XXXIX

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Cuando veo a Pablo delante del micro la mañana siguiente, está con
todos sus amigos de fútbol y al principio me invade la timidez y el
nerviosismo, pero entonces me ve y su rostro se ilumina con una sonrisa.
—Veni acá, Colucci —me dice, así que voy con él y se cuelga mi bolsa al
hombro. Al oído, me susurra—: Te sentas conmigo, ¿no?

Asiento con un gesto.

Cuando subimos, alguien silba. Parece que nos están mirando y, al principio, creo que son imaginaciones mías, pero entonces veo a Marizza mirándome fijamente y susurrándole algo a Pilar. Un escalofrío me recorre la espalda.

—Marizza no deja de mirarme —le susurro a Pablo.

—Es porque sos muy linda —me explica, y apoya la cabeza en mi hombro y me besa en la mejilla, y me olvido por completo de Marizza.

Él y yo nos sentamos en medio del micro con Tomás y el resto de los chicos. Le hago un gesto a Vico para que se siente con nosotros, pero está con Rocco. No tuve oportunidad de contarle lo de anoche. Cuando llegué a la habitación ya estaba dormida, y esta mañana las dos dormimos hasta tarde y no tuvimos tiempo. Se lo voy a contar después. Por ahora es lindo saber que sólo él y yo compartimos el secreto.

Mientras volvemos, una ronda intensa de Uno con los chicos. Después de una hora de viaje, paramos en una estación de servicio para desayunar. Pablo y yo nos damos la mano por debajo la mesa.

Voy al baño y ahí está Marizza, poniéndose brillo de labios. Entro en uno de los cubículos para hacer pis, con la esperanza de que cuando salga ya se haya ido. Pero sigue ahí. Me lavo las manos rápido y entonces dice:
—¿Sabes que cuando éramos chiquitas deseaba ser vos? —Me quedo de
piedra. Ella cierra con un golpe su espejito de maquillaje—.Deseaba que tu papá fuera el mío, y que Luna y Taly fuesen mis hermanas. Me encantaba ir a tu casa. Rezaba para que me invitaras a dormir. Odiaba quedarme en casa con mi padre.

—No lo sabía. A mí me encantaba ir a tu casa porque tu madre era muy buena conmigo —balbuceo.

—Le gustabas mucho —añade ella.

Reúno todo mi coraje y pregunto:
—Entonces ¿por qué dejaste de ser mi amiga?

Marizza entorna los ojos.
—¿De verdad no sabes?

—No.

—Besaste a Pablo en mi casa en séptimo. Sabías que me gustaba, y lo
hiciste de todos modos. —Retrocedo, pero ella continúa—. Siempre supe que tu personalidad de nena buena era falsa. No me sorprende que mi prima y vos sean tan amigas. Al menos Vico
admite que es una zorra y no interpreta ningún papel.

Todo mi cuerpo se pone rígido.
—¿De qué me estás hablando?

Ella suelta una carcajada, y resulta escalofriante de lo feliz que
suena. Entonces sé que ya estoy muerta. Me preparo para el próximo
comentario que saldrá de su boca, pero no estoy lista para lo que
viene a continuación.
—Estoy hablando de que Pablo y vos tuvieron sexo anoche en el jacuzzi.

Mi mente se queda completamente en blanco. Es posible que pierda el
conocimiento durante un segundo. Siento que me voy a los lados. La cabeza me da vueltas.
—¿Quién te dijo eso? —pregunto con voz ahogada—. ¿Quién lo
dice?

Ella inclina la cabeza a un lado.
—Todo el mundo.

—Pero… pero no lo…

—Lo siento, pero me parece completamente repugnante. Las familias usan ese jacuzzi, Mía. Podría haber una familia ahí en este mismo instante.

—Sólo nos besamos. No sé por qué la gente dice esas cosas.

—Mm, ¿tal vez porque fue lo que dijo Pablo?

Me quedo helada. No es cierto. No puede ser cierto.
— Para que quede claro, la única
razón por la que empezó a salir con vos fue para ponerme celosa. Su ego no soportaba que lo haya dejado por un chico más grande. Te estaba usando. Si consiguió sexo gratis de toda esta historia, mejor para él. Pero siempre viene corriendo cuando lo llamo. Porque me quiere. —Lo que sea que ve en mi cara debe de satisfacerla porque
sonríe—. Ahora que Javier y yo terminamos… Bueno, supongo que
ya veremos, ¿no crees?

Permanezco muda y entumecida mientras se coloca bien el pelo delante
del espejo.
—Pero no te preocupes. Ahora que sos una zorra, estoy segura de que va a haber millones de chicos dispuestos a salir contigo. Por una noche.

Me voy. Salgo corriendo del baño hasta el micro y me largo a llorar.

A todos los chicos de los que me enamoré Donde viven las historias. Descúbrelo ahora