5 días
Los nervios me carcomen mientras uno de los niños más pequeños se echa a llorar. Nunca han sido mi punto fuerte, ni los llantos, ni los niños de tan poca edad.
No sé si Álvaro está decidido a castigarme por todo esta situación con Daniel, que se que no, pero podría parecerlo perfectamente. El caso es que ha montado un mini campamento de verano y ahora paso las mañanas entrenando a niños que lo único que quieren es pegarle patadas al aire.
Y de cuando en cuando esas patadas acaban en la cara de alguno de sus compañeros.
Por lo que sea.
Respiro un par de veces mientras le hago una señal al moreno, que se ocupa del grupo momentáneamente mientras llevo al de las lágrimas de cocodrilo al cuarto de baño.
Lo del Álvaro es algo que tampoco entiendo, porque me escribió para preguntarme por Daniel pero cuando le respondí que más o menos su respuesta fue alegrándose por mi. Y sin embargo si que le siento distante.
Todo puede ser que en el fondo el guiri sí tuviera razón y toda esa tensión extraña de personas inalcanzables que habíamos construido el uno entorno al otro no fuera más que una fachada para disimular nuestros sentimientos. Pero ya da igual, porque ahora en mi cabeza solo tengo a Daniel Alonso.
—¡Mía, Mía!—me grita el niño en el oído. Joder. ¿Ahora que? —Ese es Plex.—el chico esta flipando en colores, tirando de mi camiseta de la ilusión. Por un momento se acaba de olvidar de la patada voladora que le han metido en el estómago.
Espera, ¿qué narices hace Daniel aquí?
Consulto la hora en el reloj de mi móvil. No es ni siquiera por la tarde, Plex no tiene que venir hasta casi las nueve de la noche.
No me da tiempo a pensar en nada, porque tengo que salir corriendo detrás del niño hasta la puerta en la que está recostado el YouTuber, sus dos metros de altura haciendo sombra. Por suerte, el grupo, que aún entretiene Álvaro, no se ha fijado en él.
—¿Qué haces aquí tan pronto?—siseo. El chico sonríe al verme. Tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no hacerlo yo también.
—Pensé que podría venirte bien una mano.—señala con la barbilla hacia delante, donde juegan el resto de niños. Plex sabe que no son mi punto fuerte. Ni mucho menos.
—Gracias.—acabo por decir. Me echo a un lado y entra en el gimnasio. El niño que tengo al lado le da la mano y juntos andan hacia el resto del grupo.
La figura de espaldas se ve entre tierna y cómica, una figura de dos metros sosteniendo de la mano a otra de apenas uno. Lindo, pero me entran ganas de reír.
—¡ES PLEX, ES PLEX!—corean algunos niños emocionados. Y los que no saben quién es, se enteran rápidamente y lo comienzan a gritar también.
—Veo que has venido a ayudar.— sonríe forzosamente Álvaro.—Os dejo con ellos, que tengo que volver a mi clase.—señala con la cabeza en la otra dirección.
—Genial, gracias.—el moreno asiente sencillamente antes de irse.
¿Y ahora como hacemos esto? Si ya estaba siendo un completo descontrol organizar a los niños cuando no tenían al influencer delante, ahora definitivamente va a ser misión imposible.
Sin embargo, Daniel me sorprende. Primero sienta a los niños en círculo para poder manejarlos mejor, si están correteando a su alrededor es imposible poner orden. Luego les dice que les firmará todo lo que quieran y podrán hacerse fotos si se portan bien y me hacen caso.

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Vendas | Yosoyplex
FanfictionMía solo sabe descargarse contra el saco. Entre vendas y guantes aparece él, dispuesto a meterse en su mundo. Pero no es tan fácil cuando llevas toda la vida defendiéndote a puños. YosoyPlex - Daniel Alonso | FANFIC