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SERPIENTE AL ACECHO

NARRADORA

Las preparaciones en el salón de música estaban casi que listas. Lina Grindelwald estaba parada en los hombros de Blase Zabini mientras intentaba colgar en la pared la última rosa de la decoración.

Lina le había dicho a Mattheo que Ángeles ama las rosas, más que todo porque le recuerdan a cuando se mantenía presentando en grandes teatros de niña y al final de cada performance, le tiraban rosas en forma de admiración hacia la bailarina. Por eso, en la pared de la entrada del salón de música, dio la idea de que con cada pétalo de rosa hiciera la pregunta "¿Puedo ir al baile contigo?". Lina quería que fuera diferente la pregunta y Mattheo sabía que esa forma de pregunta era la mejor. El salón de música era el lugar perfecto, fue la primera vez que vio una parte muy bonita de Ángeles así que Mattheo propuso el lugar. Habían velas encendidas y unos cuantos globos por el piso.

— Listo —La pequeña Grindelwald se baja de los hombros de Zabini y todos miran hacia la pared— Está perfecto —.

Zabini, Theo, Draco, Tom, Regulus y Enzo estaban admirando lo que había en la pared. La verdad, ninguno de ellos creía que Mattheo fuera hacer o aceptar hacer esto.

Hablando de Mattheo, su pulso estaba a mil por hora. Sentía que se iba a desmayar en cualquier momento. Aveces ni sabía si estaba sudando por el calor de las velas o por los nervios que sentía en esos momentos.

— Eh —Theo se le acerca y le da una palmada en la espalda— Todo saldrá bien, no te preocupes —.

— No estoy preocupado —intenta defenderse, pero ni él se la creía.

— Bueno almenos relájate, estás todo tenso. Se te brota la vena de la frente y todo —Theo se ríe y Mattheo lo empuja en broma.

— Bien, ya Ángeles viene en camino —Habla Atenea mientras va entrando al salón de música y empieza a ver a todos lados para después mirar a Lina— ¿Algo más jefa? —.

— Nop, por ahora todo está perfecto. Lo mejor sería irnos —Todos estuvieron de acuerdo. Los amigos de Mattheo se acercaron para darle unas palabras de ánimo hasta que llegó el momento de su hermano mayor.

Tom podía no ser tan expresivo como lo es Mattheo. Pero en el fondo él quiere mucho a su hermano, por más de que demuestre lo contrario. Aunque al mismo tiempo, quería tener a Mattheo con los pies en la tierra. Tom sabía que la llegada de Voldemort estaba cerca y cuando eso suceda, Mattheo tendrá que quitarse la idea de enamorarse o de sentir algo por alguien, por que si no lo hacía, lo iban a matar.

— Un placer ayudarte —Tom de forma seca se lo dice a Mattheo y este le sonríe.

— Gracias Tom, se que en el fondo me amas —.

— Amar es una palabra que no va con nosotros. Bueno, Almenos conmigo no. —.

— Padre ya no está, Tom —.

— Por ahora... —.

Los dos hermanos se quedaron en silencio mirándose uno al otro. Contándose todo por medio de sus ojos.

— Bueno, entonces lo disfrutaré mientras pueda —.

— Suerte —Tom se va y desaparece dejando a Atenea con Mattheo a solas.

— ¿Cómo te sientes? —la fría voz de Atenea hace presencia de nuevo.

— Nervioso —el se ríe y Atenea sigue de manera seria.

— Saldrá bien, sé que dirá que sí —.

— Eso no me relaja tampoco —Está vez, Atenea sonríe solo de un lado, pensando en que sí debería de hablar de lo que pasó hace un buen tiempo y almenos quedar... bien, pero su orgullo era tan grande que decidió salir del salón y dejar a Mattheo solo.

ADDICTED BROWN EYES M.R.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora