IV

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Al día siguiente, Luna se va por la tarde. Y Vico me llama esa misma noche mientras me estoy pintando las uñas
de los pies en distintos tonos de rosa.

—¡Adivina qué!— El ruido de fondo es tan alto que tiene que gritar.

—¿Qué? ¡Casi no te escucho!

—Espera un segundo. —La castaña debe cambiar de habitación porque el
ruido disminuye—. ¿Me escuchas ahora? Adivina quiénes cortaron.

—¿Quiénes?

—¡Pablo y Marizza! Ella lo dejó.— Los ojos se me ponen como platos.— Parece ser que conoció a un chico en el verano. Te aseguro que lo estuvo engañando todo este tiempo.

No me deja responder antes de cortar la llamada, sin siquiera despedirse, ya que al parecer estaba en una fiesta.

Pablo y yo éramos amigos antes de que se convirtiese en el "Pablo Bustamante" que es ahora. Formábamos parte del mismo grupo de amigos en la escuela. Los chicos eran él, Marcos y Tomás mientras que las chicas éramos Marizza, Victoria y yo. De hecho, conocí a Vico gracias a Marizza. Son primas. Las tres éramos buenas amigas, hasta que al llegar a la secundaria, Marizza cambió. Seguía siendo amiga de los chicos, pero nuestra amistad estaba acabada.

Ya no somos amigos. Ni Marizza y yo, ni Pablo y yo.
Él fue el primer chico que besé. Me resulta muy raro pensar en eso. Parece que ocurrió hace una eternidad, pero tan sólo fue hace
cuatro años.

● ● ● ● ●

Luego de un día aburrido y triste, me despierto feliz porque es el primer día de clase. Siempre preferi el primer día de escuela al último.
Mientras Taly y papá están arriba vistiéndose, preparo el desayuno favorito de Taly para que me perdone, ya que ayer tuvimos una pelea muy grande y no me habla desde entonces.

—¿Me haces un peinado? —le pregunto, ya que le encanta hacérselos a Luna.

—No te mereces una de mis trenzas. —

Antes de que pueda moverse, la rodeo con los brazos y aprieto tan fuerte que se le escapa un grito. Luego agarro mis cosas y salgo por la puerta. Es un nuevo día, y un nuevo año.
Tengo el presentimiento de que será bueno.

Manuel ya está en el auto. Voy corriendo, abro la puerta y entro.

—Justo a tiempo —dice.—¿Ya te perdonó Taly por lo de ayer?

—No del todo

—Nadie guarda rencor mejor que ella —sentencia él, y asiento mientras suspiro.

Al llegar cada uno se va por su lado y no nos volvemos a cruzar. Paso las clases con Vico y al llegar a casa Natalia todavía sigue enojada conmigo.

A todos los chicos de los que me enamoré Donde viven las historias. Descúbrelo ahora