías.. serás un gran cazador cuando crezcas hijo mío - le dijo con amor su padre, pero fue entonces que el relinchar del caballo atrajo la atención de ambos y para su sorpresa, en el cauce del río que desembocaba a aquel lago, la espalda de un cuerpo se vislumbraba a flote sobre el agua.

- ¿Papi? - dijo con cierto temor el menor.

- Tranquilo hijo, quédate aquí - le dijo su padre.

El padre de Kibum se metió al lago y con un poco de esfuerzo logró sacar a aquel cuerpo del lago, resultando ser un muchacho de aproximadamente 24 años, cabello marrón, con un cuerpo tonificado, delgado, pero muy mal herido y al borde de la muerte. Rápidamente revisó sus signos vitales y para su asombro, el muchacho aún tenía pulso, aún respiraba, pero era cuestión de tiempo para que la vida se le fuera totalmente.

Es entonces que subieron a aquel cuerpo sobre el caballo con sumo cuidado, tomaron sus cosas y regresaron a su aldea.

Su llegada llamó la atención de todos los aldeanos, el padre de Kibum explicó lo que había acontecido y que al ver que aún tenía vida, decidió ayudarlo, después de todo era apenas un muchacho y una vida a la que aún no le había llegado la hora.

Procedieron a llevarlo a su casa, ahí lo atendieron, lo bañaron, lo curaron, le sacaron por lo menos 7 casquillos de balas incrustadas en el cuerpo en diferentes zonas, y le aplicaron ungüentos medicinales que ayudarían al muchacho a recuperarse.

Durante los días siguientes Kibum y sus amiguitos, a veces entraban de forma furtiva a su propia casa para llegar hasta la ventana del cuarto dónde tenían a aquel joven desconocido que a pesar de llevar ya varios días con ellos, aún no recobraba la conciencia. Así que Kibum y sus amigos, en forma de juego, solían lanzarle bolitas de papel para ver si despertaba.

Sólo que a veces no contaban con que el padre de Kibum se hallaba cerca y los pillaba en pleno juego y les llamaba la atención para luego mandarlos a jugar afuera de la casa.

Pero aquel muchacho despertaría.. aquel muchacho no era un muchacho como cualquier otro.. aquel muchacho había sido entrenado en la milicia y cuando debía matar al enemigo, no fallaba, no se equivocaba, y muchas veces el nivel de violencia con que mataba a su adversario era de temer.

Todos en la aldea se hallaban en pleno ritual de celebración por el inicio de las lluvias, pues ésta hacía que la tierra fuera rica en frutos, diera vida a las plantas, animales y les permitía sembrar y cosechar para el invierno.

Todos se hallaban felices, las madres cargando a sus pequeños para que disfrutaran de aquella fiesta en la aldea, los ancianos que sólo observaban aplaudiendo u otros que participaban en los bailes del ritual, los jóvenes que tocaban tambores, las mujeres que reían y lanzaban flores al aire con alegría.

Pero entonces una flecha atravesó el cuello de una de las mujeres, la cual cayó al piso sin vida. Y así como esa flecha llegó, muchas flechas más llegaron, y detrás de aquellas flechas, llegaron vehículos que parecían ser de la milicia de Corea del Norte. Habían llegado rumores de otras aldeas aledañas de que la milicia de Corea del Norte, estaban asaltando las aldeas pequeñas, matando a diestra y siniestra a niños y adultos, robando la comida y algunas posesiones que les resultara útil para vender, violando a las mujeres más jóvenes e incluso secuestrando a algunas, pero era eso.. sólo rumores hasta este momento, en el cual ahora todos corrían despavoridos y aterrados.

Uno de aquellos hombres que venía en moto, tomó por el cabello a una madre quien por la sorpresa de aquel agarre soltó a su hijo, siendo arrastrada por aquel bastardo, mientras llamaba a gritos el nombre de su hijo. Mientras el pequeño gritaba entre lágrimas la palabra "mamá" con terror y dolor.

Otro niño corría con desespero hacia su madre que ahora yacía sobre el piso con un hombre en traje militar sobre ella, intentando violarla, pero ante los ojos de aquella madre, vió como el pequeño cuerpo de su hijo fue atravesado por una bala  y su pequeña e inocente voz dejó de gritar "mamita" para que ahora su cuerpecito cayera sobre el suelo sin vida, provocando en la madre soltar un grito desgarrador desde su interior, en el mismo instante en que ese hombre la penetró con salvajismo.

Aldeanos que se hallaban tirados en el suelo, eran atravesados con lanzas o alguna otra herramienta que aquellos militares obtenían del suelo, de forma tan violenta que incluso algunos eran atravesados varias veces antes de morir ahogados con su propia sangre.

El hombre más anciano y sabio del lugar caminó entre llamas, ataques, balas, y gritos desgarradores hasta llegar a la imagen que ellos veneraban y se hincó frente a ésta imagen con lágrimas en los ojos. Cuando levantó la cabeza, sus ojos se llenaron de horror al ver a un caballo de pelaje blanco corriendo con el cuerpo en llamas en busca de alguna fuente de agua que le ayudara a apagar el fuego sobre su cuerpo. Ver ésto era realmente cruel e inhumano.

- Por favor señor padre nuestro.. por favor.. apiádate de nosotros, apiádate de tus hijos e hijas, nosotros no le hemos hecho daño a nadie.. por favor.. por favor escucha el clamor de tus hijos.. ayúdanos - pedía con devoción y fé, pero al mismo tiempo con pesar, dolor y sufrimiento.

¿Qué sucedería ahora? ¿La aldea y sus habitantes serían reducidos a cenizas?




Entre El Cielo y El Infierno - Redención [Temp. 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora