90 días

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90 días


Esto nos da exactamente tres meses para el conflicto. Tres meses para conseguir que un YouTuber promedio y que ha entrado en el gimnasio con el físico de un espagueti, gane el combate contra un mexicano que paree tener bastante mala leche. Y Plex tiene unas movidas montadas en su cabeza que son bastante graciosas de oír si no eres su entrenadora.

Claro, no es el caso. Porque si soy su entrenadora y a mí lo único de lo que me entran ganas es de pegarme un tiro.

Me imagino que ese puede ser el único motivo por el que Saúl y él estén tumbados en el suelo hablando mientras yo me desvivo golpeando el saco. O le pego a él o les pego a ellos.

Entrenar es entrenar. No hablar. No puedo comprender como están barajando las locuras del famoso en vez de practicar una y otra vez hasta que salga perfecto. Que es lo que deberían hacer.

Desde que me he levantado por la mañana, lo único que ocupa mi mente es mi pelea. El otro conflicto ocurriendo el trece de julio.

No es la primera vez que lo hago, pero si a este nivel. Estoy asustada hasta los huesos, pero eso no va a impedir que de lo mejor de mí en cada uno de los puñetazos que pegue ese día. Si me tengo que romper en mil pedazos lo haré.

Aun así, no me preocupa perder, porque no es una opción. Cuando naces para ganar, siempre ganas.

Por mucho que la vida se esfuerce en impedírtelo.

—Mía, haz una pausa. —me giro sobre mis talones sin aliento. —Llevas veinte minutos en trance. Frena. —es una orden, así que me veo obligada a hacerle caso. En contra de mi voluntad, diré.

Mi amistad con Saúl es una historia inexplicable. Creo que lo que nos une va más allá de compartir piso y unas características comunes. De verdad os digo que cuando pienso en "sea lo que sea de lo que están hechas las almas la suya y la mía son la misma", pienso en él.

No platónicamente obvio.

Pero es mi amigo y mi hermano y ni el paso del tiempo va a poder romper eso. Con Saúl he aprendido que las medias naranjas no son sólo los amores románticos, si no que puedes encontrar tu otra mitad en tus mejores amigos.

Porque bajo ningún concepto saldría con Saúl.

—Estábamos rememorando tiempos de Zamora.—me explica Plex.

Como os digo, su sesión de entrenamiento no empieza hasta dentro de veinte minutos, pero ha cogido la costumbre de venir siempre antes. Se dedica a observar y a proponer las cosas que ve en Youtube sobre cómo ser mejor boxeador.

O bien a mí, o a Álvaro o a cualquiera que parezca que sabe lo que hace. Y luego pregunta y se crea historias que entre Álvaro y yo tenemos que disuadir.

Aunque parece que ahora Saúl también se ha unido al equipo: "Devolvamos al youtuber a la realidad". Tal vez entre los tres lo consigamos.

—Real. ¿Tú te crees que teníamos que ir en un bus específicamente al instituto? Ósea era solo para los niños de la zona y era porque en nuestro pueblo había tan poca gente que solo teníamos colegio.—me explica el rubio. No suele hablar de su vida en Zamora, así que me detengo a escuchar la anécdota con atención.

Plex y él son amigos desde mucho antes que yo entrará en su vida. Viéndolos así, el uno al lado del otro, me hace difícil entender el porqué de su amistad. No parecen tener nada en común más allá de su sentido del humor. El moreno tiene un aura mucho más misteriosa que mi mejor amigo, por no hablar de que el famoso parece bastante más taciturno de lo que es el inglés.

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